viernes, 24 de abril de 2015
miércoles, 22 de abril de 2015
martes, 21 de abril de 2015
2º ESO. Catalina de Aragón, la Reina madrileña de Inglaterra que fue humillada por Enrique VIII
Muy apreciada por el pueblo inglés, la esposa del Monarca se negó a aceptar la anulación de su matrimonio y reclamó a su todopoderoso sobrino Carlos I que defendiera sus derechos y los de su hija María I, futura Reina de Inglaterra. El empeño del Rey por divorciarse le llevó a romper con la Iglesia Católica.
Catalina de Aragón, la hija menor de los Reyes Católicos, se alzó como una inesperada figura política en el Reino de Inglaterra, donde vivió en primera persona el acontecimiento más significativo de su historia: la ruptura de Inglaterra con la Iglesia Católica. La Reina de origen madrileño mantuvo la dignidad y el aprecio del pueblo cuando su esposo Enrique VIII la repudió y humilló públicamente para casarse con Ana Bolena. La posterior rivalidad de España e Inglaterra ocultó el hecho de que «la Reina de todas las reinas y modelo de majestad femenina», según la describió William Shakespeare, fue una de las soberanas más queridas por el pueblo inglés en la Historia.
Nacida en el Palacio arzobispal de Alcalá de Henares, el 15 de diciembre de 1485, donde también lo hizo Fernando de Habsburgo, otro ilustre madrileño con proyección en el extranjero, Catalina de Aragón fue la última de las hijas de los Reyes Católicos y posiblemente la que más se parecía físicamente a su madre Isabel «la Católica». La joven, de ojos azules, cara redonda y tez pálida, fue prometida en matrimonio a los cuatro años con el Príncipe de Galés Arturo, primogénito de Enrique VII de Inglaterra, en el Tratado de Medina del Campo. La decisión de los Reyes Católicos obedecía a una estrategia matrimonial para forjar una red de alianzas contra el Reino de Francia. Así, dos de los hijos de los Monarcas contrajeron matrimonio con los hijos de Maximiliano, Emperador del Sacro Imperio Romano; dos hijas entroncaron con la familia real portuguesa, y la más pequeña con el heredero a la Corona inglesa.
Catalina de Aragón causó una grata impresión a su llegada a Inglaterra, donde viajó siendo todavía una adolescente. El 14 de noviembre de 1501, Catalina se desposó con Arturo en la catedral de San Pablo de Londres, pero el matrimonio duró tan solo un año. Los dos miembros de la pareja enfermaron de forma grave –posiblemente de sudor inglés (una extraña enfermedad local cuyo síntoma principal era una sudoración severa)– causando la muerte del Príncipe. En los siguientes años, la situación de la joven fue muy precaria puesto que no tenía quien sustentara su pequeño séquito y su papel en Inglaterra quedó reducido al de viuda y diplomática al servicio de la Monarquía hispánica.
Con la intención de mantener la alianza con España, y dado que todavía se adeudaba parte de la dote del anterior matrimonio, Enrique VII tomó la decisión de casar a la madrileña con su otro hijo, Enrique VIII. El Príncipe quedó prendido al instante de la belleza de la hija de los Reyes Católicos, que, además, «poseía unas cualidades intelectuales con las que pocas reinas podrían rivalizar», según las crónicas inglesas de la época. No obstante, el matrimonio con el hermano de Arturo dependía de la concesión de una dispensa papal porque el derecho canónico prohibía que un hombre se casara con la viuda de su hermano. Se argumentó que el matrimonio anterior no era válido al no haber sido consumado. Catalina siempre defendió su virtud y la incapacidad sexual del enfermizo Arturo durante el breve tiempo que duró el enlace.
A la muerte de Enrique VII en 1509, su hijo Enrique VIII fue coronado Rey y dos meses después se casó con Catalina en una ceremonia privada en la Iglesia de Greenwich. Pese a la buena sintonía inicial, la sucesión de embarazos fallidos, seis bebés de los que solo la futura María I alcanzó la mayoría de edad, enturbió la convivencia entre el Rey y la Reina. Con todo, Catalina adquirió gran relevancia política y supo estar a la altura en los asuntos de Estado. En 1513, su marino la nombró regente del reino en lo que él viajaba a Francia. Así, la Reina tuvo que lidiar con la incursión escocesa en Inglaterra que desembocó en la batalla de Flodden Field. Se dice, entre el mito y la realidad, que Catalina viajó embarazada y equipada con armadura a dar una arenga a las tropas antes de la célebre contienda.
La Reina lidió con la incursión escocesa en Inglaterra que desembocó en la batalla de Flodden Field
Si bien el pueblo inglés adoraba a su Reina y parte de la nobleza estaba a su favor, fue la intervención del todopoderoso sobrino de Catalina, Carlos I de España, la que complicó realmente la disputa. Pese a las amenazas de Enrique VIII hacia Roma, Clemente VII temía todavía más las de Carlos I, quien había saqueado la ciudad en 1527, y prohibió que Enrique se volviera a casar antes de haberse tomado una decisión. Anticipado el desenlace, Enrique VIII tomó una resolución radical: rompió con la Iglesia Católica y se hizo proclamar «jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra». En 1533, el Arzobispo de Canterbury, Thomas Cranmer, declaró nulo el matrimonio del Rey con Catalina y el soberano se casó con Ana Bolena, a la que el pueblo denominaba «la mala perra».
El corazón negro, ¿un cáncer o un veneno?
Enrique privó a Catalina del derecho a cualquier título salvo al de «Princesa Viuda de Gales», en reconocimiento de su estatus como la viuda de su hermano Arturo, y la desterró al castillo del More en el invierno de 1531. Años después, fue trasladada al castillo de Kimbolton, donde tenía prohibido comunicarse de forma escrita y sus movimientos quedaron todavía más limitados. El 7 de enero de 1536, antes de morir a causa posiblemente de un cáncer, Catalina de Aragón escribió una carta a su sobrino Carlos I pidiéndole que protegiera a su hija, la cual fue esposada posteriormente con Felipe II, y otra dirigida a su terrible esposo. Después de perdonarlo, terminaba con unas palabras conmovedoras hacia Enrique: «Finalmente, hago este juramento: que mis ojos os desean por encima de todas las cosas. Adiós». El color negro de su corazón, indicio de que sufrió algún tipo de cáncer, propagó por Inglaterra el rumor de que había sido envenenada por orden del Rey.
La tercera esposa, Jane Seymour, dio a luz a su único hijo varón, el Príncipe Eduardo
Posteriormente, el Rey contrajo otros cuatro matrimonios más: repudió a su cuarta esposa y también decapitó a la quinta. La tercera esposa,Jane Seymour, dio a luz a su único hijo varón, el Príncipe Eduardo. Así y todo, la prematura muerte de Eduardo VI de Inglaterra, a los 15 años de edad, por una tuberculosis, forzó que la Corona pasara sucesivamente a las otras hijas del Rey: María, hija de Catalina de Aragón, e Isabel, hija de Ana Bolena. La figura de la española quedó parcialmente rehabilitada con el ascenso al trono de la hija por la que tanto había luchado.
ABC.ES
1º ESO. Un satélite de Júpiter, similar a la Tierra en sus inicios
Ío, satélite de Júpiter, el más activo del Sistema Solar
UN
La intensidad volcánica que proviene del satélite de Júpiter Ío es similar a la que experimentó la Tierra en su origen. Así lo concluye la primera investigación realizada en Colombia sobre vulcanología planetaria, adelantada en la Universidad Nacional.
Según David Fernando Tovar, egresado de la Universidad Nacional de Colombia (UN) y estudiante de doctorado en Vulcanología Planetaria en Estados Unidos, dicho hallazgo lleva a plantear que, al comparar la situación del planeta azul con la de aquella luna, la actividad de los volcanes es considerablemente superior en esta última.
Por ejemplo, si se miden las columnas eruptivas, que son los chorros de gas que anuncian el comienzo de una erupción volcánica, en Ío (nombre del satélite de Júpiter) estarían sobre los 100 kilómetros de altura, mientras que en la Tierra alcanzan apenas 51 kilómetros.
Bajo la dirección del profesor Jhon Jairo Sánchez, del Departamento de Geociencias de la UN, Tovar se centró en comparar la distribución de los volcanes en ambos cuerpos celestes, con el fin de relacionarlos cronológicamente y explicar qué sucedió en la Tierra o que estará por ocurrir. Esto, considerando que Ío es el satélite más activo del sistema solar.
“Se presentaron más diferencias que similitudes en el estudio, pero concluimos que hay una asociación con el pasado”, afirma el docente e investigador Sánchez.
La relación que plantea el académico y que se evidenció en el trabajo de David Fernando Tovar fue que la actividad en dicho satélite se parece a lo que la Tierra experimentó hace 4.000 millones de años, cuando era un planeta primitivo.
Ío presenta un movimiento volcánico aleatorio y heterogéneo, por su ausencia de tectónica de placas. La misma situación mostró en sus inicios el tercer planeta del sistema solar, debido a que no tenía corteza rígida y el material era básicamente plástico.
Así era la Tierra hasta que se pudo formar la litosfera y luego las placas. Ahora, así es el cuerpo celeste con mayor actividad volcánica en el sistema solar, en gran parte por la fricción gravitatoria con Júpiter y sus demás lunas.
Teniendo en cuenta los mismos patrones de coordenadas de la Tierra, el cuerpo celeste estudiado tiene más notorio su vulcanismo entre las zonas tropicales y la ecuatorial, y resulta menos persistente en los polos.
Aunque este es el primer trabajo sobre vulcanología planetaria en Colombia, no es el único en la actualidad. El también geólogo de la UN y amante de la astronomía, Fabián Saavedra, decidió trabajar analogías entre la Tierra y la actividad volcánica del satélite Encelado, que se encuentra en Saturno.
LA RAZÓN.ES
"La mujer afgana es un cero a la izquierda. Sus maridos les quitan las medicinas para venderlas"
La teniente coronel médico Ana Betegón, natural de Zaragoza, cuenta su experiencia en Afganistán.
Jefa de la Unidad de Telemedicina en el Hospital Militar de Zaragoza, Ana Betegón Sanz volvió el 19 de enero de 2015 a la capital aragonesa después de casi tres meses de misión en Afganistán para asumir el mando de la formación sanitaria Role 2 en la base de Herat, único hospital desplegado por España fuera del territorio nacional. Así, se convirtió en la primera mujer militar española que ocupa un cargo de mando en una misión internacional.
Betegón, de 52 años, forma parte de la tercera generación de mujeres en las Fuerzas Armadas. Su pasión militar la ha llevado hasta en seis ocasiones a dejar a su familia durante un tiempo para adentrarse en duras misiones. Pero los suyos la entienden mejor que nadie: su marido es teniente coronel veterinario y sabe lo que es irse de misión. Sus hijas, pronto lo sabrán. La mayor ingresó en la Academia Militar de Zaragoza, y la pequeña lo hará cuando termine sus estudios de Veterinaria.
-En esas seis veces que ha estado en Afganistán, ¿qué trabajo ha desempeñado?
-Era médico de aeroevacuaciones. Cuando ocurría un incidente con heridos se activaba el protocolo. Teníamos que salir con los helicópteros, uno para el personal médico y otro de escolta, para darnos seguridad ante posible fuego. Los médicos vamos armados con pistolas y nuestro helicóptero porta ametralladoras. Son minutos donde la rapidez y la improvisación son claves para salvar al herido y a nosotros mismos. Acudimos a zonas peligrosas. Cuanto menos tiempo se esté en el lugar, menos riesgo corre tu vida y la del herido.
-¿Ha tenido que usar las armas alguna vez en Afganistán?
-Nunca. Si el equipo médico tiene que usar las armas es que estamos siendo atacados.
-¿Cuál es la situación más difícil que ha vivido en el país?
-Cuando una patrulla americana sufrió un ataque talibán y tuvimos que volar de noche para recogerlos y trasladar a los heridos al hospital de Herat. Fue una evacuación muy complicada porque nos disparaban los talibanes. Afortunadamente nos salvamos todos.
-¿Cómo vive la población civil afgana?
-La calidad de vida es espantosa. Afganistán es uno de los países más pobres del mundo y casi el 90% de la población es analfabeta. Los conflictos entre etnias son diarios. Las casas son de adobe y las carreteras son caminos de tierra. Cuando fui por primera vez a pasar consulta a los pueblos me dio la sensación de estar en la época de Jesucristo.
-Y desde que llegó por primera vez en 2002 hasta ahora, ¿ha visto algún cambio en el país?
-La población sigue siendo igual o más pobre, pero es curioso que la mayoría de afganos tienen móvil. Las tecnologías móviles son iguales que en occidente.
- También ha sido jefa de los americanos, ¿cómo ha sido trabajar con ellos y qué percepción tienen de los españoles?
- Te encuentras de todo. Hay algunos que te miran por encima del hombro y no tienen motivos. Los españoles somos muy buenos y tenemos una capacidad de improvisación que los americanos envidian. Ellos lo tiene todo escrito, protocolizado, y cuando aparece un problema no saben reaccionar. Los españoles somos geniales en la improvisación. Algo vital en las misiones.
-¿Qué es lo primero que hace cuando llega a Zaragoza después de estar casi tres meses de misión?
-Ver a la familia. Este trabajo sería apasionante si pudiéramos tener a los nuestros cerca. Pero, después de visitar a todos, quiero unos huevos fritos con patatas fritas. De hecho, recuerdo la primera vez que volví de Afganistán. Me prepararon una mariscada buenísima. Les dije: "Perdonad, pero no. La mariscada para mañana, ahora quiero unos huevos fritos con patatas".
- Ocupa un cargo importante en el Ejército, ¿le ha resultado difícil conciliar su vida familiar y laboral?
-Sí. En casa somos dos militares. Ambos hemos tenido que ir lejos durante varios años. De hecho, estuvimos seis años separados por acudir a las misiones y cuando nació mi hija mayor tuve que irme a Bilbao sola y dejarlos en Zaragoza durante un año. Recuerdo que fue muy duro porque además yo quería llevarme a mi hija conmigo pero no encontré a nadie que quisiera cuidarla porque pertenecía al Ejército. En el País Vasco la gente tenía cierto rechazo a los militares. Al final encontré una chica joven, cuyo padre era Guardia Civil, que aceptó.
-¿Qué percepción tienen los afganos de los militares médicos españoles?
-Nosotros damos apoyo a la población civil y les interesa llevarse bien con los militares porque saben que en cualquier momento pueden venir al hospital para ser tratados. Siempre digo que es un hospital diplomático; es el único del país que cuenta con tecnología más avanzada. Estamos protegidos gracias a la categoría que tiene este hospital.
-¿Ha sufrido machismo por parte de los afganos?
-La mujer en Afganistán es un cero a la izquierda. Yo he sufrido miradas incorrectas por ser mujer, pero al final se dan cuenta de que si quieren ser atendidos en el hospital español tienen que admitir al profesional sanitario femenino.
-Supongo que la práctica de su profesión también se tendrá que adaptar a las circunstancias de la población.
-Claro. Por ejemplo, la medicación que se les da a las mujeres para intentar sanar su problema de salud, en el momento en el que salían de la consulta, sus maridos se la quitaban para venderla y conseguir dinero. Por ello, procurábamos utilizar medicación en dosis pinchadas. Esta situación se repite constantemente. Los hombres piensan que tienen ese derecho. Lo peor es que no puedes hacer nada, no puedes meterte en su vida privada.
Betegón, de 52 años, forma parte de la tercera generación de mujeres en las Fuerzas Armadas. Su pasión militar la ha llevado hasta en seis ocasiones a dejar a su familia durante un tiempo para adentrarse en duras misiones. Pero los suyos la entienden mejor que nadie: su marido es teniente coronel veterinario y sabe lo que es irse de misión. Sus hijas, pronto lo sabrán. La mayor ingresó en la Academia Militar de Zaragoza, y la pequeña lo hará cuando termine sus estudios de Veterinaria.
-En esas seis veces que ha estado en Afganistán, ¿qué trabajo ha desempeñado?
-Era médico de aeroevacuaciones. Cuando ocurría un incidente con heridos se activaba el protocolo. Teníamos que salir con los helicópteros, uno para el personal médico y otro de escolta, para darnos seguridad ante posible fuego. Los médicos vamos armados con pistolas y nuestro helicóptero porta ametralladoras. Son minutos donde la rapidez y la improvisación son claves para salvar al herido y a nosotros mismos. Acudimos a zonas peligrosas. Cuanto menos tiempo se esté en el lugar, menos riesgo corre tu vida y la del herido.
-¿Ha tenido que usar las armas alguna vez en Afganistán?
-Nunca. Si el equipo médico tiene que usar las armas es que estamos siendo atacados.
-¿Cuál es la situación más difícil que ha vivido en el país?
-Cuando una patrulla americana sufrió un ataque talibán y tuvimos que volar de noche para recogerlos y trasladar a los heridos al hospital de Herat. Fue una evacuación muy complicada porque nos disparaban los talibanes. Afortunadamente nos salvamos todos.
-¿Cómo vive la población civil afgana?
-La calidad de vida es espantosa. Afganistán es uno de los países más pobres del mundo y casi el 90% de la población es analfabeta. Los conflictos entre etnias son diarios. Las casas son de adobe y las carreteras son caminos de tierra. Cuando fui por primera vez a pasar consulta a los pueblos me dio la sensación de estar en la época de Jesucristo.
-Y desde que llegó por primera vez en 2002 hasta ahora, ¿ha visto algún cambio en el país?
-La población sigue siendo igual o más pobre, pero es curioso que la mayoría de afganos tienen móvil. Las tecnologías móviles son iguales que en occidente.
- También ha sido jefa de los americanos, ¿cómo ha sido trabajar con ellos y qué percepción tienen de los españoles?
- Te encuentras de todo. Hay algunos que te miran por encima del hombro y no tienen motivos. Los españoles somos muy buenos y tenemos una capacidad de improvisación que los americanos envidian. Ellos lo tiene todo escrito, protocolizado, y cuando aparece un problema no saben reaccionar. Los españoles somos geniales en la improvisación. Algo vital en las misiones.
-¿Qué es lo primero que hace cuando llega a Zaragoza después de estar casi tres meses de misión?
-Ver a la familia. Este trabajo sería apasionante si pudiéramos tener a los nuestros cerca. Pero, después de visitar a todos, quiero unos huevos fritos con patatas fritas. De hecho, recuerdo la primera vez que volví de Afganistán. Me prepararon una mariscada buenísima. Les dije: "Perdonad, pero no. La mariscada para mañana, ahora quiero unos huevos fritos con patatas".
- Ocupa un cargo importante en el Ejército, ¿le ha resultado difícil conciliar su vida familiar y laboral?
-Sí. En casa somos dos militares. Ambos hemos tenido que ir lejos durante varios años. De hecho, estuvimos seis años separados por acudir a las misiones y cuando nació mi hija mayor tuve que irme a Bilbao sola y dejarlos en Zaragoza durante un año. Recuerdo que fue muy duro porque además yo quería llevarme a mi hija conmigo pero no encontré a nadie que quisiera cuidarla porque pertenecía al Ejército. En el País Vasco la gente tenía cierto rechazo a los militares. Al final encontré una chica joven, cuyo padre era Guardia Civil, que aceptó.
-¿Qué percepción tienen los afganos de los militares médicos españoles?
-Nosotros damos apoyo a la población civil y les interesa llevarse bien con los militares porque saben que en cualquier momento pueden venir al hospital para ser tratados. Siempre digo que es un hospital diplomático; es el único del país que cuenta con tecnología más avanzada. Estamos protegidos gracias a la categoría que tiene este hospital.
-¿Ha sufrido machismo por parte de los afganos?
-La mujer en Afganistán es un cero a la izquierda. Yo he sufrido miradas incorrectas por ser mujer, pero al final se dan cuenta de que si quieren ser atendidos en el hospital español tienen que admitir al profesional sanitario femenino.
-Supongo que la práctica de su profesión también se tendrá que adaptar a las circunstancias de la población.
-Claro. Por ejemplo, la medicación que se les da a las mujeres para intentar sanar su problema de salud, en el momento en el que salían de la consulta, sus maridos se la quitaban para venderla y conseguir dinero. Por ello, procurábamos utilizar medicación en dosis pinchadas. Esta situación se repite constantemente. Los hombres piensan que tienen ese derecho. Lo peor es que no puedes hacer nada, no puedes meterte en su vida privada.
HERALDO.ES
4º ESO. Los tiempos de una, grande y libre
Mujeres falangistas de la Sección Femenina, en formación. / ARCHIVO GENERAL DE LA ADMINISTRACIÓN
En cierta medida 2015 es un punto final. El año del empate. La fecha que equipara la duración de la guerra y dictadura (1936-75) con la de la democracia. Cuarenta años, día arriba, día abajo, a un lado y a otro de la barrera. Ya hay más de 18 millones de españoles que han nacido tras la muerte de Franco. A esa generación que no conoció la Sección Femenina, el garrote vil, la cartilla de racionamiento, la censura en el cine, la opresión religiosa, la propaganda del NO-DO, los libros de texto creacionistas –“Dios ha creado todo lo que hay en el mundo”–, el consultorio de Elena Francis, el baño de Palomares, el atentado de Carrero Blanco, los desfiles de la Victoria o los partes del equipo médico habitual va dirigida la exposición 40 años con Franco, organizada por el Ayuntamiento de Zaragoza, a modo de antología histórica sintetizada de lo que fue la dictadura, justo en este año en el que se cumplen 40 años de su desintegración política. La dimensión divulgativa es, para el comisario, el catedrático de Historia contemporánea de la Universidad de Zaragoza, Julián Casanova, uno de sus mayores alicientes. Más de un millar de estudiantes han reservado su visita a la muestra, que se ha abierto en dos espacios, el Palacio de Montemuzo y la Casa de los Morlanes.
El recorrido de la exposición, en la que han participado seis historiadores, arranca en el patio renacentista del palacio, bajo una gran bandera del régimen, que fusionó símbolos de los Reyes Católicos y Carlos III con un lema de nuevo cuño: Una, grande y libre. Junto al recorrido político que se realiza a partir de una serie de biografías escogidas (José Ibáñez Martín, Agustín Muñoz Grandes, el cardenal Pla y Danial, Mercedes Sanz Bachiller, Pilar Primo de Rivera, Laureano López Rodó o Manuel Fraga) y textos introductorios, se despliega un escogido material para evocar la vida cotidiana de la época. Cuarenta años que no fueron uniformes. En la inmediata posguerra se suceden días de represión y penuria: se exponen cartillas de racionamiento y salvoconductos de la Dirección General de Seguridad, como el emitido el 21 de abril de 1943 que permitía a Luisa Blecua López, de 27 años, “poder circular por la zona fronteriza con Francia” en la provincia de Huesca. Hoy, cuando los españoles se mueven por casi toda Europa con un simple DNI, suena a ciencia-ficción que hace menos de un siglo la gente no pudiese desplazarse libremente de una provincia a otra.
En los documentos está la literatura de lo siniestro: se muestran expedientes de los tribunales de responsabilidades políticas y consejos de guerra de Miguel Hernández, Clara Campoamor, Lluis Companys o Joan Peiró, entre otros. Pero son las instalaciones y los objetos los que evocan la atmósfera de aquellos días de rechistar poco y humillar mucho. En una sala dedicada a la educación se reproduce un aula franquista, con pupitres y mesa del profesor, su obligada trinidad (un crucifijo flanqueado por los retratos de Primo de Rivera y Franco) y material pedagógico para el adoctrinamiento. En el Libro Colorado de la enciclopedia Estudio, una edición de 1959, se dedica una lección a “los buenos patriotas”, donde se lee: “Siempre que nuestra Patria ha corrido algún peligro, los buenos patriotas han empuñado las armas para defenderla. Así lo hizo también el Generalísimo Franco cuando España marchaba hacia su ruina”.
Varios audiovisuales repasan los acontecimientos más notables ocurridos entre 1939 y 1975 en lo político (parte del 1 de abril con el final de la guerra, desfile de la Victoria, visitas de Einsenhower y Eva Perón, atentado de Carrero Blanco), en lo socioeconómico (abandono rural, apuesta desarrollista por las ciudades y emigración a Europa) y en lo cultural, con numerosos fragmentos de películas de Berlanga, Saenz de Heredia, Nieves Conde, Mercero o Saura. El espacio dedicado a cultura incluye desde programas de mano de películas, fotogramas, carteles, expedientes de censura y los pertinentes avisos eclesiásticos que se colgaban en las iglesias sobre la clasificación de las películas: infantil, infantil con reparos, jóvenes, mayores, mayores con reparos y gravemente peligrosa, categoría que le fue adjudicada aRemolino de pasión, un sábado de gloria.
A su lado se reproduce la información del Obispo de Canarias sobre Gilda, estrenada en 1946: “Velando por la necesidad de atajar el gravísimo mal espiritual que amenaza a muchas almas de nuestros diocesanos y en cumplimiento de uno de los más sagrados deberes de nuestro cargo pastoral, prohibimos la dicha película cinematográfica Gilda y nos amonestamos, amadísimos hijos, haciendo saber a los empresarios que no pueden exhibir esta película, y a los fieles, que no podrán presenciarla sin gravar su conciencia con pecado mortal”. Tanto el cine como la radio y la televisión fueron elementos cruciales para la mano alargada del régimen. "Como otros totalitarismos del siglo XX, el franquismo entendió lo importante que era controlar el cine y los medios audiovisuales", señalan los historiadores.
A su altura estaban las tarjetas que difundía la Sección Femenina entre las mujeres. “Mujer, el tiempo que pierdes lamentablemente en vacías diversiones, gánalo en tu propio beneficio y en el de España”. “Tu misión única y verdadera es el hogar. La Sección Femenina te prepara para tan alta tarea mientras cumples el servicio social”. Más al grano: “La ropa interior debe mudarse y lavarse con mucha frecuencia”.
Ninguna risa arranca el espacio consagrado a la represión y a las cárceles, marcado por la reproducción de un garrote vil, aplicado por última vez en España para ejecutar en 1974 al anarquista Salvador Puig Antich y al alemán Georg Welzel. No fueron los últimos muertos del franquismo. El 27 de septiembre de 1975, dos meses antes del fallecimiento del dictador, fueron fusilados cinco miembros de ETA y del FRAP.
ElPais.com
ElPais.com
lunes, 20 de abril de 2015
4º ESO. Cuando las madres tiraban al río a sus hijos.
Alemania recuerda la oleada de suicidios en los últimos meses de la II Guerra Mundial.
Bärbel Schreiner, con su madre y su hermano en Demmin en 1944.
El documento es estremecedor. 28 páginas repletas de nombres acompañados de la fecha y el motivo de su muerte. Elegida una al azar, aparecen varias familias —los Gaut, los Schubert (madre e hija), los Rienaz (también madre e hija)…—. Todos fallecieron el 8 de mayo de 1945. Y todos por una misma causa: suicidio. Estamos en elMuseo Regional de Demmin, una pequeña ciudad del noreste de Alemania que estos días revive sus días más dramáticos. En los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial, cuando la victoria final tantas veces anunciada por Adolf Hitler parecía cada vez más irreal y el Ejército Rojo acechaba, entre 700 y 1.000 ciudadanos de Demmin —que entonces tenía unos 15.0000 habitantes— prefirieron morir antes que vivir en un mundo en el que los nazis no gobernaran. Fue el mayor suicidio masivo en la historia de Alemania.
Bärbel Schreiner, entonces una niña de seis años, estuvo a punto de caer víctima de esa locura colectiva. Pero su hermano consiguió que su madre no hiciera con los dos niños lo que tantos padres hacían esos días. “Mamá, nosotros no, ¿verdad?”, recuerda Schreiner que dijo su hermano, mientras observaba el río Peene, repleto de cadáveres. “Todavía me acuerdo del agua enrojecida por la sangre. Sin esas palabras, estoy convencida de que mi madre nos habría ahogado a los dos”, asegura con la voz entrecortada esta mujer de 76 años.
El caso de Schreiner no fue excepcional. Una ola de suicidios recorrió Alemania entre enero y mayo de 1945. No existen cifras exactas, pero los historiadores calculan que entre 10.000 y 100.000 personas tomaron esta decisión. Al quitarse la vida, era habitual que los adultos se llevaran también a sus hijos. Es lo que hizo Joseph Goebbels, ministro de Propaganda y canciller en los últimos días del III Reich, cuando él y su mujer, Magda, envenenaron a sus seis hijos.
Se ha escrito mucho sobre la inmolación de los líderes nazis. Además de Hitler, del que el próximo 30 de abril se cumplirá el 70 aniversario de su muerte, y de Goebbels, también se quitó la vida el jefe de las temibles SS, Heinrich Himmler. Pero hasta ahora no se había prestado demasiada atención a los ciudadanos de a pie que siguieron el destino de sus fanáticos líderes. Precisamente ese desconocimiento sobre la tragedia que vivieron miles de personas anónimas llevó al historiador Florian Huber a escribir Hijo, prométeme que te vas a disparar. El éxito del libro, que en dos meses ha vendido más de 20.000 ejemplares, ha sorprendido incluso al autor.
“Estudié historia y nunca había oído hablar de este episodio trágico. Un día, vi en un libro un pie de página que mencionaba la oleada de suicidios de los últimos meses de la guerra y decidí investigar”, explica en una cafetería berlinesa. Pero, ¿qué es lo que llevó a estos hombres y mujeres de a pie a pegarse un tiro, colgarse de un árbol o a tirarse al río más cercano? ¿Miedo por las represalias de los vencedores? ¿Fanatismo nazi? ¿O sentimiento de culpa por las tropelías de 12 años de nacionalsocialismo y seis de guerra? “Una mezcla de todos estos factores. También influyó un efecto psicológico que convierte el suicidio en algo contagioso, casi como una infección. Si ves que en esta cafetería todo el mundo empieza a matarse, a lo mejor te lo plantearías tú también”, responde.
La epidemia suicida se extendió por muchos rincones de Alemania, ¿pero por qué afectó sobre todo a algunas zonas, como el este del país, y muy especialmente a lugares como Demmin? Huber desgrana la mezcla de circunstancias históricas y geográficas que convirtieron esa localidad en una ratonera de la que era imposible escapar. “Rodeada por tres ríos, forma una especie de península. En su huida, los jerarcas nazis dinamitaron los tres puentes existentes. Así que cuando llegaron los soviéticos, no podían seguir avanzando. Los soldados del Ejército Rojo llegaron el 30 de abril, deseosos de abandonar pronto Demmin para celebrar la fiesta del 1 de mayo”, explica.
Justo el mismo día en el que Hitler se pegaba un tiro en su búnker en Berlín, los soldados rojos quemaban Demmin y cundía el pánico. Los años de guerra, las ganas de revancha y la bebida que corrió esa noche fomentaban la violencia de los soviéticos. El resultado de este cóctel fue tremendo. Huber asegura que los ríos hicieron de cementerios durante semanas; y que los trabajos para sacar los cuerpos del agua se alargaron entre mayo y julio de ese año. “Los testigos recuerdan a gente colgada en los árboles por todas partes”, añade.
Una mezcla de fanatismo nazi, miedo y contagio, explica la locura colectiva.
Eso mismo ocurre aún hoy en Demmin. Desde hace una década, cada 8 de mayo, día de la capitulación, un pequeño grupo de manifestantes cercano al partido de ultraderecha NPD recuerdan a las víctimas alemanas. “Durante los años del comunismo, este era un tema tabú. Nadie quería recordar las violaciones o crímenes cometidas por los soldados que nos liberaron del fascismo. Y ahora los neonazis también utilizan el dolor pasado para sus fines”, explica Petra Clemens, la directora del museo, rodeada de vestigios de la historia de la zona. En esta castigada ciudad del este alemán, el paro afecta al 17% de la población (un porcentaje altísimo para un país en el que la media está en el 6,9%) y el alcoholismo hace mella.El sufrimiento de los civiles alemanes durante la guerra —ya sean las violaciones de mujeres o los bombardeos de ciudades como Potsdam, del que esta semana se han cumplido 70 años— es un tema complejo. Es indudable que muchos inocentes padecieron las consecuencias, pero también este sufrimiento sirve de agarradero para los neonazis, que siguen tratando de confundir e igualar el dolor del pueblo agresor con el de los agredidos.
Demmin fue quizás el caso más extremo de locura colectiva que invadió al país en los primeros meses de 1945, pero no el único. En Berlín se registraron ese año 7.000 suicidios, de los que casi 4.000 se produjeron en el mes de abril. En su libro, Huber recoge testimonios de aquellos que asociaron a sus propias vidas el fin del nacionalsocialismo. Como el profesor Johannes Theinert y su mujer Hildegard, que comenzaron a escribir un diario en 1937, al año siguiente de casarse. La última entrada está fechada el 9 de mayo de 1945. “La crisis se acaba. Las armas callan”, anota Hildegard. Ese mismo día, Johannes disparó a su mujer y después a sí mismo. La última entrada del diario que alguien encontró tras su muerte decía: “¿Quién se acordará de nosotros, quién sabrá cómo hemos acabado? ¿Tienen estas líneas algún sentido?”.
1º ESO. El alucinante hombre de Altamura.
Tras 20 años de olvido, un equipo científico recupera para la ciencia uno de los restos neandertales más espectaculares del mundo.
Imagen invertida del hombre de Altamura. En la cueva, el cráneo está boca arriba /MINISTERO DEI BENI E DELLE ATTIVITÀ CULTURALI E DEL TURISMO-SOPRINTENDENZA ARCHEOLOGIA DELLA PUGLIA
Sólo un puñado de personas en todo el mundo ha tenido el privilegio de mirarle cara a cara. En 1993, un equipo de espeleólogos buscaba nuevas cuevas cerca de Altamura, una ciudad de unos 70.000 habitantes en el sur de Italia, muy cerca del tacón de la bota que forma la península. Tras bajar por una chimenea vertical de unos 15 metros encontraron tres pasillos. El del centro tenía unos 20 metros de largo. Cuando entraron, las lámparas de carburo iluminaron las paredes cubiertas de huesos de animales atrapados entre estalactitas y estalagmitas. Al final del pasillo había una pequeña cámara donde, desde una columna de material calcáreo, los exploradores descubrieron la alucinante calavera del hombre de Altamura, uno de los fósiles humanos más espectaculares del mundo.
Los científicos que bajaron a la cueva siguiendo a los espeleólogos tomaron algunas fotografías, vídeos y describieron sucintamente el hallazgo. Probablemente, dijeron, se trataba de un hombre adulto que cayó a un pozo en el que había multitud de animales muertos. Sobrevivió a la caída, pero quedó paralizado y acabó muriéndose de hambre. No sabían de qué especie era ni tampoco cuándo vivió. Sí comprobaron que bajo el cráneo, también sepultados en una tumba de mineral, había muchos otros huesos del mismo individuo, imposibles de sacar sin dañar el extrañísimo conjunto.
Poco después el hombre de Altamura se convirtió en un “monumento intocable”. Las autoridades locales y regionales decidieron restringir la entrada a la cueva de Lamalunga y el excepcional hallazgo cayó en el más injusto de los olvidos, recuerdaGiorgio Manzi, investigador de la Universidad de Roma La Sapienza. Ahora, más de 20 años después del descubrimiento, este paleoantropólogo italiano lidera un nuevo proyecto científico para intentar averiguar quién era el hombre de Altamura.
Manzi y otros investigadores han vuelto a bajar a la cueva y, con la ayuda de un brazo robótico, han extraído un pequeño fragmento del omóplato del homínido. David Caramelli, experto en genética de la Universidad de Florencia y colaborador de Manzi, perforó el hueso con un taladro y envió un poco de polvo a su amigo Carles Lalueza-Fox. Este paleoantropólogo español había sido uno de los expertos capaces de secuenciar el genoma del neandertal y ahora debía intentar extraer algo de ADN de este fósil. Era un más difícil todavía pues, a juzgar por las pocas fotos y vídeos grabados del cráneo, este humano podía tener hasta 400.000 años, una eternidad que suele aniquilar todo rastro de material genético. Mientras, otro equipo de Australia analizó una de las pequeñas formaciones calcáreas que había encima del hueso para intentar datarlo.
Los resultados, publicados recientemente en el Journal of Human Evolution, arrojan unos resultados espectaculares. El hombre de Altamura vivió hace entre 130.000 y 172.000 años y su ADN demuestra que sin duda era un neandertal. “Creemos que es el esqueleto más completo y antiguo de un neandertal y además se trata del ADN más antiguo de esta especie que se ha obtenido nunca”, resalta Caramelli. La cueva ha actuado como una cápsula del tiempo, aunque aún no se sabe si podrá rescatarse suficiente ADN como para responder todas las preguntas que quedan abiertas.
La resurrección científica del hombre de Altamura también ha removido la cuestión de qué hacer con este tipo de hallazgos. Un océano de tiempo y el goteo lento del agua han cubierto parte del cráneo y el resto del esqueleto con pequeñas formaciones calcáreas en forma de coral hasta convertirlo en un ejemplar único. Los científicos creen que si se sacan los restos pueden responder muchas más preguntas sobre los neandertales, una especie tan cercana a la nuestra que llegamos a tener hijos fértiles con ellos antes de que se extinguieran, hace unos 30.000 años. Pero para hacerlo deben destruir parte del conjunto.
Un caso complejo
Manzi reconoce que hay políticos regionales y locales y también parte de la sociedad que siguen viendo al hombre de Altamura como un monumento y apoyan dejarlo tal y como está. A su equipo le interesa sobre todo el cráneo, que, por su antigüedad y conservación, es único en Europa. Pero para estudiarlo habría que extraerlo de la gran columna de calcita en la que está sepultado y después eliminar los bultos que lo recubren con un vibroincisor, un martillo hidráulico en miniatura que hay que manejar con destreza para no dañar el fósil y que no limpia del todo las impurezas, explica Antonio Rosas, experto en neandertales del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC). Para este experto, que también ha participado en el rescate de fósiles de neandertales asturianos para la secuenciación del genoma neandertal, “si se saca este fósil dejará de ser único” para convertirse en “un neandertal más”.
Los coordinadores científicos del proyecto no tienen dudas. “El único modo de conocer bien los restos es estudiarlos y para hacerlo hay que sacarlos”, resume Manzi. “Es posible extraer los huesos sin destruirlos, si no nos arriesgamos a pasar otros 20 años sin que la comunidad científica pueda estudiar estos restos y, peor aún, la cueva podría quedar cerrada por movimientos de tierra y los perderíamos para siempre”, expone Caramelli. La opción de convertir el yacimiento en un museo es imposible, dada su inaccesibilidad, por eso quieren sacar parte de los huesos y exhibirlos en un centro especializado en la misma Altamura.
Manzi y Caramelli ya tienen un plan detallado para estudiar el estado de conservación y microclima de la cueva y después extraer parte de los fósiles, siempre con el permiso de las autoridades locales y de la región de Puglia. No será antes de un año y quizás se tarden dos o más, pero es viable, dice Manzi. Al fin y al cabo, señala, el trabajo no es tan difícil como el que ya se ha hecho en Sudáfrica para rescatar a Little Foot, un fósil engastado en roca más dura que hace apenas unas semanas puso patas arriba el árbol genealógico de todos los humanos.
Un tesoro difícil de rescatar
"Sin duda este es el fósil más difícil de sacar de su tumba", opina Carles Lalueza-Fox, investigador de la Universidad Pompeu Fabra y el CSIC. Este experto consiguió recuperar un pequeño fragmento de ADN mitocondrial del hombre de Altamura. Este tipo de ADN lo legan las madres a los hijos, por lo que permite aclarar solo la mitad del linaje de este individuo. Por ahora, lo poco que muestra es que es un ADN "característico de los neandertales", dice Lalueza-Fox. El hombre de Altamura se ha convertido gracias a este estudio en un importante punto medio entre los pobladores de Atapuerca (Burgos) de hace unos 400.000 años, los homínidos más antiguos de los que se ha podido rescatar ADN, y las poblaciones posteriores que vivieron hace unos 50.000 en Asia y Europa. Para saber más detalles, hace falta más ADN, a ser posible del núcleo de la célula, donde se encuentra el grueso del genoma. Caramelli asegura que ya han rescatado otros dos fragmentos de hueso y que intentarán extraer de ellos más material genético.
El País.com
1º ESO. En busca del primer hijo entre neandertales y sapiens
Un cráneo humano hallado en Israel demuestra que ambas especies vivían a apenas 40 kilómetros y compartieron la misma zona durante milenios.
El cráneo humano de hace 55.000 años hallado en la cueva de Manot (Israel) / NATURE
La evolución humana es como una película censurada: alguien parece haber cortado los mejores trozos. En uno de ellos, nuestra especie tiene hijos con otra. Se trataba de losneandertales y, decenas de miles de años después, seguimos sin conocer todos los detalles de lo que pasó.
Ahora, un nuevo fósil hallado en la cueva de Manot, al norte de en Israel, permite rescatar unos cuantos fotogramas perdidos de esa película que cuenta quiénes somos. Se trata de la parte superior de un cráneo y las imágenes que se desprenden de su estudio muestran que ambas especies vivieron como cazadores nómadas muy cerca los unos de los otros posiblemente durante milenios. Aunque el fósil no aporta datos concluyentes, sus descubridores creen que este enclave bien pudo ser el escenario del cruce entre ambas especies e incluso especulan con que aquel individuo era uno de los primeros hijos entre sapiens y neandertales.
“Lo más excitante de este hallazgo es que se trata del primero y único humano moderno datado entre 60.000 y 50.000 años que se encuentra fuera de África”, explica a Materia el antropólogo Israel Hershkovitz, coautor del hallazgo. “Este es justo el tiempo en el que los modelos genéticos y arqueológicos dicen que surgieron los humanos modernos, los primeros antepasados de todas las poblaciones vivas actuales”, resalta. También es el periodo en el que,según los análisis genéticos, los sapiens africanos tuvieron hijos con los neandertales.
La cueva de Manot está a apenas 40 kilómetros de la cueva de Amud y a 54 kilómetros de la de Kebara, ambas habitadas por los neandertales en aquella época, resalta Hershkovitz. La calavera de Manot tiene unos 55.000 años con lo que “probablemente coincidieron en esta zona durante miles de años”, comenta el investigador.
A partir de aquí, la película vuelve a cortarse. Hace 50.000 años, los neandertales de la zona desaparecen mientras los sapiens llegados de África seguían allí. Unos 5.000 años después estos comenzaron a moverse hacia Europa mientras la otra especie se precipitaba hacia la extinción completa, sin que se conozcan las causas.
¿Es este el cráneo de uno de los primeros híbridos neandertales y sapiens? Es una posibilidad, según el estudio firmado por Hershkovitz en Nature junto a otros 23 investigadores de Israel, EE UU, Alemania y Austria. La calavera presenta una morfología muy parecida a la de africanos actuales y también a la de restos fósiles de humanos modernos encontrados posteriormente en Europa. Esto refuerza la teoría de que ese individuo era descendiente de una oleada sapiens que salió del continente africano hace unos 70.000 años para asentarse por todo el mundo. El hecho de que sea más evolucionado que otros sapiens más primitivos hallados hace unos 100.000 años en la misma zona refuerza la teoría.
Guerras y ADN
Sin embargo, los investigadores advierten de que es imposible saber si estamos ante uno de los primeros hijos entre ambas especies analizando solo la forma del cráneo. La única forma de asegurarlo es analizando su ADN, algo que ya se han propuesto hacer, aunque no será tarea fácil debido a que el clima de esta zona bien ha podido destrozar todo el material genético. Los autores del estudio albergan algo de esperanza porque la entrada principal a la cueva quedó bloqueada hace 30.000 años y desde entonces ha sido como una “cápsula del tiempo” no perturbada por la presencia humana.
El genetista español Carles Lalueza-Fox ofrece una opinión independiente del hallazgo. Este humano “podría ser un representante de la población que saliendo de África se hibridó con los neandertales, pero no un descendiente de dicho acontecimiento, ya que no muestra señales evidentes de neandertal”, opina.
Ahora, el problema del ADN amenaza con mantener la otra parte de esta y otras secuencias jugosas en negro durante mucho tiempo, según el experto. “Es una lastima que las condiciones térmicas de Oriente próximo no favorezcan la conservación del material genético porque hay diversos acontecimientos evolutivos en nuestra especie, como la salida de África, la hibridación con neandertales y el surgimiento de la agricultura que tienen lugar en esta zona geográfica”, explica Lalueza-Fox. Tampoco ayuda que las guerras estén devastando otros escenarios claves de la evolución humana como Siria o Irak.
El País.com
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