Si pudiéramos viajar en el tiempo 1.400 millones de años atrás, seríamos testigos de un asombroso evento. La colisión de dos agujeros negros, de un tamaño entre catorce y ocho veces la masa de nuestro Sol, respectivamente, y que produjo la segunda señal de ondas gravitacionales detectada en la historia.
El pasado 26 de diciembre de 2015 a las 03:38:53 h UTC, el observatorio Advanced LIGO consiguió percibir de nuevo ondas gravitacionales. Dichas ondas se produjeron hace miles de millones de años tras un estruendoso fenómeno provocado por la fusión de los agujeros negros. De manera simultánea, el evento generó una cantidad de energía más o menos equivalente a la masa del Sol, que se transformó en ondas gravitacionales. Es decir, la colisión de dichos agujeros negros ocurrió de forma similar a lo que pasa cuando tiramos una piedra en un estanque: en el lugar donde cae la roca, se produce una pequeña perturbación, que puede ser fácilmente identificable al observar las ondas que se propagan por el agua.
El físico Albert Einstein predijo la existencia de estas ondas gravitacionales hace algo más de un siglo. Tras formular la teoría general de la relatividad, el científico planteó que los fenómenos más violentos y exóticos del cosmos producen suaves perturbaciones, como las que apreciamos en el agua de un estanque. A pesar de que los eventos que las generan, como la colisión de dos agujeros negros, son sumamente energéticos, las ondas gravitacionales se transmiten como susurros cósmicos muy suaves.
Para escuchar estos tenues ecos, la investigación ha tenido que disponer de tecnología muy potente. La inauguración el pasado septiembre del observatorio Advanced LIGO, situado en Estados Unidos, marcó el inicio de una nueva era en la historia de la física. ¿Seríamos capaces de cumplir la predicción de Einstein? El 11 de febrero de 2016, el consorcio de más de mil investigadores, en el que participa también el grupo de la Dra. Alicia Sintes, de la Universitat de les Illes Balears, anunció el hallazgo de la primera señal de ondas gravitacionales. El descubrimiento ha sido considerado como uno de los avances científicos más importantes del año.
Tres meses después de aquella histórica rueda de prensa, Advanced LIGO ha presentado la segunda señal de ondas gravitacionales. En esta ocasión, los científicos escucharon estos susurros cósmicos setenta segundos después de que los ecos alcanzaran el planeta Tierra. Los potentes oídos tecnológicos de Advanced LIGO han permitido percibir una señal un poco más débil que la detectada en febrero, pero que confirma de nuevo la predicción de Einstein y el potencial de la astrofísica gravitacional.
Sintes, preguntada sobre el descubrimiento, confiesa que lo ha vivido con "menos tensión" que la primera vez. Aun así, la investigadora española se muestra emocionada tras haber obtenido unos resultados en los que la comunidad científica lleva décadas trabajando. Su grupo se ha centrado en el diseño de los perfiles de onda necesarios para analizar las señales de ondas gravitacionales que llegan al detector.
Además del trabajo de la UIB en Advanced LIGO, España cuenta con una importante representación en este campo de la astrofísica, con la participación del equipo de Dr. Carlos F. Sopuerta (Instituto de Ciencias del Espacio IEEC-CSIC) en la misión europea LISA Pathfinder y el trabajo del grupo del Dr. José Antonio Font (Universitat de València) en la colaboración Virgo, que arrancará el próximo 1 de julio de 2016.
La investigación en ondas gravitacionales, con importante participación nacional, ha conseguido de este modo abrir una nueva ventana a la observación del cosmos. Así podremos empezar a comprender algunos de los fenómenos más violentos e intrigantes del universo, como la colisión de agujeros negros, la explosión de supernovas o el mismísimo Big Bang, el gran estallido donde comenzó todo.
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