miércoles, 3 de febrero de 2016

HOLOCAUSTO JUDÍO. 4º ESO

 

Israel hace pública la petición de indulto del nazi Adolf Eichmann

“Yo no era el responsable, y como tal, no me siento culpable”, decía en su misiva

Adolf Eichmann, ante el tribunal, el 11 de abril de 1961.  AFP 
Israel ha hecho pública este miércoles la carta manuscrita que el nazi Adolf Eichmann envió en 1962 al entonces presidente, Isaac Ben-Zvi, para solicitarle clemencia dos días antes de ser ahorcado. Eichmann, que participó activamente en el envió de cientos de miles de judíos a los campos de exterminio, ha sido el único reo juzgado y ejecutado hasta ahora desde la fundación del Estado hebreo. Coincidiendo con la celebración del Día Internacional del Recuerdo del Holocausto, los archivos de la Presidencia israelí han mostrado este documento y otros relacionados con el proceso, que habían sido localizados recientemente para ser digitalizados. La petición llegó en forma de texto manuscrito en el que solicitaba la conmutación de la pena capital al asegurar que él solo fue “un mero instrumento” que obedecía las órdenes de los líderes del nazismo. “Yo no era el responsable, y como tal, no me siento culpable”, aseguraba el condenado.
El Mosad (servicio secreto israelí) había secuestrado en 1960 a Eichmann en Argentina, donde se había refugiado con identidad falsa, y le trasladó a Jerusalén para que fuera juzgado por crímenes de guerra y contra la humanidad, entre otros cargos. “Nunca ocupé una posición tan elevada como para ejercer una autoridad independiente, y nunca di órdenes en mi propio nombre, sino que actué de acuerdo con las órdenes de otros”, intento justificarse el reo para evitar el patíbulo.
El abogado de Eichmann, el alemán Robert Servatius, había alegado que su cliente era “una persona sin importancia que fue víctima de los acontecimientos políticos”. La filósofa judía alemana Hannah Arendt, que cubrió en 1961 el juicio del nazi en Jerusalén para la revista The New Yorker desató una agria polémica al intentar analizar lo que ella denominó “banalidad del mal”: cómo el procesado hacía hincapié en su actitud burocrática de amante del trabajo bien hecho mientras enviaba a la muerte a otras personas, según se refleja en la película que lleva el nombre de la pensadora, dirigida por Margarethe von Trotta en 2012.
El discurso de acusación del entonces fiscal general de Israel ante el tribunal que condenó a muerte a Eichmann, cuyo texto manuscrito también se ha hecho público ahora, constata sin embargo cuál era la visión de la sociedad israelí de la época, apenas 15 años después del fin de la II Guerra Mundial. Así rezaba su prefacio: “Cuando comparezco ante ustedes, jueces de Israel, para presentar cargos contra Adolf Eichmann no estoy solo. Junto a mí hay seis millones de acusadores. Pero ellos no pueden ponerse en pie y señalar con el dedo al hombre que se sienta en el banquillo al grito de “J´accuse!” (Yo acuso) en sus labios. Ellos ahora solo son cenizas apiladas en lo alto de las colinas de Auschwitz, en los campos de Treblinka y esparcidas por los bosques de Polonia. Sus tumbas están extendidas por toda Europa. Su sangre grita, pero su voz ha sido acallada. Ahora yo hablaré por ellos, y en su nombre voy a presentar esta terrible petición de condena”.
EL PAÍS Internacional

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