Günter Schabowski (1929-2015).
Günter Schabowski, el 9 de noviembre de 1989 - EFE
Su vida habría sido apenas pie de página de alguna tesis doctoral sobre funcionarios del aparato de poder de una de las dictaduras sórdidas, brutales y anodinas que Stalin impuso en Europa tras la II Guerra Mundial. Y sin embargo, el azar o la diosa de la historia convirtió a Günther Schabowski -muerto el domingo en una residencia de ancianos de Berlín a los 86 años-, en el hombre que desencadenó uno de los acontecimientos más espectaculares, conmovedores y determinantes del siglo XX. Nacido como hijo de un fontanero en Anklam en la provincia prusiana de Pomerania, fue un joven ordenado y simpático que cumplía bien órdenes, las dieran los nazis hasta 1945 o los comunistas después. El aparatchik, que vivió y escaló por la jerarquía del Estado comunista alemán con la misma naturalidad con la que había militado en las Juventudes Hitlerianas, estudió en la escuela de cuadros de Moscú, dirigió el órgano del partido SED, «Neues Deutschland», fabricó y propagó las mentiras del régimen y llegó a secretario del comité central y miembro del buró político. Con Schabowski se dieron varios malentendidos. Aunque ninguno como el de su conferencia de prensa aquel 9 de noviembre de 1989 en Berlín Oriental. Con el que cambió Europa y el mundo.
Se le atribuía un carácter liberal y flexible. Hasta se habló de él como favorito de Gorbachov para suceder a Honecker. Lo cierto es que fue un defensor de la represión hasta el final.
Pero era un hombre cordial que contrastaba con sus agarrotados camaradas del Politburó. Por eso se le legó el trato con la prensa internacional. Por eso era Schabowski quien hablaba sobre reformas en aquella conferencia de prensa. Preguntado por un corresponsal italiano por la nueva regulación de viajes, sacó una nota del líder Egon Krenz y leyó que se viajaría sin las restricciones habituales. Un periodista alemán repreguntó: «¿a partir de cuándo?». Y fue entonces cuando pronunció la frase mágica de «según entiendo, a partir de ahora mismo».
La conferencia de prensa se retransmitía en directo por televisión y radio. Y los alemanes orientales decidieron comprobarlo. Dos horas después las multitudes se agolpaban en los pasos fronterizos. Esa noche, millones de alemanes convertían el muro de Berlín en ruina histórica. La grabación de aquella conferencia de prensa de Schabowski es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Después de la caída del muro y del régimen, Schabowski demostró más dignidad que nadie de aquella Nomenklatura. Condenado a tres años de prisión por las muertes de quienes intentaban huir al oeste, fue el único que se declaró avergonzado por el régimen criminal que había defendido. Se quedó en Alemania, no como Honecker, hizo periodismo local en un pueblo y con su mujer rusa Irina vivió una vejez sin aspavientos y con cordialidad hacia la nueva patria.
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