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Desde la Domus de Giulia Felice, un verdadero «spa» romano, hasta la de la Venus en Concha, con maravillosos frescos.
Casa de Giulia Felice - ABC
Pompeya renace y vive una auténtica primavera. Vuelven a la vida cinco domus, reconstruidas junto sus jardines, que se nos muestran tal y como eran hace dos mil años, cuando la erupción del Vesubio destruyó la ciudad romana en el 79 d. C.
Aparecen con sus limones, olivas, granadas y palmeras. Así, hoy, por primera vez, se tiene la impresión de entrar en un jardín romano, con la misma disposición de las plantas y árboles tal y como estaban en los tiempos del escritor, científico, naturalista y militar latino, Plinio el Viejo. «Ha sido posible excavar en los jardines y encontrar residuos orgánicos de las plantas. Así con el análisis del polen sabemos con precisión dónde estaban y, sobre todo, de qué plantas se trataba», manifiesta la arqueóloga Grete Stefani. Las cinco casas, cada una de ellas con una historia apasionante, han sido restauradas con el Gran Proyecto Pompeya, que cuenta con 105 millones de euros de financiación de la Unión Europea.
Tuberías que funcionan
Pompeya no acaba nunca de encantar. Entrar en estas casas entraña una especial emoción: Parece que el tiempo se hubiera parado y no hubieran transcurrido dos mil años, porque hay cañerías bajo tierra que parecen construidas hace pocos años. «Hemos logrado un milagro: conservar durante dos mil años lo que había sido creado para durar solo pocos lustros», subraya con emoción Stefani.
El hilo conductor que une a estas cinco domus es la naturaleza: tienengrandes y muy cuidados espacios abiertos, con terreno para jardín, estatuas y adornos para revivir la fascinación de su estilo de vida. El itinerario que se ha inaugurado se inicia junto al Anfiteatro en una de las casas más insólitas de Pompeya, propiedad de Giulia Felice, la empresaria que decidió dar en alquiler una parte de su patrimonio inmobiliario a los pompeyanos con facultades económicas.
Un «spa» de la época
En realidad era una especie de hotel: había instalado unas termas, un «spa» de la antigüedad, en cuyas salas se celebraban eventos. La casa de Giulia Felice sorprende por su espléndido pórtico con columnas cuadradas de mármol, sus muchas habitaciones, un bello jardín con rosas, hiedra y un huerto con árbles de peras y manzanas.
En la vía de la Abbondanza aparece la casa del Frutteto (huerto), conocida por sus espléndidos frescos sobre fondo azul y negro, ricamente decorados con diversos árboles frutales. Magnífico es también su atrio decorado conmosaico en blanco y negro, además de una mesa de mármol sobre una columna.
Diosa del amor
Otra famosa casa es la de Venus en concha, la diosa protectora de los antiguos pompeyanos, que aparece en un fresco restaurado. En el jardín de la domus no falta el mirto, querido por la diosa de la belleza, además de las rosas. [Visita el especial «Pompeya, primera capital del sexo»].
Muy esperada era la reapertura de la casa de Marco Lucrezio, en la via Stabiana, que embrujó a Pablo Picasso y al coreógrafo y bailarín ruso Léonide Massine, inmortalizados en ese mismo jardín por el fotógrafo Jean Cocteau en el 1917.
Maravillosa es también la gran residencia de Octavius Quartius, la única casa que sabemos con precisión el nombre del propietario, porque dentro se ha encontrado su sello particular. Era un rico pompeyano que gozaba de un auténtico parque doméstico: se iniciaba con un jardín, con un canal de agua circular y adornado con estatuas de mármol.
Todo en las 5 domus está, dice el suerintendente Massimo Osanna, casi como hace dos mil años.
Exposición en el Museo de Nápoles
En este renacer de Pompeya, con la apertura de las cinco casas restauradas, se ha querido mostrar al visitante el diálogo entre la arquitectura, los frescos y las plantas de sus jardines. Para ello se ha inaugurado la exposición «Mito y Naturaleza. Desde Grecia a Pompeya», abierta desde el 16 de marzo al 30 de septiembre en el Anfiteatro de Pompeya y en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles. En la exposición se muestran no solo frescos, sino también objetos de plata y joyas, estatuas, terracotas y vasijas que cuentan la percepción de la naturaleza por parte del mundo griego y romano entre los siglos XIII a. C. y el II d. C. Se buscaba armonía entre arquitectura, pinturas y los espacios verdes: los pompeyanos pintaban el interior de sus casas las paredes con plantas y aves para sentirse, incluso en el interior, rodeados de labelleza de la naturaleza.
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