Este tipo de agujeros negros "engullen" material al tiempo que emiten gran cantidad de energía en un amplio espectro de longitudes de onda.
Ilustaración del núcleo de la galaxia NGC 1068
Un equipo internacional de
investigadores ha logrado observar el toro o disco de polvo y gas que rodea a
un agujero negro supermasivo, en este caso el que se encuentra en el centro de
la galaxia NGC 1068, también conocida como Messier 77. Estas observaciones se
realizaron utilizando el conjunto de antenas del telescopio ALMA, ubicadas en
Atacama, Chile, y los resultados se publican en la revista Astrophysical
Journal Letters.
Las galaxias AGN (del
inglés Active Galactic Nuclei y a la que pertenece Messier 77) son aquellas que
albergan en su núcleo un agujero negro supermasivo con signos de actividad
reciente, recuerda en una nota de prensa Astromol, proyecto formado por más de cien
científicos de varios centros públicos y universidades españolas.
La galaxia donde está este
agujero negro es una de las más activas y, al mismo tiempo, de las más cercanas
a nosotros (se encuentra a unos 50 millones de años luz), por lo que durante décadas
ha sido objeto de numerosos estudios observacionales que han intentado detectar
la presencia de ese disco de material en forma de toro en su centro, rodeando
al agujero negro supermasivo.
Agujeros
que "engullen"
Este tipo de agujeros
negros "engullen" material al tiempo que emiten gran cantidad de
energía en un amplio espectro de longitudes de onda y se cree que todas las
galaxias, en algún momento de sus vidas, pueden ser galaxias activas, según las
mismas fuentes. Para que se desencadene un período de actividad, el agujero
negro supermasivo central debe "alimentarse"; durante mucho tiempo,
se ha postulado que el combustible debía almacenarse en un disco de polvo y gas
que rodearía al agujero negro -disco que se ha logrado observar ahora-.
Es la primera vez que se
observa con claridad un disco de este tipo, su composición, la emisión de
polvo, la distribución del gas e incluso su movimiento, según la citada nota de
prensa. Santiago García-Burillo, astrofísico del Observatorio Astronómico
Nacional y autor principal del trabajo, explica que hasta ahora se había
postulado que existía y que algunas galaxias activas no son claramente
detectables precisamente porque este disco oculta y/o bloquea parte de la
radiación que emiten: "El avance de este artículo es haber observado que
el toro existe".
Un complejo
descubrimiento
Si bien se ha demostrado
su existencia, el disco descubierto en NGC1068 parece ser mucho más complejo de
lo esperado: "tiene una morfología y movimiento peculiares, no
perfectamente axisimétricos (que no tiene simetría axial)", según
García-Burillo, quien apunta que esto se podría deber a que la materia que cae
al agujero negro del entorno de la galaxia perturba su movimiento. El siguiente
paso será estudiar otras galaxias parecidas para saber si esta complejidad
desvelada es un fenómeno común en las galaxias con núcleos activos o si, por el
contrario, NGC 1068 es una excepción.
Para este científico,
también de Astromol, "estas observaciones son un testimonio de lo que ALMA
puede hacer, logrando detectar y resolver espacialmente estructuras de muy
pequeño tamaño en galaxias cercanas", gracias a sus avanzados instrumentos
y al uso de técnicas interferométricas. "Podremos saber más sobre el
comportamiento de estos discos y cómo se estabilizan alrededor de los agujeros
negros supermasivos, alimentándolos hasta crear monstruos cuya masa puede
alcanzar desde millones a miles de millones de veces la masa de nuestro
Sol".
El Diario Montañés.es
/
NASA/JPL-Caltech
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