Pósters con sonido, chips para monitorizar el cerebro y predecir enfermedades y la promesa de pantallas flexibles en tres años.
Una pantalla LCD flexible y circuitos de grafeno de FlexEnable. . GIANLUCA BATTISTA
Las pantallas de teléfono móvil táctiles equivalentes a las de cualquier smartphone de hoy pero con la capacidad de doblarse como una hoja de papel todavía no han llegado al Mobile World Congress (MWC). El grafeno promete revolucionar el sector de la telefonía en los próximos años y por primera vez dispone de un espacio propio en el congreso de telefonía de Barcelona. Las aplicaciones de este material son múltiples y van mucho más allá de las pantallas: desde chips que, incrustados en el cerebro, podrán detectar un ataque de epilepsia antes de que se produzca hasta tinta que, un vez impresa, nos permitirá interactuar con otros aparatos al tocarla. Pero, para que todo esto sea una realidad, ¿cuánto habrá que esperar?
Frank Koppens es el coordinador científico y tecnológico del pabellón dedicado al grafeno y profesor del Instituto de Ciencias Fotónicas (ICFO), creado en 2002 en Cataluña por iniciativa pública. Es la entidad que ha diseñado el pabellón del grafeno del congreso, junto con GSMA y The Graphene Flagship, un proyecto de la Comisión Europea de 1.000 millones de euros para impulsar este material en Europa. "Calculo que habrá pantallas flexibles en el mercado de la telefonía móvil dentro de unos tres años", vaticina Koppens.
FlexEnable es una empresa de Cambridge, Inglaterra, que fabrica pantallas flexibles con tinta hecha de materiales conductores. En un vídeo muestra una que se puede enrollar alrededor de un lápiz, pero no está hecha de grafeno. Se basa en la tecnología LCD, que ya utilizan muchos teléfonos actuales. El problema de la pantalla flexible es que al cabo de unas horas se degrada para estar en contacto con el aire, según explica Vincent Barlier. De hecho, la que exponen en su stand está protegida por un recipiente -rígido- para que esto no ocurra. Actualmente están trabajando con circuitos hechos de grafeno para superar este obstáculo e, incluso, se plantean el uso del material para proteger de los factores externos a las pantallas que ya fabrican. Cinco años es el tiempo que estiman que hará falta para poder ver móviles en dos dimensiones.
El nuevo material basado en el carbón destaca por su flexibilidad, tanto que se podría adaptar perfectamente, a diferencia de las placas de silicio, a la consistencia "de pudding" que tiene el cerebro humano, tal como explica el profesor del Instituto Catalán de Nanociencia y Nanotecnología (ICN2), Jose Antonio Garrido. Esta institución, conjuntamente con el Centro Nacional de Microelectrónica (CNM-IMB-CSIC), ha hecho un experimento en el ámbito de la medicina. Han demostrado que un chip de grafeno implantado en el cerebro y conectado a un emisor, que en un futuro se podría comunicar con un teléfono móvil, es capaz de predecir con antelación el ataque de epilepsia de un ratón. Todavía es pronto para hacer una previsión de cuándo se podrá probar en humanos.
Uno de los inconvenientes del grafeno es que todavía no se produce en masa y no está estandarizado, según explica Elisabet Prats, del CNM. The Graphene Flagship trabaja en esta línea, conseguir que las grandes empresas crean en las propiedades de este material —algunas ya participan en alguno de los proyectos de los partners del programa pero prefieren no hacerlo público— y, al mismo tiempo, hacer de Europa un referente en este ámbito, con gran peso de la investigación en Barcelona.
"En los años 60 ya se conocía la tecnología que ha hecho posibles las pantallas táctiles de hoy en día pero hizo falta esperar muchos años para verlas", reflexiona Alba Rosado, coordinadora técnica del pabellón dedicado al grafeno. Según ella, los medios de comunicación crean muchas expectativas alrededor del grafeno a pesar de que sólo haga 12 años que se descubrió el material. Es cierto que lo que se espera de esta nueva tecnología es tan alentador que genera cierta impaciencia pero, de hecho, en algunas de sus aplicaciones ya es una realidad.
Novalia es una compañía inglesa que hace pósters con audio. Uno de los que exponen en el congreso, imprimido sobre papel, tiene dibujada una batería y, al tocar las diferentes partes del instrumento, unos altavoces que hay detrás de la lámina reproducen un sonido u otro. La compañía, nacida en el centro de investigación del grafeno de la Universidad de Cambridge, comercializa este producto. Pero, ¿cómo se lo hacen para que una tinta impresa sobre un papel normal tenga capacidades táctiles?
El grafeno destaca por su poder conductor y Novalia ha creado una tinta para impresora hecha con este material. "Podemos producir varios litros al día en nuestro laboratorio", explica Nicolas Decorde, un investigador de Cambridge. Este líquido se introduce en los cartuchos normales de una impresora de inyección de tinta y es capaz de transportar la electricidad. Al tocarla con el dedo se cierra un circuito eléctrico colocado justo encima del papel y las aplicaciones son diversas. Otra de las que muestran es un teclado de piano imprimido sobre un papel capaz de interaccionar con la aplicación Garage Band del sistema operativo iOS, para iPhone y iPad.
La duración de la batería es el gran escollo de los teléfonos móviles. Si los aparatos del futuro tienen que ser delgados como una hoja de papel, ¿su fuente de alimentación obligará a que tengan una parte rígida? No será así. El Instituto Italiano de Tecnología, con sede en Génova, tiene la patente de una batería flexible basada en grafeno. La directora del proyecto, Anja Clarissa Bouerdick, que no quiere desvelar demasiados detalles, asegura que "Se podrá cargar de manera muy rápida".
No es casualidad que muchas veces se hable del grafeno como la panacea de la tecnología del futuro. Puede almacenar energía y funcionar consumiendo muy poco. Es por este motivo que Koppens ve que el material será esencial. "En los próximos años los datos que almacenan compañías como Facebook o Google se duplicarán por diez", asegura. Según él, los centros donde se guardan estos terabytes y terabytes de información no podrán continuar funcionando como hasta ahora porque requerirán una refrigeración y un consumo de energía demasiado elevados. Con el grafeno como apoyo para transmitir grandes cantidades de datos estos inconvenientes podrían desaparecer.
Hay quién se atreve a hablar de la Edad del Grafeno del mismo modo que se habla de la Edad de Piedra. El futuro lo dirá. Las promesas son sorprendentes. En el ámbito médico se plantea introducir el material en el cerebro para hacer recuperar el habla o la visión. En el tecnológico, móviles finísimos con baterías flexibles que se cargarán rápido y durarán mucho y en el ámbito del Internet de las cosas y los wearables, sensores hechos con este material para casi por todo.
Ya lo dijo John Hoffman, consejero delegado de la GSMA, las posibilidades son "casi infinitas". Algunas de ellas se pueden descubrir en el Mobile World Congress, donde el próximo jueves se celebrará un debate para profundizar sobre esta, para muchos, revolución de la telefonía móvil y que en 2010 fue protagonista del Nobel de Física.
EL PAÍS.COM
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