Javier Salvatierra
La dirección advierte de que la facturación bajará un 4% en el primer trimestre por el impacto negativo de la crisis que atraviesa.
Una cliente entra en un establecimiento Dia en Sevilla. PACO PUENTES
La tormenta perfecta que en octubre se cernió sobre Dia en forma de pérdidas —352 millones en 2018—, irregularidades contables, situación de quiebra técnica y la pugna por el control de la cadena de supermercados entre el consejo de administración y el máximo accionista, el fondo Letterone, sigue pesando en las cajas registradoras de las tiendas. Las medidas tomadas por los administradores en los últimos meses para contrapesar el deterioro de negocio y de imagen no están dando resultado y las ventas de la cadena siguen cayendo, como admitió este martes la dirección de la empresa en el documento en el que recomendaba a los accionistas aceptar la opa de Letterone ante la falta de alternativas.
Entre las razones por las que el consejo de administración de Dia recomendó este martes a los accionistas está "la necesidad de revertir la tendencia negativa del negocio" en la que está inmersa la cadena. Atribuye esa tendencia al "impacto negativo derivado de la incertidumbre existente sobre la situación financiera y patrimonial de la sociedad". Es decir, la crisis que atraviesa la empresa se retroalimenta para lastrar su imagen y su negocio. Y pone cifras a ese impacto negativo. A falta de confirmarlas, las ventas comparables en el primer trimestre caerán un 4,3% en los mercados donde opera, España, Portugal, Argentina y Brasil. En España, la caída de las ventas será del 4,4%, "con un deterioro progresivo a lo largo del periodo". Las cuentas del primer trimestre se harán públicas el próximo 14 de mayo. En 2018, Dia presentó unos resultados negativos con pérdidas de 352 millones y una caída de las ventas del 11% respecto a las del año anterior. Quedó además en situación de quiebra técnica y en causa de disolución al presentar un patrimonio neto negativo de 166 millones.
El consejo hacía este anuncio en el documento en el que expresó este martes su opinión favorable a la opa del máximo accionista, el fondo Letterone del magnate ruso Mijail Fridman, que posee el 29% de la cadena de supermercados. Pese a que el precio que ofrece el fondo radicado en Luxemburgo es baja, 0,67 euros por acción, y que el consejo intentó que la elevara o encontrar otro inversor interesado, finalmente decidió recomendar a los accionistas que aceptaran ante la falta de otras alternativas y ante el riesgo de que la empresa, en causa de disolución por el patrimonio negativo.
Los administradores enumeran una serie de circunstancias que empujan a recomendar el sí a la opa, como la situación patrimonial, que ha de resolverse para evitar la declaración de insolvencia o disolución forzosa; los vencimientos de deuda del grupo —912 millones con los bancos en mayo y una emisión de bonos de 306 millones en julio—; y el mencionado deterioro del negocio. Si los accionistas no vendiesen sus acciones en número suficiente para que la opa triunfe —está condicionada a la aceptación de la mitad del 71% que Letterone no controla—, el plan de recapitalización de Fridman no se aplicaría, los números rojos seguirían rojos y emergería el riesgo de que la empresa fuera a disolución, de que los bancos ejecutasen la deuda y la convirtiesen en capital o de tener que "acogerse al régimen de insolvencia".
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