domingo, 1 de octubre de 2017

Serrat acusa a quienes le tachan de "fascista" de "desconocer lo que es el fascismo"

http://www.huffingtonpost.es


EFE


El cantante Joan Manuel Serrat ha opinado que quienes hayan calificado de "fascistas" sus declaraciones de la pasada semana en Chile, cuando dijo que el suspendido referéndum ilegal convocado por la Generalitar catalana para el 1 de octubre "no es transparente", "o desconocen lo que es el fascismo o realmente buscan un insulto a una persona como el que se puede buscar a un árbitro cuando pita algo que no nos gusta y nos acordamos de su madre sin que aquella señora haya tenido nada que ver".
Serrat ha considerado que el Gobierno del Partido Popular tiene gran parte de la responsabilidad en la situación actual en Cataluña porque ha estado "ninguneando" el conflicto independentista y ha dejado que las cosas "se fueran pudriendo" sin buscar una salida.
"Espero que el tiempo nos ayude a superar estas circunstancias y sobre todo la actitud de los dirigentes colaboren a ella", dijo en una rueda de prensa en Buenos Aires, donde llega con la gira "El Gusto es Nuestro 20 años" junto a Ana Belén, Víctor Manuel y Miguel Ríos.
Serrat señaló que la situación en España es "muy tensa" y "muy propicia a las exageraciones y las barbaridades".
"Las opiniones es bueno que sean claras, transparentes y que cada quien ponga las suyas encima de la mesa para saber dónde estamos y de qué estamos hablando. No solamente las de uno son válidas, las del que piensa distinto también lo son, pero tienen el valor mesurado en su momento", apuntó.
El cantante admitió que ve con "gran preocupación" lo que ocurre en su Cataluña natal pero "lamentablemente" no cree que las tensiones vayan a aflojarse, a no ser que "el camino del diálogo, que no se ha producido hasta ahora, pueda tener cabida", algo que vio "muy deseable" pero, al mismo tiempo, "muy difícil".
"El Gobierno del Partido Popular podía, en estos últimos cinco años, haber ayudado más a la causa de la estabilidad en lugar de dejar que las cosas se fueran pudriendo, sin dar salida, ninguneando constantemente el problema. Las cosas llegan a donde se han dejado a llegar", subrayó.
"EXTREMOS"
Por su parte, Ana Belén opinó que la situación actual en España está entre los "extremos" de "la locura y la obcecación" y señaló que una vez haya pasado el 1 de octubre, el problema real va a ser el que se genere "entre catalanes y catalanes". "Recomponer eso va a ser muy jodido", señaló.
A ambos se sumó Miguel Ríos, quien afirmó que "lo deseable" es que los pueblos se manifiesten pero siempre desde el punto de vista de la racionalidad "y no desde la imposición".
"Ha habido una llamada de unos pocos a la subversión, a decir: no acatemos el orden establecido, pero por partidos no realmente rupturistas o de extrema izquierda, sino simplemente por gente que lo que ha visto es una oportunidad para seguir haciendo una política que les viene bien a los que la detentan", aseguró antes de agregar que Cataluña necesita una respuesta, "pero no ésta".

El FMI avisa de que el empleo parcial, temporal y la baja productividad lastran los sueldos. 4º ESO-Economía

EL PAÍS Economía
Sandro Pozzi

El Fondo señala en un estudio que el avance tecnológico ampliará más la brecha entre los trabajos cualificados y los básicos.


La precariedad del empleo y de los salarios reflejan un cambio estructural en la naturaleza del mercado laboral. Es la conclusión a la que llega el Fondo Monetario Internacional tras analizar la pobre evolución de los sueldos, en un intento por anticipar las desigualdades que se derivarán de nuevas dinámicas en el empleo como la baja productividad, la automatización y la pérdida de poder de negociación de los sindicatos. El incremento de la parcialidad y la temporalidad, anticipa, meterán presión a la estructura del sistema de cobertura social.

Christine Lagarde, directora generente del FMI  REUTERS


El incremento de los salarios continúa siendo marcadamente más bajo en las economías avanzadas que durante la etapa previa a la Gran Recesión. Los técnicos del FMI recurren a varios factores para explicarlo. Los dos más evidentes son la atonía que se vive en el mercado laboral en potencias como la de EE UU y la tendencia generalizada a una moderación en la productividad.

El FMI señala que el empleo involuntario a tiempo parcial es mejor alternativa que el paro. Pero es evidente, añade, que pasa factura del lado de las remuneraciones. Por eso anticipa que la presión inflacionista del lado de los sueldos continuará baja “hasta que no se reduzca la proporción de personas forzadas a trabajar a tiempo parcial y no repunte la productividad”. La reducción del paro, por tanto, no basta.
Los economistas vuelven a señalar que las rigideces en los mercados laborales de algunos países impiden a las empresas a contratar empleados a tiempo pleno. Al mismo tiempo indica que el empleo a tiempo parcial, la temporalidad y la reducción de horas laborales reflejan, en parte, un cambio en el empleo desde sectores que suelen firmar contratos tradicionales hacia otros más flexibles.

Poder de negociación

Malhar Naber, autor del estudio, explica que se tomaron como referencia 29 países avanzados para entender las fuentes que lastran la evolución de los salarios. Los factores tradicionales valen para explican la situación. Pero le sorprende que durante los últimos dos años se haya producido una desconexión entre la evolución del desempleo y los salarios, porque ha surgido nuevas fuerzas.
En este sentido hay un factor estructural adicional que alimenta esta tendencia. El FMI apunta a un cambio en la naturaleza de la relación de los empleados y las empresas para las que trabajan, vinculado con el cambio tecnológico. El impacto en el poder de negociación de los salarios dependerá de la complementariedad que haya entre las nuevas tecnologías y la cualificación.
En un extremo, la automatización puede sustituir a empleos rutinarios que requieren de baja formación. “Eso puede llevar a términos menos atractivos para el asalariado”, indica. Por el contrario, los empleos de alta cualificación técnica en ingeniería y diseño se considera pueden elevar la productividad de las empresas y, por tanto, les da más margen para negociar al alza los sueldos.
La competencia internacional también puede tener un efecto en el poder de negociación de los salarios, tanto por vía del comercio como de las empresas que tienen cadenas de suministro globales. “Eso puede alimentar la amenaza de la relocalización de las fábricas en economías donde los costes son más bajos”, explica. Si se combina con la automatización, el papel de los sindicatos merma.

Dilema inflacionista

La debilidad con la que crecen los salarios explica, en parte, por qué la inflación no termina de tomar cuerpo. La presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, dedicó un discurso este martes al dilema que está planteando a los bancos centrales la dinámica de precios. Como dice la jefa de la autoridad monetaria estadounidense, la tendencia actual es un misterio y admite que pueden estar malinterpretando los datos.
El informe técnico del FMI señala en este sentido que “la inflación permanecerá baja mientras que el incremento en los salarios no se acelere más allá del crecimiento de la productividad de una manera sostenida”. La laxitud de la política monetaria, añade, puede contribuir a estimular la demanda y rebajar el paro. El resto, señala, está en definir el momento preciso para abandonar los estímulos.
A partir de ahí hace una serie de recomendaciones para hacer frente a las vulnerabilidades que afrontan los empleados forzados a trabajar con contratos a tiempo parcial. Las iniciativas que propone incluyen reforzar los programas de formación o medidas que permitan equilibrar estos contratos con los beneficios que se negocian en los contratos a tiempo pleno, como pagas mínimas, bajas y ayudas familiares.

Cómo Cataluña lideró los recortes sociales

EL PAÍS CincoDías
Raquel Pascual Cortés

Belén Trincado

El desplome del gasto social, un 26% entre 2009 y 2015, apuntala el descontento


La protesta se volvió contra Mas, pero también fue bandera del independentismo


Que el gasto social ha sido una de las grandes víctimas de la crisis en España puede parecer una obviedad. Pero el detalle de lo que han gastado las administraciones públicas en políticas y, sobre todo, lo que han dejado de gastar en sanidad, educación y servicios sociales arroja un escenario no tan obvio y muy desigual entre las distintas regiones españolas.
Partiendo de que han sido las administraciones autonómicas las que han tenido que adoptar más ajustes de gasto, lo cierto es que el sitio concreto dónde aplicar el bisturí ha sido decisión última de cada Gobierno regional.


Tal y como han explicado los economistas José Ignacio Conde-Ruiz y Juan Rubio-Ramírez en un artículo titulado El déficit o cómo asfixiar a las CC AA, el recorte del gasto que ha permitido a España realizar el proceso de consolidación fiscal “más importante de su historia” no se ha repartido por igual entre todas las administraciones. En su opinión “la estrategia de consolidación diseñada por el Ejecutivo del PP parece clara: limitar los ingresos y el déficit a las comunidades autónomas de forma que los gobiernos autonómicos se vean obligados a reducir el gasto irremediablemente”.
Las cifras presupuestarias durante los años de la crisis e incluso en los primeros ejercicios de la recuperación certifican que los recortes se han centrado en el dinero que gestionan las regiones:fundamentalmente en las partidas de educación, sanidad y servicios sociales.
Según un informe sobre gasto social comparado por comunidades autónomas de la Asociación Estatal de directores y gerentes en servicios sociales, entre 2009 y 2015 el total del presupuesto de las comunidades autónomas ha caído un 5%; de 174.694 a 166.104 millones de euros. Mientras que en este mismo periodo solo el gasto social en el conjunto de las comunidades se ha reducido el triple.
Cataluña ha liderado los recortes en sanidad: un 31%
En concreto, el gasto autonómico conjunto en sanidad, educación y servicios sociales ha pasado de 116.851 millones de euros a 99.874 millones, lo que ha supuesto un fuerte descenso del 14,5%. Ahora bien no todas las comunidades han sacrificado las mismas partidas. Este informe evidencia que, Cataluña –junto con Castilla-La Mancha– ha capitaneado los ajustes sociales en España, con una disminución del gasto social superior al 26% entre 2009 y 2015.
Es más, solo en sanidad, los catalanes han visto disminuir la inversión pública un 31% en este periodo. De esta forma, Cataluña ocupa el denostado primer puesto en el ranking de comunidades que más han recortado en el capítulo sanitario. De los 10.000 millones que se redujo la inversión en la sanidad pública en toda España durante en el periodo analizado, la mitad se perdieron en Cataluña.

Rusia y EE UU firman un acuerdo para construir una estación espacial en la Luna. 4º ESO

EL PAÍS CIENCIA
Nuño Domínguez

La instalación pretende ser el puerto de partida para misiones tripuladas a Marte.

Prototipo de la base en la órbita lunar. 

Detenido en Bélgica un español que lideraba una célula de captación del ISIS. 4º ESO

El detenido, según Interior, era el último eslabón de la denominada "rama belga".
Pinchando en el enlace se abre la noticia.

El descarrilamiento del ‘procés’

EL PAÍS
Eduardo Menzoda

Los que invocan el nacionalismo lo hacen en vano. El amor a la comunidad a la que uno pertenece y el cuidado de los intereses materiales y culturales de esa comunidad no se articulan hoy en día por medio del nacionalismo.


NICOLÁS AZNÁREZ


Hace unos días me pasaron a la firma un manifiesto sobre el referéndum catalán. Los firmantes eran personas que respeto y con muchas de las cuales tengo una buena amistad y el contenido del manifiesto era inocuo, a pesar de lo cual no quise sumarme a la lista de firmantes por varias razones de forma y de estrategia: en primer lugar, todos los firmantes tienen, sin ánimo de ofender, una cierta edad, con lo cual su opinión encarna la sabiduría y la experiencia, pero no representa el ímpetu y la esperanza de una población más joven. Al margen de esto, en el momento presente, un manifiesto publicado en un determinado órgano de expresión sería tomado como una declaración de guerra dijera lo que dijera. Y así ocurrió. Sin embargo, de poco sirvió mi exquisita prudencia y mi nombre ha sido incorporado a la lista de los firmantes a la hora de repartir denuestos. Qué le vamos a hacer.
Seguramente esta adhesión virtual se debe a unas declaraciones recientes, expresadas en el curso de una entrevista, en las que dije que el procés había descarrilado. Con eso quise decir que el planteamiento de la cuestión y su desarrollo posterior habían sido erróneos y seguían un camino equivocado, no tanto por su contenido, discutible en algunos puntos, pero merecedor de un serio debate, sino el espíritu que lo había alimentado y del que se seguía nutriendo. Con esta frase tan retorcida me refería, como añadí, al nacionalismo.
En la entrevista a que me refiero dije que el nacionalismo era un concepto anacrónico. Pervive, sin duda, en el ánimo de muchas personas, pero ha cambiado de sentido. Lo mismo ocurre con otros conceptos. Por ejemplo, el romanticismo. Si hoy digo que soy un romántico, nadie interpretará que pienso como Schiller o como Lord Byron, sino que me gustan las canciones melódicas y las películas ñoñas que acaban bien. Otros conceptos sufren hoy el mismo desgaste: democracia, por ejemplo; o socialismo. Pero no nos alejemos del tema. Lo que quería decir es que los que invocan el nacionalismo lo hacen en vano. El amor a la comunidad a la que uno pertenece y el cuidado de los intereses materiales y culturales de esa comunidad no se articulan hoy en día por medio del nacionalismo ni son, en rigor, nacionalismo. El nacionalismo tuvo su momento y pasó. Ahora es un conjuro que permite al que lo usa creer que representa los intereses de la comunidad y descalificar al que no comparte su postura. Por suerte o por desgracia, hoy en día los problemas son otros y añadir el elemento emocional a las cuestiones prácticas lo enreda todo. Pero también es cierto que las emociones existen y son importantes para quien las siente y rechazarlas con la altanería de quien está de vuelta de todo es contraproducente y está mal.
Las emociones existen y son importantes para quien las siente; está mal rechazarlas con altanería
Cataluña no es un país de ideas. Las relaciones humanas, el pragmatismo y la creatividad artística son sus principales virtudes. En uno y otro terreno subyace un elemento infantil que hace a Cataluña especialmente atractiva, como se demuestra por un turismo que la desborda. Y los visitantes acuden en masa a ver la obra de Gaudí y la de Dalí, dos artistas que apelan a lo que algunos llaman “el niño que todos llevamos dentro” y esta cualidad le ha permitido pasar rápidamente y con éxito de una economía industrial en decadencia a una economía de servicios y a Barcelona en la capital europea del desmadre. Nadie escapa a este influjo. Lo mismo se aplica las grandes manifestaciones públicas. Comparadas con las broncas de cualquier otro país, las manifestaciones que tienen lugar en Barcelona, sea para protestar o para exigir, son una fiesta escolar. La gente se ríe, se abraza, canta y su comportamiento, en todo momento ejemplar, hace que la manifestación parezca un juego. Los corresponsales extranjeros, que del niño ven la inocencia y no la rabieta, flipan y se apuntan a una causa tan guai. Del mismo modo, las actitudes desafiantes de los dirigentes, los insultos y las descalificaciones les salen del alma, pero vistas objetivamente, son de tebeo.
A esto el Gobierno español, tanto el actual, como todos los gobiernos que le han precedido a lo largo de una historia que dura más de cien años, no sabe cómo responder. En el caso del Gobierno actual la cosa se agrava porque sus recursos intelectuales son, por decirlo de algún modo, limitados. Regaña, llama al orden y amenaza, todo lo cual da el resultado contrario al que busca, si es que busca resolver el conflicto y no encrespar los ánimos con fines electorales. El recurso a la legalidad difícilmente surte efecto cuando ni este Gobierno ni ninguno ha demostrado mucha preocupación por las leyes a la hora de manejar los dineros propios y ajenos. Y la amenaza de poco sirve frente a la irresponsabilidad.
¿Qué hay que hacer? No tengo ni idea. Lo preocupante es que tampoco parece haber nadie que tenga alguna, salvo la de continuar la batalla de slogans y llegado el momento salir a la calle y liarse a mamporros. Mientras tanto, el papel de las personas como yo, apartadas de la cosa pública por inclinación, pero metidos en ella por las circunstancias, sólo puede ser el de intentar aclarar las ideas y reconducir las cosas a un terreno más serio. Y en cumplimiento de esta noble función hago dos apuntes de orden lingüístico e histórico.
Los recursos intelectuales del Gobierno actual son limitados. Regaña, llama al orden y amenaza
El primero es de uso interno: La Historia nos enseña que no se grita por las calles que no hay democracia cuando realmente no hay democracia; si te dejan salir a gritar lo que te da la gana es que las cosas no están tan mal. El segundo se refiere a la Guardia Civil. Los medios de información extranjeros califican a la Guardia Civil de “paramilitares”, lo cual es una falsedad, primero porque la Guardia Civil es una rama más de la policía estatal y segundo porque este término remite al lector a otros países y otras actividades que por fortuna no tienen nada que ver con lo que ahora pasa en Cataluña. Y quienes en Cataluña invocan la Historia reciente bien saben que el levantamiento militar de 1936 no triunfó en Barcelona gracias a la lealtad de la Guardia Civil a la República. Es verdad que luego fue un instrumento del franquismo, pero no más que los curas que ahora declaran su apoyo al referéndum.
Los medios de información cumplen una labor necesaria. Algunos son tendenciosos e incluso sectarios, pero en conjunto son la salvaguardia de las libertades o, al menos, una defensa contra el abuso de poder, en la medida en que son una tribuna abierta donde cabe la disidencia y la denuncia. Pero no son infalibles y, por la propia naturaleza de su función, son fragmentarios y precipitados. Alguien dijo que la guerra es un asunto demasiado serio para dejarlo en manos de los militares. Lo mismo se puede decir de la opinión pública: algo demasiado importante para dejarlo exclusivamente en manos de los medios de información. Y esto va también para el periódico en el que aparece este artículo. En medio de la vorágine, alguien tiene que pararse y ponerse a pensar un poco más a fondo.

“Identidad es una palabra peligrosa”

EL PAÍS
Juan Cruz

Conocemos algunos de esos usos, afuera y entre nosotros, siempre que se usa como insulto a los que no son o no creen o no se sienten como tú.


El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, en un mitin el pasado 22 de septiembre, en San Cugat (Barcelona).  REUTERS

Catalán, anticatalán. Si estás con el referéndum, catalán. Si no, anticatalán. ¿El argumento? No eres de aquí. Eres un renegado. Eres un fascista. Se lo han dicho a Serrat, se lo han dicho a Marsé. La violencia de los que han trazado esas banderías está en el señalamiento: a ese no lo queremos, no nos entiende, que se vaya.
La tachadura de la palabra Barcelona en la biografía de Marsé en una biblioteca catalana es más que un insulto o un símbolo: es una agresión que va al corazón mismo del hombre del que reniegan. “Fue uno solo”, dicen, para quitarle hierro al creyón negro de la tachadura. Uno solo es miles, y puede ser millones. Está firme el bando de los que han trazado la línea por la que no han de pasar los que están en contra, es la censura implacable de “los que no están con nosotros”.
No han cuidado las palabras, no han cuidado a las personas, a los que dicen NO los maltratan con palabras como lápices rojos o como burlas
¿Y a Serrat? No tiene nada que demostrar este poeta. Y sin embargo lo acorralan con palabras que parecen piedras oscuras en su mochila. Fascista. Desde Argentina el cantante lo ha dicho: no saben lo que es el fascismo. O acaso señalan con esa palabra para que el eco dé miedo. ¿Fascista Serrat? Es tan antiguo el insulto, tan inútil ya, y tan malvado.
Catalán, anticatalán. Tengo en la memoria la sonrisa de Puigdemont cuando Évole le pregunta por Kurdistán o el Sáhara, los referendos a los que el presidentdijo no. “Porque no estaban convocadosss”, dijo arrastrando sus dudas. La certeza está hecha para lo propio: los buenos y los malos, los catalanes que valen la pena y los catalanes que le dan pena, los que van a votar y los que dicen que no hay garantías para votar. Puigdemont es de la Cataluña indudable. Tomorrow belongs to me. Mañana Cataluña será el paraíso, no nos dejan serlo. La mentira es el fascismo por otros cauces.
No han cuidado las palabras, no han cuidado a las personas, a los que dicen NO los maltratan con palabras como lápices rojos o como burlas. Tengo aquí el último libro de Toni Judt, que estudiaba idiomas raros para entender a otros. El libro es El refugio de la memoria; alegre, comprometido con la vida; escrito cuando ya él estaba en la última fase del ELA y solo le quedaba dictar a una máquina, usando el raro tesoro del recuerdo. Su penúltimo capítulo se titula Gente fronteriza. Debería leerse ahora en Cataluña y en otras alambradas. “Identidad”, comienza, “es una palabra peligrosa. No tiene usos contemporáneos respetables”.
Conocemos algunos de esos usos, afuera y entre nosotros, siempre que se usa como insulto a los que no son o no creen o no se sienten como tú la palabra identidad es el principio de la tachadura. Marsé, con Barcelona tachada en su biografía. “Renegat”. ¿Serrat no quiere referéndum sin garantías? Fascista, toma dos tasas de insulto. Judt recuerda la famosa frase de Samuel Johnson sobre “el orgullo nacional”. “El patriotismo”, dice Judt en El refugio de la memoria, “todavía es el último refugio de los sinvergüenzas”. Él prefiere los confines, aquellos que practican la tolerancia, a los que están en los márgenes, “a la gente fronteriza. Mi gente”.
Cataluña no dejará de ser la canción de Serrat, la geografía de Marsé. Gente fronteriza, en los márgenes. Mi gente. La identidad, cuántas maldiciones se dicen en tu nombre.

El independentismo en Quebec solo está dormido

EL PAÍS
Amanda Mars

El bilingüismo ha mejorado la convivencia, pero dos referéndums después, celebrados en 1980 y 1995, la de Canadá sigue siendo una historia de dos soledades.


Referéndum sobre la independencia de Quebec en 1995.