domingo, 2 de octubre de 2016

Alepo, el infierno en la Tierra. 4º ESO

LA RAZÓN.es
Ethel Bone

Aviones sirios y rusos redoblan el castigo a la ciudad, que en sólo una semana ha vivido 1.900 ataques. «Aquí no se puede vivir. O te matan las bombas o te mata el hambre», comenta Mehmed a LA RAZÓN

Vecinos del barrio rebelde de Sheikh inspeccionan los daños de las últimas bombas caídas ayer en la zona
Efe


La mayoría de los habitantes de los barrios del este de Alepo, bajo control de los rebeldes, «teme ser detenidos si van al oeste de la ciudad», advierte a LA RAZÓN Wael Mehmed, residente del barrio de Sukari, en una conversación vía Skype. El distrito de Sukari fue atacado con bombas de cloro lanzadas desde helicópteros gubernamentales el pasado 7 de septiembre. Activistas opositores denunciaron que hubo más de medio centenar de casos de asfixia después del ataque. «Las rutas para salir fuera de la ciudad son inaccesibles. Todos los caminos están bloqueados. Quiero un lugar seguro para mis hijos y mi esposa. Aquí ya no se puede vivir: o te matan las bombas o te mata el hambre», dice desesperado Mehmed, uno de los 250.000 civiles atrapados en los distritos rebeldes.
«Llevamos meses bajo asedio. Hay escasez de alimentos en los mercados, y no hay gas para cocinar ni combustible, así que tenemos que usar leña para cocinar y nuestra alimentación es básicamente arroz, lentejas, bulgur (trigo) y algunos vegetales que podemos cultivar», lamenta el residente de Alepo. «Ya da igual quién sea el vencedor y los vencidos... sólo queremos vivir en paz», implora.
En la última semana, los distritos orientales controlados por los rebeldes, donde viven cerca de 300.000 personas, incluidos 100.000 niños, han sido golpeados por 1.900 bombardeos aéreos, que han causado la muerte de al menos 338 civiles, entre ellos cien menores, y 846 heridos.
La brutal campaña militar aérea ha provocado la destrucción de hospitales, clínicas, edificios residenciales, estaciones de agua y generadores eléctricos. «Pedimos a la comunidad internacional que no se olviden de Alepo. Necesitamos una tregua, necesitamos ayuda humanitaria», afirma, en conversación con LA RAZÓN Jaled Jatib, del equipo de rescate de Defensa Civil, también conocido como «cascos blancos».
Más del 80% de los convoyes de ayuda para Siria de la ONU han sido bloqueados o han llegado con retraso, negando a millones de personas suministros esenciales en algunas de las zonas más afectadas del país, reveló ayer «The Guardian». Sólo seis convoyes han alcanzado hasta ahora sus destinos, y antes de enviar los suministros, las autoridades sirias revisaron la carga de los camiones, retirando cantidades importantes de medicamentos y material quirúrgico, detalló el diario británico.
La nueva ofensiva de los hombres de Asad para recuperar la totalidad de Alepo está siendo la batalla más atroz en estos cinco años de guerra. Las fuerzas sirias, con ayuda de Rusia, están masacrando a los civiles utilizando armas prohibidas como las químicas o bombas de racimo, han denunciado activistas locales y la ONU.
«La situación es lamentable. Necesitamos suministros médicos para poder atender a los cientos de heridos que rescatamos todos los días de bajo de los escombros», denunció Jatib, responsable de los «cascos blancos». A esta dramática situación humanitaria se suma la falta de acceso a los hospitales, ya que la mayoría de los centros en el este de Alepo han sido bombardeados. Al respecto, al menos dos bombas de barril alcanzaron ayer el hospital más grande controlado por los rebeldes en la ciudad, señalaron fuentes de la organización médica encargada del centro. «Dos bombas de barril impactaron en el hospital M10 y hubo informes de que otra bomba de racimo también golpeó el inmueble», señaló Adham Sahloul, de la Sociedad Médica sirio-americana. Tanto el M10 como el segundo mayor hospital de la zona, el M2, ya habían sido alcanzados por un fuerte bombardeo el miércoles pasado, que el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, calificó de «crímenes de guerra». Por su parte, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) precisó que los bombardeos también habían afectado a un hospital de campaña en el barrio de Sajur.
Moscú, que ha rechazado haber cometido «crímenes de guerra», anunció ayer que seguirá con su campaña militar, cuando se ha cumplido un año de su intervención en Siria. Los bombardeos rusos han matado a 9.364 personas, entre ellas 3.804 civiles, 2.746 combatientes del Estado Islámico y 2.814 miembros de diferentes grupos rebeldes e islamistas.
Durante toda la noche del viernes «se escucharon bombardeos en el barrio de Suleiman Al Halabi, en el centro de la ciudad, y en el de Bustan Al Basha, en el norte, donde el régimen ha ganado terreno en estos dos distritos rebeldes, constató el Observatorio. Los insurgentes también perdieron posiciones recientemente en el noreste de la ciudad, lo que permite a las fuerzas prorrégimen amenazar los barrios rebeldes de Hellok y Haydariye.







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