lunes, 13 de mayo de 2019

España creció un 0,7% hasta marzo por la mejora de la inversión y de Europa

ABC ECONOMÍA
Javier Tahiri




La economía española ha arrancado el año creciendo con fuerza por el empuje de la inversión, y el músculo de la industria y la construcción, a lo que ha ayudado el despertar de la actividad en Europa. El Producto Interior Bruto (PIB) creció un 0,7% en el primer trimestre, una décima más que en el anterior periodo y su mayor nivel desde el cuarto trimestre de 2017. En términos interanuales, la economía avanzó un 2,4%, una décima más que en el trimestre anterior. Dentro de estos 2,4 puntos, la demanda nacional contribuyó con 2,2 puntos, tres décimas menos que en el cuarto trimestre de 2018, pero este deterioro lo compensó la externa, que aportó dos décimas, cuatro más que en el anterior periodo. Esta mejora va de la mano de la recuperación de Europa: la zona euro elevó su crecimiento trimestral al 0,4%, dos décimas más que en el anterior periodo, ayudada por la salida de la recesión de Italia –creció un 0,2%– y a que Francia mantuvo su tracción con un 0,3%.
En la radiografía que publicó ayer el INE de la contabilidad nacional se observa que la actividad está apoyándose en varios motores: por un lado el consumo de las familias pierde fuerza, lo que llama la atención cuando en el primer trimestre irrumpieron las subidas de las nóminas a empleados públicos y pensionistas que aprobó el Gobierno a finales de 2018. De esta forma el consumo de los hogares creció un 0,3%, cuatro décimas menos que en el trimestre anterior y seis por debajo de lo que registró en el mismo trimestre de 2018, sin subida salarial a los funcionarios entonces.
Ello puede deberse a que el consumo ha tocado techo, después de encadenar 23 trimestres consecutivos creciendo desde 2013 y quizá se esté recuperano la tasa de ahorro, en mínimos históricos del 4,9% de la renta disponible en lo que supondría un factor positivo; pero también puede deberse a un deterioro derivado del menor tirón del empleo en los tres primeros meses.
Como fuere, el gasto empresarial coge el relevo del consumo y tras cerrar estancado en el último trimestre de 2018, en el arranque de este año crece un 0,7%. También ayuda al comportamiento de la actividad el consumo público, que aumentó un 0,4%, mismo porcentaje que en el trimestre anterior y dos décimas menos que en el mismo periodo de 2018.
Pero es la inversión a través de la formación bruta de capital fijo la que más sorprende, al crecer un 1,5%, después de contraerse en el cierre del año pasado. Precisamente la que más aumenta es la destinada a maquinaria y bienes de equipo, en lo que supone renovación de activos empresariales, al descollar un 3,8%. Un porcentaje que cobra más importancia después de dos trimestres en negativo a cierre de 2018.
Junto a ello, las exportaciones se reducen un 0,5%, por la caída de las ventas de bienes al exterior pero también por el menor gasto medio de los turistas, en lo que ya puede ser el primer aviso de una moderación del turismo por la recuperación de destinos competidores. Sin embargo, las importaciones se desploman un 1,1%, debido al menor crecimiento del consumo pero también al abaratamiento del petróleo. Mientras el precio medio del barril de Brent fue de 47 dólares en los últimos tres meses de 2018, en los tres primeros de 2019 se redujo ligeramente a 45, con el consiguiente ahorro para el bolsillo.

Se disparan los salarios por el alza de SMI y cotizaciones

Por sectores, son la industria y la construcción los que mejor se comportan. El primero es el que más asombra, ya que sale de la recesión que encadenó los dos últimos trimestres de 2018, ahora creciendo un 1,4%. La otra rama económica que crece es la construcción, que repunta un 1,8% de enero a marzo, ocho décimas más de lo que registró en el cuarto trimestre de 2018. La agricultura, lastrada por la sequía del arranque de 2019, cayó un 2%.
Pese a que la productividad por hora trabajada cayó un 0,4% en términos interanuales y lleva cinco trimestres en negativo, la remuneración por asalariado creció un 1,3%, su mayor nivel desde el segundo trimestre de 2010, por el alza del salario mínimo y el alza de las cotizaciones que aprobó el Gobierno –que eleva el salario total que pagan las empresas, aunque el trabajador no las perciba–. Ello llevó a la masa salarial a crecer un 4,6%, el mayor nivel desde 2015, y a disparar los costes laborales para las empresas un 1,7%, máximo en años.

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