Noelia Núñez
José Ángel Ávila/Programa Galileo
En literatura se llama sinécdoque a una figura retórica que consiste en referirse a un todo nombrando una de sus partes (“tocamos a diez euros por cabeza”). Y muy raro será si esta figura no se utiliza, del modo en que se hace en el titular de esta noticia, para referirse a corto plazo al sistema de navegación por satélite que la Agencia Espacial Europea tiene previsto completar en el año 2020. Al fin y al cabo, desde la expansión de los smartphones, la utilización del GPS se ha hecho tan popular que nos conectamos con el espacio exterior para orientarnos en mapas, saber los kilómetros recorridos en un entrenamiento, encontrar posibles parejas sentimentales alrededor o incluso cazar pokemons. Y será difícil convencernos de que llamemos a las cosas de otra forma.
En realidad, aunque para nosotros sea el más popular, el GPS (siglas en inglés de Global Positioning System) no es el único sistema de posicionamiento a través de satélites que existe. La antigua Unión Soviética también desarrolló otro, GLONASS, actualmente controlado por la Federación Rusa, y China tiene previsto completar el suyo, Beidou, en fechas similares a Galileo. Como muchos otros avances, el origen de estas tecnologías se encuentra en la industria militar: el GPS fue desarrollado e instalado por el Departamento de Defensa de Estados Unidos antes de que se extendieran sus usos civiles. Tal es la importancia estratégica y económica de poseer satélites propios que permitan desarrollar un sistema de posicionamiento fiable, que Paul Wolfowitz, subsecretario de defensa de EEUU, escribió una carta a los ministros de la Unión Europea cuando se comenzó a gestar Galileo tratando de disuadirlos del proyecto. El argumento utilizado era que los satélites europeos interferirían en las necesidades de la OTAN en una época de retos de seguridad globales y compartidos. Afortunadamente las presiones no surtieron efecto y hoy la ESA está muy cerca de poner en funcionamiento el proyecto.
Una vez completado el sistema, contará con 24 satélites operativos y una infraestructura de tierra para proveer servicios de posicionamiento, navegación y determinación de la hora. Los dos primeros satélites fueron lanzados el 21 de octubre de 2011 y la intención de la ESA es completar la constelación el próximo año. Galileo está bajo control civil y está financiado por la Unión Europea. El español José Ángel Ávila, ingeniero de Señal y Seguridad dentro del programa de la ESA, cree que la apuesta europea representará un importante avance en la economía del continente: “Galileo va a abrir un abanico de mercados que hasta este momento no habían existido”. Y, mirando al futuro, se arriesga a vaticinar la utilidad de los satélites en futuras misiones espaciales: “Estamos condenados a movernos. La Tierra es nuestra cuna pero vamos a salir de aquí. La navegación por satélite y la navegación en general tiene todavía muchos terrenos por desarrollar y descubrir”.
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