viernes, 26 de abril de 2019

La noche en que se salvó Notre Dame

EL PAÍS INTERNACIONAL
Silvia Ayuso

Los testigos reconstruyen las nueve horas cruciales que hicieron temer por la destrucción total del templo.


Interior de la catedral de Notre Dame, donde se observa la vidriera del rosetón bajo el techo destrozado por el incendio.  AFP | 


Nadie que pise los restos de Notre Dame sale indemne. Ya sean obispos, políticos, expertos, bomberos o los pocos periodistas que han tenido acceso a la catedral incendiada la noche del lunes, todos salen con el gesto sombrío y el corazón encogido. Tan grandes son los daños. Pero podría haber sido peor. Por unas horas, se creyeron perdidos ocho siglos de historia de París, de Francia, de Europa. No fue así. Este es un relato de los acontecimientos que se sucedieron durante la noche en que pudo arder París, pero se logró salvar Notre Dame.

LA ALARMA. Es Lunes Santo y un París inundado de turistas de Semana Santa —por sus calles se pasea hasta Michelle Obama, que al día siguiente presenta sus memorias en la capital francesa— empieza a cerrar en calma la jornada. A las 18.00, en Notre Dame, aunque las visitas ya han concluido, sigue habiendo gente. Acaba de comenzar una misa. Poco antes, a las 17.50, el último obrero que trabaja en las obras de restauración iniciadas el año pasado —debido a las cuales se erigen varias toneladas de andamios sobre el tejado de la catedral— abandona la zona, tras apagar la electricidad de los dos ascensores del andamiaje y el alumbrado de la obra, según la empresa responsable de los trabajos. Toda la estructura que sostiene el techo de la catedral es de madera centenaria, por lo que las medidas de precaución son extremas. “Tenemos vigilantes que van tres veces al día a la cubierta para verificar que no arde”, explica el rector de la catedral, Patrick Chauvet. La primera alarma suena a las 18.20. “Pero no se constata ningún fuego”, contará después el fiscal de París, Rémi Heitz, cuya oficina ha priorizado en todo momento la tesis del accidente. Aun así, se decide evacuar preventivamente el templo. A las 18.43, suena la segunda alarma. Los vigilantes vuelven a subir. “Allí ya se constata el fuego a nivel de la cubierta”, explica Heitz. “Pero era demasiado tarde, ya había fuego y no se podía hacer nada. Una cubierta del siglo XIII arde rápido”, se resigna Chauvet.
¡FUEGO! El rector de Notre Dame acababa de salir de la catedral cuando un comerciante de la calle aledaña le llama la atención. “Me dice: ‘Monseñor, hay humo saliendo de la iglesia’. Volví de inmediato, eran las siete menos diez y fui al presbiterio a ver qué pasaba. Ya habían llamado a los bomberos”. La primera reacción de Olivier de Châlus en cuanto oyó que salía humo de la catedral también fue “precipitarse” hacia el monumento al que ha consagrado su vida. “Fui uno de los primeros en llegar”, cuenta este doctorando en Historia Medieval que lleva 10 años trabajando como jefe de los guías de Notre Dame. “El fuego había empezado a ganar, las brasas caían sobre la plaza y nos vimos obligados a alejarnos hasta el fondo, donde permanecimos horas de pie viendo cómo ardía la catedral, sin poder hacer nada”. Una angustia compartida por miles de personas que asisten desde los alrededores, también impotentes, al espectáculo de las llamas devorando Notre Dame. “En el momento en que el tejado se hunde, se escucha un grito de estupor que la gente no puede reprimir”, recuerda el fotógrafo Geoffroy Van der Hasselt, que, en cuanto vio cómo sobre el cielo de París se erigía una columna de “humo amarillo y verde”, decide acercarse a la catedral. Poco después, cuando adivina que el hundimiento de la aguja es inminente, se prepara. “Estoy concentrado, esperando el momento en que caiga y saco una ráfaga de fotos”. La imagen que capta abrirá las portadas de periódicos de medio mundo el día siguiente. Para entonces, sobre las 20.00, los bomberos llevan ya una hora luchando contra el fuego. Acompañados por los cánticos religiosos que, de forma espontánea, entonan miles de espectadores, librarán una batalla que durará nueve horas, hasta que de madrugada, a las 3.30, se atreven a declarar el incendio controlado, que no completamente apagado. Alrededor de 400 bomberos y 18 bombas de agua trabajarán todo ese tiempo de manera incansable. Pero el destino de Notre Dame se decide en mucho menos tiempo.
EL CUARTO DE HORA DE LA VERDAD. “Todo se jugó en un cuarto de hora, no más de media hora”, revelará después el secretario de Estado del Interior, Laurent Nuñez. El fuego ha llegado a la torre norte y, si esta cae, caerá todo el edificio. En la célula de crisis instalada junto a la catedral, las máximas autoridades del país escuchan al general de los bomberos, Jean-Claude Gallet. Está hasta el presidente, Emmanuel Macron, que por el incendio ha cancelado el discurso crucial que iba a pronunciar esa noche con medidas clave para paliar la crisis de los chalecos amarillos. “El general dice que, para salvar las torres, hay que intervenir y hacer subir a 10 hombres, con un riesgo consentido. Es decir, 10 hombres que no sabemos si volverán a bajar. Es un momento… Nadie habla, todos confiamos en él”, relata la alcaldesa de París, Anne Hidalgo. A las 22.50, un suspiro de alivio. El fuego en las torres ha sido contenido. Salvar Notre Dame empieza a parecer plausible.
EL DÍA DESPUÉS. El martes amanece gris y frío, como el ánimo de todos en Notre Dame. Los restos carbonizados del tejado cubren toda la plaza frente a la catedral. Dentro, la imagen es más dantesca aún. “Sobre la nave hay dos agujeros enormes, como si una bomba hubiera caído sobre la catedral”, relata el rector. Aun así, hay algunas buenas noticias. Se han logrado salvar las principales reliquias, algunas sacadas en brazos por los propios bomberos, y los rosetones no corren peligro inmediato. Tampoco se ha dañado el órgano. Incluso se ha hallado el gallo que coronaba la malograda aguja. La noticia no anima a muchos de los bomberos que siguen trabajando sin descanso. “Hicimos lo que pudimos, pero estoy triste”, susurra uno, a pesar de que les han prohibido hablar con los medios. Aunque tiene seis años de experiencia, reconoce: “Este fuego no lo olvidaré jamás”. Pocos lo harán.

PARÍS TENDRÁ UNA SEO “EFÍMERA” DURANTE LA RECONSTRUCCIÓN

La reconstrucción de Notre Dame será una lucha contra reloj para cumplir el plazo máximo dictado por el presidente francés, Emmanuel Macron, de reabrir en cinco años. Aunque no es mucho tiempo para que la catedral de París recupere sus ocho siglos de esplendor, sí se puede hacer muy largo para todos aquellos que sienten la pérdida de uno de los monumentos más visitados de la ciudad. Para ellos, el rector de Notre Dame, Patrick Chauvet, quiere construir una “catedral efímera” de madera que buscará suplir, al menos, la parte espiritual del templo gótico.
“No vale decir que la catedral estará cerrada durante cinco años y ya está”, explicó Chauvet en la cadena CNews. “Así que me he dicho: ¿no podríamos construir sobre la plaza [frente a Notre Dame] una catedral efímera?”, explicó Chauvet en la cadena CNews. Según aseguró, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, ha aceptado el proyecto y permitirá que la construcción de madera se erija sobre “una parte” de la plaza, mientras se realizan los trabajos de restauración.
“Quiero un lugar que sea bello, que sea un poco simbólico, que atraiga”, dijo Chauvet sobre la construcción que imagina, pero que todavía no ha sido diseñada. Deberá ser un “lugar de acogida” en el que habrá “curas para poder hablar”, pero en el que también se pueda seguir recibiendo a los “curiosos” y a 13 millones de turistas que visitaban anualmente Notre Dame hasta la fatídica noche del lunes.
Chauvet anunció sus planes pocas horas antes de participar en los homenajes que París dedicó ayer a los bomberos que evitaron que la catedral acabara totalmente destruida por las llamas. La primera ceremonia se celebró en el Elíseo, donde Emmanuel Macron anunció que el papa Francisco ha aceptado visitar París. “He hablado con el Papa por teléfono. Evidentemente, lo he invitado a venir, y vendrá en su momento”, declaró. El mandatario calificó de “ejemplar” el trabajo de los 600 bomberos que trabajaron en el siniestro —400 en la catedral y otros 200 de apoyo logístico— y anunció que recibirán una medalla de honor por acto de valor y su dedicación. 
No será la única condecoración que reciban los denominados “soldados del fuego”. Poco más tarde, en una ceremonia abierta al público ante el Ayuntamiento de París, desde donde se divisan las ruinas de Notre Dame, la alcaldesa de la capital anunció que los bomberos también serán nombrados “ciudadanos de honor” de la ciudad en la que salvaron, no solo un monumento, sino una parte de todos los parisienses.

El inversor ruso de los supermercados Dia mete miedo a los inversores para que acepten su opa

EL PAÍS ECONOMÍA
Cristina Delgado

LetterOne ha ampliado el plazo una semana para su oferta de compra y advierte a quienes tengan pensado rechazarla del riesgo que corren si retienen sus títulos.


Fachada de una tienda Dia, en Madrid. 

Elecciones 28 de abril

EL PAÍS ELECCIONES GENERALES

Los programas electorales desvelan las diferencias de los partidos a la hora de abordar asuntos de máximo interés. Los impuestos, las políticas para mejorar la igualdad hombre-mujer o el uso de energías alternativas son asuntos que interesan y mucho a mucha gente y que pueden condicionar el voto a la hora de acudir a las urnas.




Comparador de programas electorales
Pinchando en el enlace se accede al reportaje.

Baguz, el sepulcro sirio del califato del ISIS

EL PAÍS INTERNACIONAL
Natalia Sancha 

La última zona que controló el Estado Islámico es aún escenario de ataques yihadistas esporádicos.


Milicianos de las Fuerzas Democráticas Sirias el 9 de abril en Baguz. NATALIA SANCHA

En Baguz, un poblado en el desierto del este de Siria junto a la frontera con Irak, ha encontrado su sepultura el califato del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés). Bajo la árida tierra de este oasis están enterrados en una enorme fosa común los cuerpos de cientos de yihadistas y sus familiares, caídos durante la ofensiva lanzada en marzo por las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS, milicias kurdo-árabes) y apoyada desde el aire por los cazas de la coalición internacional que encabeza Estados Unidos. En un escaso kilómetro cuadrado del desierto se rindieron finalmente unas 75.000 personas, remanente del califato que en 2014 y desde la ciudad de Mosul proclamó su control sobre un territorio a caballo entre Siria e Irak y sometió a 7,7 millones de personas.

“Los últimos días de combates fueron muy duros”, relata Al Roj, miliciana a cargo de una unidad que criba el perímetro de Baguz en busca de minas, armas, granadas y munición que ha dejado atrás el ISIS. Tras un rápido avance de las fuerzas aliadas que expulsaron en octubre de 2017 a los yihadistas de la que proclamaron su capital, Raqa, la batalla final por Baguz duró cuatro largos meses. Mientras los milicianos relatan los feroces combates que libraron casa por casa, una enorme excavadora arrastra una bola de mantas y madera que un mes atrás servía de endeble refugio a los yihadistas. “En Baguz se concentraron no solo los combatientes extranjeros más recalcitrantes, sino también muchas mujeres y niños, por lo que tuvimos que paralizar la ofensiva en numerosas ocasiones para acordar su salida y la liberación de nuestros compañeros capturados”, explica la miliciana.
El pasado 23 de marzo, las FDS proclamaron el histórico “fin del califato” en Baguz. Y, sin embargo, los bombardeos y combates prosiguieron hasta hace una semana, cuando las fuerzas kurdas evacuaron aún a unas 500 mujeres y niños junto con docenas de yihadistas que se habían escondido en cuevas. Las FDS denegaron todo acceso a la prensa durante la refriega final.
“Estaban en las cuevas bajo ese acantilado, pero ya no queda nadie”, afirma otro miliciano, señalando con su fusil a una falla cercana. Fuentes locales aseguran que abatieron a varios radicales y apresaron a otros heridos tras enfrentamientos con el último grupo de unos 15 combatientes. Entre las filas aliadas, dos milicianas perdieron la vida cuando una yihadista detonó un cinturón de explosivos mientras era cacheada. Cerca de 11.000 milicianos, la gran mayoría kurdos, han muerto luchando contra el ISIS en el último lustro.
Ropas, armas, pintadas y banderas del ISIS han quedado esparcidas tras la caída del último bastión de los yihadistas en Siria. Un enjambre de moscas sobrevuela restos de comida putrefactos. A pesar de que 40.000 niños han salido de este pedazo de desierto, no se avista un solo peluche o juguete. Cientos de vehículos quemados y agujereados son remolcados por camiones. Son los únicos transportes, junto con los camiones cisterna repletos de crudo, que atraviesan este desierto minado por células durmientes del ISIS.
Una casa abandonada en Baguz tras la caída del califato, el pasado 9 de abril.
Una casa abandonada en Baguz tras la caída del califato, el pasado 9 de abril. 
Pero no son solo explosivos y municiones lo que retiran los milicianos de la tierra de Baguz. También los móviles de los yihadistas muertos, a los que extraen las valiosas tarjetas de memoria. Estas piezas son analizadas en una base militar no muy lejana, donde un joven ingeniero de telecomunicaciones se encarga de analizar su contenido. “Hemos identificado 173 centros mediáticos del Daesh [acrónimo peyorativo del ISIS en árabe] en Raqa”, explica el analista. “Los registros de llamadas suponen una importante fuente de información a la hora de rastrear a renombrados yihadistas o de descifrar el sistema operacional del grupo terrorista”, añade.
A pesar del ambiente victorioso de las FDS que reina ahora en Baguz, los movimientos en los alrededores recuerdan que el ISIS no está acabado. En apenas una semana el Estado Islámico ha reivindicado media docena de atentados contra convoyes de las milicias que han matado a más de 20 personas. Los vehículos que viajan hacia el norte, pasando por los yacimientos de crudo de Al Omar —los más importantes del país— hasta Al Shadadi, lo hacen a toda velocidad, a sabiendas de que se trata de un avispero de células durmientes camufladas entre una población abiertamente afín al ISIS.

Motín

Con la caída del califato, más de 78.000 mujeres yihadistas y sus hijos han quedado confinados en tres campos de acogida y más de 5.000 terroristas han sido encarcelados en celdas kurdas en el noreste, pero muchos yihadistas y simpatizantes siguen habitando estas tierras. “No puedes meter a media provincia en prisión”, argumenta desde el anonimato un líder tribal local.
Además, recientemente, las fuerzas especiales kurdas tuvieron que sofocar un motín en el centro penitenciario de Derik (noreste), donde custodian a los combatientes extranjeros más peligrosos y radicales. “Docenas de ellos se habían reagrupado entre las celdas y el patio y pretendían reventar una pared para escapar”, relata en su base de Derik el jefe de una de las unidades antiterroristas kurdas que participaron en la operación. “Acabado el califato, nos toca trabajar a nosotros para desmantelar las células durmientes del Daesh. Antes estaban localizados en un mismo sitio, pero ahora es un enemigo más peligroso porque no sabemos cuándo ni dónde van a golpear”, apostilla Amargui, de la sección femenina de la YAT (unidad antiterrorista), que también intervino para parar el motín.
Las FDS, además, han llamado a los países de origen a que repatríen a sus nacionales yihadistas o, en su defecto, a la creación de una corte penal internacional para juzgarlos por sus crímenes. Propuestas a las que Europa es reacia. España se plantea repatriar a tres mujeres nacionales y a los 15 menores que EL PAÍS localizó en el campo de acogida de Al Hol, en el noreste sirio.

TRAS EL RASTRO DE ABUBAKER AL BAGDADI

N.S.
Entre el humo de incontables pitillos y sorbos de té, los oficiales debaten sobre la suerte del autoproclamado califa Abubaker al Bagdadi y sus adjuntos. Los menos le sitúan en el desierto de Palmira, en zona bajo control del Gobierno de Damasco. Los más, lo hacen en Idlib, última provincia insurrecta en la frontera occidental siria con Turquía donde gobiernan grupos yihadistas afines a Al Qaeda. Ninguno parece dar crédito a quienes le ubican en Irak.
Desde el tejado de una derruida villa se avista el Éufrates, que parte la tierra en dos en Baguz. La ribera oriental ha quedado bajo control de las FDS. La occidental en manos del Ejército regular sirio, asistido por los cazas rusos desde el cielo y las milicias aliadas proiraníes en tierra que a su vez han combatido al ISIS en esta desértica zona. “Con la ayuda de contrabandistas y barcazas, docenas de yihadistas han logrado escapar río abajo y proseguir más tarde por tierra hasta Idlib”, relata un oficial kurdo.

Incendio de Notre Dame de París


Homenaje a los bomberos de París en su lucha para controlare el incendio de la catedral de Notre Dame de París.


El expresidente de Volkswagen será juzgado por el escándalo del «diselgate»

ABC ECONOMÍA
Rosalia Sánchez

Martin Winterkorn se enfrenta a hasta 10 años de cárcel.


Martin Winterkorn en una imagen de archivo - REUTERS


Será un juicio por vía penal y Martin Winterkorn se enfrenta a hasta 10 años de cárcel. La justicia alemana ha acelerado el procedimiento por el «dieselgate» inculpando por fraude al expresidente de Volkswagen y a otros cuatro responsables del fabricante por trucar millones de coches diésel para falsear las mediciones de contaminación. Winterkorn ha sido acusado de «fraude» y «violación de la ley contra la competencia desleal», según el comunicado de la fiscalía de Brunswick, que no ha divulgado, por otra parte, la identidad de los otros cuatro inculpados ni sus funciones pasadas o presentes en Volkswagen.
El expresidente del más emblemático fabricante alemán de automóviles estaba a cargo de la empresa cuando estalló el escándalo, en septiembre de 2015, y «no divulgó, cuando tuvo conocimiento», el 25 de mayo de 2014, «a las autoridades y a los clientes en Europa y Estados Unidos, las manipulaciones ilegales de motores diésel», afirma la fiscalía.
Se le reprocha asimismo que debería haber dimitido mucho antes por el escándalo y se le acusa de «no haber impedido la venta de coches equipados con programas» capaces de falsear los niveles de contaminación ni a partir del momento en que tuvo conocimiento del asunto ni a partir del momento en el que la prensa alemana publicó los primeros informes al respecto.
El grupo Volkswagen, a su vez, está acusado de haber procedido «con el aval de Winterkorn» en noviembre de 2014 a una actualización «inútil» de un programa para «continuar disimulando» el fraude. El gigante alemán, que agrupa a doce marcas, admitió en 2015 haber equipado 11 millones de coches con programas capaces de falsear el nivel de emisiones.
El sumario de este juicio acumula ya 75.000 páginas. La directiva de Volkswagen cerró filas durante meses en torno a Winterkorn y su equipo pero finalmente reconoció en 2016 que su expresidente fue advertido a través de un «memo» de mayo de 2014 sobre las irregularidades de los niveles de emisiones en Estados Unidos. Martin Winterkorn, ingeniero, al frente de Volkswagen entre 2007 y 2015, presumía de conocer «cada tuerca» de sus modelos y marcó un estilo propio de dirección en la empresa automovilística alemana, muy personalizado y autoritario, que se vino abajo tras el escándalo, sumiendo en la compañía en la peor crisis de su historia y a la industria alemana en un periodo de incertidumbre que está dañando gravemente tanto el «made in Germany» como las perspectivas de crecimiento del PIB alemán.
En Estados Unidos, donde Volkswagen se declaró culpable de fraude y obstrucción a la justicia, ocho actuales y exdirigentes de la empresa, entre ellos Winterkorn, han sido procesados por «fraude» y «conspiración». La defensa de Volkswagen sostiene que fue un puñado de ingenieros quien organizó el engaño, sin que lo supiesen sus superiores, y que las informaciones conocidas por los directivos no los obligaba a informar al mercado. Hasta ahora el fraude le ha costado a Volskwagen unos 29.000 millones de euros en llamadas a revisión de coches y procedimientos judiciales. La mayoría de este monto se pagó en Estados Unidos. En Alemania se contabilizaron el año pasado dos multas por 1.800 millones de euros y, además del juicio ya iniciado, se perfila otro más, después de una querella colectiva que ya suma a más de 410.000 clientes.
Tras su dimisión y a partir de principios de 2017, Martin Winterkor cobra una pensión diaria de 3.100 euros, según información publicada por «Bild», una de las más altas que cobran o han cobrado responsables empresariales en la historia de Alemania. Hasta el 31 de diciembre de 2016 percibió un salario base anual de 1,6 millones de euros y a partir de 2017 recibe un 70% de su sueldo base, es decir, 93.000 euros al mes. En su último verano al frente de la empresa, ya estallado el escándalo, cobró además 4,1 millones de euros en concepto de bonus y a final de año 1,7 millones adicionales. Otros miembros de la directiva, como gesto de cara a los empleados, renunciaron al 30% de sus bonus debido a la crisis. Winterkorn, que en el momento de su dimisión era el ejecutivo mejor pagado de Alemania, no participó de esa iniciativa y en su último año antes de conocerse el fraude cobró de Volkswagen más de 16 millones de euros en total.
Por otra parte, el «dieselgate» deparó a Volkswagen pérdidas récord de 1.600 millones de euros en el primer año tras destaparse el fraude y la directiva, encabezada ahora por Matthias Müller, anunció la reducción de 30.000 puestos de trabajo hasta 2020, además de no renovar los contratos de varios miles de trabajadores temporales.

El «annus mirabilis», la espectacular racha de victorias del Rey Planeta antes del ocaso del Imperio español

ABC HISTORIA
César Cervera

Mientras Spínola tomaba Breda, una flota dirigida por el español Fadrique de Toledo se preparaba para recuperar Bahía de manos holandesas y Cádiz se defendía con éxito de un ataque inglés de dimensiones catastróficas.


El socorro de Génova por el segundo marqués de Santa Cruz, de Antonio de Pereda - Museo del Prado


El ascenso al poder de Felipe IV, «el Rey Planeta», y de Baltasar de Zúñiga, luego remplazado por su sobrino el Conde-Duque de Olvidares, provocó un cambio en la política exterior del Imperio español. De la política de pacificación de Lerma se pasó al belicismo de Olivares, que era defensor de retomar la guerra contra las Provincias Unidas. Las ganas no faltaban, pero la escasez de fondos no daba margen para grandes operaciones militares.
El 9 de abril de 1609 se firmó una tregua entre España y la República Holandesa. La paz supuso un descanso económico para ambas partes tras 40 años de guerra. Sin embargo, el cese de las hostilidades tuvo aspectos negativos para España. El Duque de Lerma no consiguió arrancar a los rebeldes concesiones religiosas para los católicos y no pudo evitar que los holandeses aprovecharan la tregua para acosar a las posesiones del Imperio español en América y en el Pacífico, sobre todo las pertenecientes a Portugal. Debido a la ambigüedad en algunos términos, las agresiones holandesas contra las colonias ibéricas fueron una constante de la llamada Compañía de las Indias Orientales, siendo el principal campo de batalla el Lejano Oriente. En abril de 1610 los neerlandeses sufrirían un duro revés cuando cinco buques de guerra fueron derrotados en las costas de Manila por una flota comandada por el gobernador de Filipinas. Solo era el primer aviso.
A pesar de algunos reveses, la flota holandesa continuó en los siguientes años con sus ataques: en 1614 diez barcos de la Compañía de las Indias Orientales asolaron el tráfico marítimo y las poblaciones costeras de Filipinas. En África, las incursiones enemigas fueron igual de frecuentes. Los holandeses fundaron un fuerte en Moree, cerca de la base portuguesa de Sao Jorge da Mina. Y en América, los choques fueron dirigidos a las posesiones portuguesas en la cuenca del Amazonas y la costa de Guyana, pues estaban peor defendidas que las zonas estrictamente castellanas.

Rendición de Breda, la obra de arte de Spínola

En paralelo a todos estos ataques, las Provincias Unidas tejieron una red de alianzas con los enemigos tradicionales del Imperio español, esto es, los protestantes alemanes, las ciudades hanseáticas, Suecia, Saboya (ahora enemiga de España), el Imperio otomano y Venecia. El aumento de poder de los fanáticos calvinistas provocó que el país se preparara, al igual que España, para retomar el conflicto en la década de 1620. Ambrosio Spínola, un general genovés al servicio de España, se encargó de dirigir las operaciones militares en los Países Bajos, donde, a diferencia del reinado de Felipe II, ya no se buscaba recuperar la obediencia de las provincias rebeldes, sino redefinir las fronteras entre lo que luego sería Bélgica y Holanda.
En el verano de 1622 los españoles fracasaron en su intento de tomar Bergen-op-Zoom, por lo que la política de asedios parecía descartada por todos. Olivares consideraba que la mejor opción era una guerra económica sin grandes asedios. No así Ambrosio de Spínola, que se empecinó en tomar la fortaleza de Breda, una de las más rocosas de Europa. El general banquero contaba a sus espaldas un historial impresionante de asedios exitosos, por lo que ni Olivares ni Felipe IV consiguieron disuadirle de que pusiera fin a un sitio que se prolongó durante un año entero. Un observador inglés apuntó desde Bruselas: «El Marqués de Spínola ha tomado la determinación bien de someter Breda, bien de enterrar su cuerpo y su honor en las trincheras cavadas ante ellas». El 5 de junio (el 2 se firmaron las capitulaciones) de 1625, Spínola lograba la rendición de Breda y la entrega de las llaves.
Mientras Spínola tomaba Breda, una flota dirigida por el español Fadrique de Toledo se preparaba para recuperar Bahía de manos holandesas. La flota holandesa, impaciente por sacar el máximo rédito al reinicio de las hostilidades, había tomado en 1624 la capital brasileña. La respuesta española consistió en la flota más grande que hasta entonces había cruzado el Atlántico, unas aguas acostumbradas a pequeñas escaramuzas de pocos bajeles. A su frente se puso el español Fadrique de Toledocapitán general de la Armada del Mar Océano, que había vencido varias veces en combates navales a holandeses e ingleses.

Recuperar Salvador de Bahía de manos holandesas

El brillante almirante derrotó a la flota holandesa que protegía la ciudad brasileña y desembarcó 3.500 hombres de la temida infantería hispana. No en vano, el asedio se prolongó durante un mes hasta que los holandeses se rindieron. Las tropas españolas tomaron 18 banderas, seis naves, 260 caños y 500 quintales de pólvora, además, recuperaron las mercancías saqueadas en la toma de la ciudad, valoradas en 300.000 ducados.
Unos meses después arribó en Salvador de Bahía otra flota holandesa, con 34 buques, que desconocía que el asedio español había desembocado en una gran victoria. Sin rastro de los defensores holandeses, la sorpresa de la flota de refuerzo debió ser monumental cuando se topó con la peor bienvenida imaginada: los galeones españoles señalando la puerta de salida.
Una parte de esta flota se dirigió al Caribe para atacar San Juan de Puerto Rico el 24 de septiembre. Los holandeses saquearon la ciudad y la catedral, pero el fuerte de San Felipe del Morro aguantó cuatro semanas en una heroica defensa protagonizada por el gobernador Don Juan de Haro y 300 soldados. Los invasores desistieron de sus ataques y, tras contar su pobre botín, volvieron a reembarcar para lamerse las heridas: alrededor de 400 bajas. La diezmada flota volvió a Holanda tras meses merodeando, sin éxito, el Caribe, y de que muriera su comandante. El resto de supervivientes de la flota original se dirigieron a África, al fuerte Sao Jorge da Mina, que los holandeses pensaban defendido por solo 57 soldados. Y así era, salvo porque el gobernador Don Fernando de Sotomayor consiguió levantar un pequeño ejército de la nada de entre las tropas locales. Con él que emboscó a los invasores nada más poner un pie en África.
En las aguas europeas las Provincias Unidas registraron también problemas ese mismo año. En octubre de 1625, una terrorífica tempestad asoló una flota anglo-holandesa que bloqueaba Dunkerque, la base desde donde el Imperio español y un grupo de corsarios católicos castigaban la flotilla holandesa en el Norte de Europa. Los corsarios aprovecharon las consecuencias de la tempestad para atacar una escuadra holandesa compuesta por unos 200 pesqueros y 6 buques de guerra. En un espacio de dos semanas, las Provincias Unidas perdieron cerca de 150 naves y les fueron hechos 1400 prisioneros.

Defensa de Cádiz ante un ataque inglés

En lo referido a Inglaterra, cuyo nuevo Rey declaró también la guerra a España ese año, el Duque de Buckingham, primer ministro de Carlos de Estuardo, planeó una gran expedición naval contra las costas peninsulares al estilo de las dirigidas por Francis Drake en el siglo anterior. En total, ingleses y holandeses reunieron 92 buques, 5.400 marinos y unos 10.000 soldados, cuyos objetivos eran causar el mayor daño posible a la Corona, capturar algún puerto y asaltar la Flota de Indias que llegaba a finales de año. No lograron cumplir con ninguna de estas instrucciones.
Una vez en las costas hispánicas, los ingleses insistieron en rememorar los éxitos de Isabel Tudor en Cádiz y pusieron cerco a este puerto. Y como si todos fueran víctimas de un bucle histórico, el encargado de defender Cádiz fue el Duque de Medina Sidonia, Juan Manuel Pérez de Guzmán y Silva, hijo del que mandó la Armada Invencible y defendió con tanta torpeza el puerto andaluz a finales del siglo pasado. Esta vez, sin embargo, el desastre lo protagonizaron los británicos. Asistido por Fernando Girón, un veterano militar que se movía en una silla para gotosos, Medina Sidonia rechazó el desembarco inglés, mal organizado y peor ejecutado. La Flota de Indias entró sin oposición en Cádiz el 29 de noviembre, lo cual casi agradecieron los ingleses que, de haberse topado con una fuerza así, habrían multiplicado sus pérdidas.
Además, una flota hispana bajo el mando del Marqués de Santa Cruz (el hijo del famoso almirante de Felipe II, Álvaro de Bazán) forzó a las fuerzas saboyanas y francesas a levantar su cerco sobre Génova, la patria de los Spínola y los Doria. Sin mediar declaración formal, la Francia de Richelieu empezó a guerrear junto a Saboya y Venecia contra España. Como represaría las propiedades francesas fueron confiscadas y el comercio entre ambos países prohibido.
Olivares aprovechó todas estas gestas, el «annus mirabilis», para poner en marcha una serie pictórica de doce obras que decorara el Salón de los Reinos, en el Retiro. Distintos autores se encargaron de pintar estas obras de carácter histórico-militar, entre las que brillaba el lienzo del joven Diego de Velázquez «La rendición de Breda» o de «Las Lanzas».