miércoles, 4 de marzo de 2020

La reunión secreta en la que Stalin, Truman y Churchill discutieron sobre cómo destruir a Franco tras la IIGM. 4º ESO

ABC HISTORIA
Israel Viana 

Durante aquella conversación los tres líderes discutieron sobre la conveniencia de una acción directa y del peligro de provocar una nueva guerra civil en España.


Franco (izquierda), junto a una imagen de Stalin, Truman y Churchill (de dcha. a izda.), durante la Conferencia de Potsdam en 1945.


«¿Que no habrá cambios en España?». La pregunta la hizo Stalin, completamente indignado, el 19 de julio de 1945. En la misma habitación se encontraban el primer ministro británico, Winston Churchill, y el presidente de Estados Unidos, Harry Truman. Era la tercera reunión que mantenían los líderes de las tres principales potencias del mundo en la famosa Conferencia de Potsdam, cerca de Berlín, con el objetivo de establecer las condiciones de la paz que debían regir Europa tras su victoria en la Segunda Guerra Mundial.
Los líderes de estos países ( Roosevelt, hasta su muerte en abril de 1945, en vez de Truman) ya habían celebrado varias reuniones con anterioridad en las que decidieron cómo quedarían repartidas sus áreas de influencia al finalizar la guerra y que fueron el preámbulo de la Guerra Fría. Hablamos de las Conferencias de Teherán (1942) y Yalta (1945), además de un tercer encuentro en medio de ambas entre Stalin y Churchill, únicamente. Y cuando llegaron a Potsdam en agosto de 1945, lo que hicieron estas potencias vencedoras fue decidir el destino de la humanidad para el futuro más inmediato.
Entre todos los puntos a tratar había uno que preocupaba especialmente a Stalin, que a esas alturas de la historia ya era responsable de la muerte de más de diez millones de campesinos ucranianos entre 1928 y 1933. Un asunto que también inquietaba a Churchill y Truman: Franco y el régimen que había impuesto en España tras la Guerra Civil. «¿No habrá cambios en España?», inquiría el líder comunista en aquella reunión del 19 de agosto de 1945, tras sacar el tema a colación: «Es necesario examinar la cuestión del régimen de España. Nosotros los rusos consideramos que el presente régimen de Franco en España fue impuesto por Alemania e Italia y que entraña un grave peligro para las naciones unidas amantes de la libertad. Opinamos que será bueno crear las condiciones para que el pueblo español pueda establecer el régimen que elija».

«Ninguna simpatía hacia Franco»

Efectivamente, tras la derrota de la Alemania nazi y la Italia fascista, la hostilidad de los aliados se dirigió contra Franco, al que no perdonaban el apoyó que había recibido de Hitler y Mussolini en la Guerra Civil. En esa misma reunión, Truman también aseguró «no tener ninguna simpatía hacia el régimen de Franco» y que los estadounidenses «nos alegraríamos mucho de reconocer otro gobierno en España». A los tres líderes de Potsdam no parecía importarles que el dictador español se hubiera declarado neutral en la guerra ni que le hubiera negado su ayuda al «Führer» en aquel famoso encuentro de Hendaya en el que Hitler dijo: «Antes que volver a pasar por eso, prefiero que me saquen tres o cuatro muelas».
La posición de los aliados con respecto a Franco se hizo más dura y decidida en 1945, pues tomaban al régimen español como el representante superviviente del fascismo al que acaban de vencer. Tampoco tuvieron éxito los intentos del Caudillo por establecer una alianza con Gran Bretaña para defender los intereses de Europa frente a la URSS y Estados Unidos. Lo hizo mediante dos cartas a Churchill. Una el 8 de octubre de 1944 y otra el 25 de febrero de 1945, pero en ambas encontró una respuesta negativa.
En la discusión del 19 de julio de ese año en Potsdam, «Los Tres» –como se conocía a los mandatarios de la URSS, Estados Unidos y Gran Bretaña– tenían como objetivo el cambio de Gobierno en España. Estaban de acuerdo en que había que acabar con Franco, pero no en cómo hacerlo. Stalin veía al régimen franquista como una amenaza para la paz mundial y para las Naciones Unidas, por lo que creía que había que actuar cuanto antes y de manera contundente. Churchill y Truman, sin embargo, estaban en contra de una intervención directa. Ambos tenían miedo de provocar una nueva guerra civil de la que pudiera resultar un Gobierno comunista en España.

La conversación

Según documentos desclasificados por el Departamento de Estado de Estados Unidos hace unos años, esta fue la conversación entre los tres líderes en la que discutieron y discreparon sobre la forma en que debían acabar con Franco y su régimen:
Stalin: Es necesario examinar la cuestión del régimen de España. Nosotros los rusos consideramos que el presente régimen de Franco en España fue impuesto por Alemania e Italia y que entraña grave peligro para las naciones unidas amantes de la libertad. Opinamos que será bueno crear condiciones tales que el pueblo español pueda establecer el régimen que elija.
Churchill: Estamos debatiendo aún las cuestiones que vamos a incluir en la agenda. Convengo que la cuestión de España debería ser incluída en ella.
Truman: ¿Quiere el generalísimo [Stalin] hablar sobre la cuestión?
Stalin: Se han distribuido copias de la propuesta. No tengo nada más que añadir a lo que en ella se expresa.
Churchill: Señor presidente [de Estados Unidos, Harry Truman], el Gobierno británico está también fuertemente disgustado con Franco y su Gobierno [...]. El hecho de que hayan sacado a los prisioneros que han estado en prisión durante años y les hayan disparado por lo que había ocurrido mucho tiempo antes indica que España no es una democracia de acuerdo con las ideas británicas sobre este tema. Cuando Franco me envió una carta proponiéndome hacer una alianza de Occidente contra Rusia, le envié una respuesta fría. Eso demuestra que los sentimientos de Gran Bretaña son contrarios al régimen de Franco.
Stalin: Yo no he recibido ninguna copia de la respuesta británica a Franco.
Churchill: Veo alguna dificultad en adoptar el borrador propuesto por el generalísimo en su primer párrafo, el que trata de la ruptura de toda relación con el Gobierno de Franco, que es el Gobierno de España. Creo que, considerando que los españoles son orgullosos y quisquillosos, semejante medida causaría el efecto de unir a los españoles en torno de Franco, incluso los que ahora reniegan de él, en vez de apartarlos de él [...]. El resultado sería un fortalecimiento de la posición de Franco. Y él tiene un ejército, aunque este no sea muy bueno. Si con esta acción que propone él resulta fortalecido, sería necesario considerar si tendríamos que intervenir por la fuerza. Y yo estoy en contra de usar la fuerza. En contra de interferir en los países que tienen diferentes regímenes que el nuestro, a menos que seamos molestados por ellos. Por lo que toca a los países que han sido liberados en el curso de la guerra, no podemos permitir que se establezca en ellos un régimen fascista, pero aquí tenemos un país que no tomó parte en la guerra. Por eso es por lo que soy contrario a interferir en sus asuntos internos. El gobierno de Su Majestad [Gran Bretaña] necesitará debatir muy detenidamente esta cuestión antes de decidir romper relaciones con España. Estoy preparado a tomar cualquier medida que sea necesario dentro de la diplomacia para acelerar la salida de Franco del poder.
Truman: No siento ninguna simpatía hacia el régimen de Franco, pero no deseo tomar parte en una guerra civil española. Ya ha sido más que suficiente con la guerra en Europa. Nos alegraríamos mucho de reconocer otro gobierno en España en vez del Gobierno de Franco, pero pienso que es una cuestión que ha de resolver la propia España.
Stalin: ¿Es decir que no habrá cambios en España? España está ganando fuerza ya. Se está alimentando de regímenes semi-fascistas de otros países. Esto no es un tema interno. El régimen de Franco fue impuesto a los españoles por Hitler Mussolini, cuyos regímenes a su vez estaban en proceso de destrucción. Me creo que no sintáis ningún tipo de afecto por Franco, pero esto tiene que ser demostrado con hechos. No estoy proponiendo ninguna intervención militar, ni que desencadenemos una guerra civil que se podría perder. Solamente deseo que el pueblo español sepa que nosotros, los dirigentes de la Europa democrática, adoptamos una actitud negativa con respecto al régimen de Franco. A menos que lo declaremos así, el pueblo español tendrá motivo para pensar que no somos contrarios a dicho régimen. Podrán decir que, dado que hemos dejado en paz al régimen de Franco, esto significa que lo apoyamos. La gente entenderá que lo hemos aprobado o que le hemos dado nuestra bendición tácita. Esto constituye un grave cargo contra nosotros. No me agrada estar entre los acusados.
Churchill: La URSS ya no tiene relaciones diplomáticas con el Gobierno español, así que nadie podrá acusarle de lo que está diciendo ahora.
Stalin: Pero lo que sí tengo es el derecho y la posibilidad de plantear la cuestión y resolverla. ¿por qué tendría que estar callado? Todo el mundo cree que las tres grandes potencias pueden resolver estas cuestiones. Y yo represente a una de estas, como el señor Churchill. ¿Debemos mantenernos en silencio ante lo que está pasando en España con el régimen de Franco y abstenernos de llevar a cabo una acción contra España, si tenemos en cuenta que ha recibido el apoyo del fascismo? No deberíamos mirar al suelo ante el peligro que representa la España de Franco.
Churchill: Nosotros tenemos antiguas relaciones comerciales con España. Si nuestra intervención no diera los frutos deseados, yo no querría que este comercio se detuviera. Por otra parte, comprendo totalmente la actitud adoptada por Stalin contra España. Franco envió a su División Azul a Rusia [para luchar junto a los alemanes contra la URSS], por lo que entiendo que esté molesto [...]. Pero en lo que respecta a Gran Bretaña, España se abstuvo de realizar ninguna acción contra nosotros en una época en la que si lo hubiera hecho podría habernos provocado un desastre [...]. Nadie duda de que el generalísimo Stalin no siente ningún afecto por Franco y creo que la mayoría de los británicos comparte esa antipatía. Yo únicamente deseo subrayar que la URSS ha sido dañada por Franco como ningún otro país.
Stalin: No es una cuestión de perjuicios. Aún así, creo que Inglaterra también ha sido perjudicada por el régimen de Franco. Durante mucho tiempo, España puso su costa a disposición de Hitler para que la usasen sus submarinos. Puede usted decir, por tanto, que ha sufrido daños causados por Franco de una forma u otra. Pero no deseo que este asunto se valore desde ese punto de vista. Lo que importa no es la División Azul, sino el hecho de que el régimen de Franco es una amenaza grave para Europa. Esto debe ser recordado. Por eso creo que algunas decisiones deben ser tomadas, incluso si eso significa que se rompan las relaciones diplomáticas y se crea que eso es un daño severo. Creo que debemos hacer algo contra ese régimen. Podemos encontrar otros medios. Solo tenemos que decir que no simpatizamos con el régimen de Franco y que consideramos justa la exigencia de democracia por parte del pueblo español. Solo tenemos que indicarlo y no quedará nada del régimen de Franco, se lo aseguro. Propongo que los ministros de Asuntos Exteriores debatan si puede encontrarse otra forma más suave o flexible para hacer patente que las grandes potencias no apoyan a Franco y su Gobierno.
Truman: Me parece bien. Propongo pasar el asunto a los ministros.
Churchill: Debo oponerme a esto. Creo que este es un asunto que debe ser resuelto en esta reunión por los líderes de los gobiernos. Interferir en los asuntos internos de otros países es una cuestión peligrosa.
Stalin: No lo considero un asunto interno de España, puesto que su régimen se creó desde el exterior y es un peligro para Europa.
Churchill: Todo el mundo puede decir esto del régimen de cualquier otro país.
Stalin: No, no hay ningún régimen en ningún país como el de España. No queda régimen como ese en país alguno de Europa.
Churchill: Portugal también podría ser condenado por tener un régimen dictatorial.
Stalin: No es la dictadura lo que importa. El régimen de Portugal es el resultados de un proceso interno, mientras que el régimen de Franco fue instaurado desde el exterior, por medio de la intervención de Hitler. Franco se comporta de manera provocadora y da asilo a nazis.
Churchill: […] En la Guerra Civil española hubo una intervención por ambas partes. La URSS intervino en un bando y Hitler y Mussolini, en otro. Pero, además, eso fue hace ya mucho tiempo. Creo que las acciones que tomáramos en esta reunión con respecto a ese problema serviría más para consolidar a Franco en su cargo. Y el Gobierno británico no va a apoyar ni lo más mínimo a su régimen más allá de ese comercio.
Truman: Propongo que sean los ministros de Asuntos Exteriores quienes debatan si se puede encontrar otra forma más suave de llegar a un acuerdo en este asunto.
Stalin: Creo que este tema debemos resolverlo aquí. Propongo hacer una evaluación del régimen de Franco , incluyendo las observaciones hechas por el señor Churchill sobre el posible desarrollo de los acontecimientos en España. La situación del régimen de Franco debería ser uno de los puntos en la declaración que hagamos a Europa. Debería ser una declaración breve en la que dejáramos claro que nuestras simpatías son con el pueblo español y no con su régimen. Y sugiero dejar la forma en que debemos realizar esta declaración a los ministros. de Asuntos Exteriores.
Churchill: No estoy de acuerdo con esta declaración [...]. Hay muchos cosas que no nos gustan de otros países como Yugoslavia o Rumanía [...]. Si hacemos esta declaración, yo no qué opinan realmente los españoles [sobre su régimen]. Hay muchas sombras en la opinión de los españoles. Creo que a la mayoría de ellos les gustaría deshacerse de Franco sin la interferencia de extraños.
Truman: Sugiero que pasemos a otro tema y volveremos al punto de España más tarde.

Tras Potsdam

En el comunicado posterior a las reuniones de la Conferencia de Potsdam publicado el 2 de agosto de 1945, Truman, Churchill y Stalin declararon finalmente: «Nuestros tres Gobiernos creen que es su deber señalar que no darán, en lo que les concierne, su apoyo a una solicitud de admisión que sea presentada por el actual Gobierno español, el cual, habiendo sido establecido con el apoyo de las potencias del Eje, no posee, en razón de sus orígenes, de su naturaleza, de sus antecedentes y de su estrecha asociación con los Estados agresores, los títulos necesarios para justificar su entrada».
El 5 de agosto, el Gobierno español contestó a ese comunicado con una nota de protesta enviada por el ministro de Asuntos Exteriores franquista, Alberto Martín-Artajo: «Ante la insólita alusión a España que se contiene en el comunicado de la Conferencia de los Tres en Potsdam, el Estado español rechaza, por arbitrarios e injustos, aquellos conceptos que le afectan y los considera consecuencia del falso clima creado por las campañas calumniadoras de los rojos expatriados y sus afines en el extranjero».
Stalin murió en 1953 y Churchill, que dejó de ser primer ministro británico en su segundo mandato en 1955, nunca volvió a establecer relaciones con España. Por su parte, Estados Unidos también las rompió poco después, y su presidente no perdió su oportunidad de declarar públicamente en varias ocasiones que « nunca había sentido mucha simpatía hacia España». Mientras, sin embargo, negociaba en secreto con Franco la implantación de bases militares en la Península y le concedía al régimen ayudas económicas millonarias.

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