EL PAÍS AMIGOS DE LA CIENCIA
Francisco J. Ayala
"La ciencia y la religión son como dos ventanas diferentes para observar el mundo", asegura el autor, reconocido experto en biología y teología.
De izquierda a derecha, reconstrucción de los rostros de 'Australopitecus', 'Homo habilis', 'Homo erectus' y 'Homo sapiens'. GETTY IMAGES.
Hay personas creyentes que piensan que la ciencia es incompatible con la fe cristiana porque no concuerda con la narración de la creación que hace la Biblia. El libro del Génesis describe la creación por parte de Dios del mundo, las plantas, los animales y los seres humanos. En particular, la evolución gradual de los seres humanos a partir de antepasados que no eran humanos parece incompatible con una interpretación literal del Génesis.
Sin embargo, muchos exégetas y teólogos han rechazado una interpretación literal de la Biblia, ya que contiene afirmaciones mutuamente incompatibles. El libro del Génesis ofrece dos narraciones diferentes de la creación. En el capítulo 1 figura la narración familiar de la creación en seis días, en la que Dios crea a los seres humanos, tanto al varón como a la hembra, en el sexto día, después de crear la luz, la Tierra, los peces, las aves y los animales. Pero en el capítulo 2 aparece una narración diferente, según la cual la creación del mundo comienza cuando “Dios formó al hombre del polvo de la tierra”. Después de crear las plantas y los animales y pedirle al hombre que les diera nombre, Dios le hace caer en un sueño profundo le saca una costilla, de la cual “formó una mujer y se la presentó al hombre”.
Ya a principios del siglo V escribía San Agustín que los cristianos no deben tratar de resolver cuestiones científicas con las Sagradas Escrituras
¿Cuál de las dos narraciones de la creación es la correcta? No estarán en contradicción si entendemos que trasmiten el mismo mensaje: que el mundo fue creado por Dios y que los humanos somos sus criaturas.
Teólogos y exégetas han afirmado a través de los siglos hasta los tiempo actuales que la Biblia es infalible con respecto a las verdades religiosas, no en asuntos que no son importantes para la salvación. Ya a principios del siglo V escribía San Agustín que los cristianos no deben tratar de resolver cuestiones científicas con las Sagradas Escrituras. En 1981, el papa Juan Pablo II escribió que la Biblia "nos habla del origen del universo y su creación, no para proporcionarnos un tratado científico sino para establecer las correctas relaciones del hombre con Dios y con el universo [...] y con el fin de enseñar esta verdad se expresa en los términos de la cosmología conocida en los tiempos del escritor sagrado.”
La ciencia y las creencias religiosas no tienen por qué estar en contradicción. La ciencia y la religión son como dos ventanas diferentes para observar el mundo. Las dos ventanas dan al mismo mundo, pero muestran aspectos diversos de él. La ciencia se ocupa de los procesos que explican el mundo natural: las galaxias y estrellas del espacio, cómo se mueven los planetas, la composición de la materia y el origen de los organismos, incluyendo los seres humanos. La religión se ocupa del significado y propósito del mundo y de la vida humana, la correcta relación entre los seres humanos y el Creador y entre ellos mismos, y de los valores morales que inspiran y gobiernan la vida de las personas
Es posible creer que Dios creó el mundo, al tiempo que se acepta que planetas, montañas, plantas y animales, incluyendo los seres humanos, se produjeron, después de la creación inicial, por procesos naturales. En lenguaje teológico, Dios actúa a través de causas secundarias. De manera parecida, al nivel del individuo, una persona puede creer que es una criatura de Dios sin negar que se haya desarrollado por procesos naturales a partir de un óvulo fecundado en el seno de su madre.
Es posible creer que Dios creó el mundo, al tiempo que se acepta que planetas, montañas, plantas y animales, incluyendo los seres humanos, se produjeron, después de la creación inicial, por procesos naturales
Los científicos aceptan la evolución de los organismos con el mismo grado de confianza con que aceptan otras teorías científicas totalmente comprobadas, como la revolución de la Tierra alrededor del Sol, la expansión de las galaxias, la teoría atómica o la teoría genética de la herencia biológica. El origen de nuestra especie, Homo sapiens, a partir de antepasados que no eran humanos es una conclusión científica corroborada más allá de toda duda razonable. Pero aceptar esta conclusión es compatible con creer en Dios y que somos sus criaturas.
Francisco J. Ayala es profesor de Ciencias Biológicas y de Filosofía en la Universidad de California, Irvine, EE UU.
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