El grupo terrorista perdió hace poco su bastión de Faluya y las fuerzas del régimen se acercan a su último refugio en Mosul.
Soldados del ejercito iraquí celebran la liberación de Faluya - REUTERS
Las sangrientas sacudidas de Daesh han dejado muerte y destrucción, pero también constituyen la confirmación de un declive organización yihadista y de los medios con los que cuenta. Los mensajes públicos indican que los líderes del autodenominado ISIS (siglas en inglés de Estado Islámico para Irak y Siria) están preparando a sus seguidores para una eventual caída del territorio que ocupan, y con ello del estado que declararon hace poco más de dos años.
La pérdida de implantación, producto de los bombardeos que desde hace año y medio lanza Estados Unidos, así como el avance sobre el terreno de las tropas de Irak y del ejército kurdo, va abriendo la convicción en Daesh de que el desgaste puede ser ya imparable, según los analistas consultados por The Washington Post. A ello se une el estrangulamiento progresivo de sus vías de financiación, sobre todo la explotación del petróleo, adquirido por los terroristas en el mercado negro. La destrucción de los pozos y del resto de infraestructura está dejando a la organización yihadista en situación precaria.
Sin embargo, las mismas fuentes advierten de que Daesh continuará intensificando sus ataques terroristas, tanto en Oriente Próximo y Medio como en Europa. El pronóstico de los expertos es que en el futuro, aunque pierda el territorio, operará como un «cuasiestado, con algunos vínculos territoriales, con una red difusa y en la sombra con ramificaciones y conexiones en los tres continentes». Aunque avisan de que es un grupo«más imprevisible y menos jerárquico que Al Qaeda».
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