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CaixaForum expone 178 piezas procedentes del Louvre que sitúan los más leves inicios de la igualdad de género en torno al siglo I de nuestra era.
Una sala de la exposición - ABC
Acostumbrados a relacionar la igualdad entre hombres y mujeres con el sufragio universal o el acceso al mundo laboral, es bastante llamativo cómo las primeras reivindicaciones de la mujer llegaron a través del arte y la literatura. Así se desprende al menos de la exposición «Mujeres de Roma» que ayer inauguró CaixaForum. Según los responsables de la muestra, la mujer asumió nuevos roles hacia el siglo I de nuestra era gracias entre otras cosas a la literatura antigua, que otorgó a los personajes femeninos un lugar central en sus relatos.
Ese protagonismo por escrito se extendió a otras artes plásticas y propició la creación de grandes cuadros, esculturas y frisos que representan a las mujeres en su papel de madre, diosa y objeto de admiración tanto física como intelectual. «Nos hemos dado cuenta de que hay un momento, entre los siglos I antes de Cristo y después de Cristo, en el que las mujeres adquieren un papel diferente», explicaba Daniel Roger, conservador jefe del Departamento de Antigüedades Griegas, Etruscas y Romanas del Museo del Louvre. A partir de ese momento, las mujeres del Imperio ocuparán un lugar destacado en comparación con otras civilizaciones de la época. Y esa nueva libertad, con muchas comillas, se tradujo en su incorporación a las artes visuales.
«La exposición es el resultado de cuatro años de trabajo y refleja ese nuevo estatus que les permite participar o incluso disponer de su propia fortuna», añadía Roger. Hasta ese momento, las mujeres estaban al mismo nivel que los niños en la escala social.
La muestra la forman 178 piezas procedentes del Museo del Louvre, muchas de las cuales no habían salido nunca de Francia. La mayoría están fechadas en torno al siglo I después de Cristo y son un extracto de las formas de vida que se extendieron dentro de la alta sociedad romana. «Hablamos sobre todo de un decorado oficial porque del decorado doméstico no ha llegado gran cosa», explicó Aurélie Piriou, colaboradora científica del Louvre.
La exposición comienza con media docena de bustos que demuestran cómo la Roma imperial empezó a considerar a las mujeres dignas de ser convertidas en arte. Son seis mujeres maquilladas, fieles al canon de belleza, y que lucen seis tipos de peinados que se ajustan a épocas muy concretas del Imperio Romano. Esta primera sala termina con otras imágenes más reducidas y uno de los muchos anillos que hay repartidos por toda la exposición.
Madres y diosas
El arte romano del siglo I refleja una mujer madre dedicada al hogar pero también una mujer semidiosa, símbolo tangible de la «victoria» y de algunas divinidades. Esto ocurre con las representaciones de la diosa Diana o las amazonas, que mutilaban a los hijos varones y solo protegían a las hembras, a las que aún así extirpaban un pecho para que fueran más precisas con el arco o la lanza. Todo un desafío a los fundamentos de la época.
Dentro de esas 178 obras quizá merezca una mención especial un grupo defrescos de Pompeya, ciudad sepultada en el año 79 después de Cristo por la erupción del Vesubio. Son nueve piezas correspondientes al dios Apolo y ocho musas (la novena estaba muy deteriorada) que representan los «placeres intelectuales». Sorprende que sean mujeres quienes pongancuerpo y rostro a la poesía, la música, la historia o la danza, cuando por entonces el término «virtud» tenía un significado netamente masculino, pues la raíz «vir» significa «hombre».
Una vez concluya esta exposición en Madrid está previsto que las piezas viajen a Zaragoza y Palma de Mallorca.
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