PABLO M. DÍEZ
Además de minar su imagen, el fiasco del Galaxy Note 7 le hará a Samsung un agujero de más de 15.000 millones de euros.
Un hombra espera en una parada de autobús en la que aparece una publicidad del Galaxy Note 7 de Samsung en Rangún - EFE
De ser el orgullo nacional de Corea del Sur, Samsung se ha convertido en su vergüenza nacional por el fiasco del teléfono móvil Galaxy Note 7. Tras suspender la producción y venta de dichos modelos por miedo a que estallen sus baterías, el escándalo minará su imagen y le causará un agujero económico de 17.000 millones de dólares (15.366 millones de euros). A tenor de Reuters, así lo calculan los analistas internacionales que habían previsto unas ventas de 19 millones de estos móviles, que finalmente no se cumplirán.
Solo 70 días después de su lanzamiento a bombo y platillo, Samsung se ha visto obligada a liquidar definitivamente el Galaxy Note 7 después que decenas de aparatos salieran ardiendo. Sin esperar siquiera a saber las causas de este sobrecalentamiento de sus baterías, la compañía ha ordenado retirarlos de las tiendas surcoreanas a partir de mañana jueves y devolverle el dinero a sus clientes. Para quienes elijan cambiarlo por otro modelo de la misma marca, Samsung los obsequiará con un cheque-regalo de 30.000 won (24 euros) en accesorios de móvil, según informa la agencia de noticias Yonhap. En China, uno de sus mayores mercados, la marca retirará los casi 200.000 móviles que ya había vendido.
Aunque las acciones de Samsung se desplomaron ayer un 8,04 por ciento en la Bolsa surcoreana, no parece probable que este fiasco hunda a la compañía porque es la mayor corporación (“chaebol”) de Corea del Sur. Fundada en la ciudad de Daegu en 1938 por el empresario Lee Byung-chu, que exportaba verdura, fruta y pescado a Manchuria y Pekín durante la época colonial japonesa, se pasó a la electrónica a finales de los años 60. Desde entonces, su nombre se ha asociado generalmente a todo tipo de electrodomésticos, como televisores y frigoríficos, pero los negocios de la empresa matriz van de la industria pesada a la química pasando por los seguros, la automoción, el turismo y los servicios médicos.
Con más de medio millón de empleados por todo el mundo, factura unos 600.000 millones de euros al año y se calcula que aglutina una quinta parte de las exportaciones de Corea del Sur y un 17 por ciento de su Producto Interior Bruto (PIB).
Su división de móviles, que vendió el año pasado 325 millones de estos aparatos, es líder mundial al controlar el 22% del mercado y aporta buena parte de los ingresos de la compañía. Ahora, su liderazgo se ve amenazado por este escándalo, que beneficiará a sus más inmediatos rivales, como Apple, Huawei y Lenovo.
Aunque todavía no se sabe por qué algunos de estos teléfonos se sobrecalentaban tanto que salían ardiendo, algunos expertos sospechan que las prisas por ponerlo a la venta antes que el iPhone 7 han llevado a Samsung a relajar las pruebas de seguridad. Un mes antes de que el último móvil de Apple saliera al público, la compañía surcoreana sacaba el Galaxy Note 7 el 19 de agosto. Pero, a principios de septiembre, tenía que retirar los teléfonos de las tiendas después que numerosos usuarios denunciaran los extraños y peligrosos accidentes que sufrían sus aparatos. Agravando aún más esta psicosis global, algunas aerolíneas incluso ordenaban a sus pasajeros que mantuvieran apagados sus terminales y no los recargaran durante el vuelo. Por miedo a que algún cliente se vea dañado, lo que sí sentenciaría a la empresa, Samsung quita de la circulación el Galaxy Note 7.
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