Esteban Villarejo
Un avión Hércules y 55 militares transportan soldados y material francés. «Gracias por dar la cara por España», les dijo la ministra.
Niamey en Níger, el sobrevuelo del lago Chad cerca de Yamena, Uagadugú en Burkina Faso, la legendaria Tombuctú en Malí o Nuakchot en Mauritania son algunos de los escenarios donde opera desde hace casi cuatro años el Ejército del Aire, cuyo destacamento «Marfil» tiene base en Dakar (Senegal).
Ejemplo de colaboración militar hispano-francesa, el objetivo de la misión es apoyar en tareas de transporte a las tropas galas en la zona (pasajeros y mercancías, también armas). Son 55 militares y un avión C-130 Hércules acostumbrados ya a aterrizar y despegar en otras decenas de pistas polvorientas, sin asfaltar, donde la calima dificulta aún más el mantenimiento de motores, filtros y electrónica. La nigerina Madama es el gran ejemplo de «aeropuerto» arenoso, nos destacan.
El sargento David Correa, jefe de mantenimiento electrónico, explica así su desafío: «Kilos de polvo y arena sacamos de ahí dentro cuando el avión finaliza su misión. Luego toca limpiar con brochas cada componente sensible», advierte señalando la pista donde militares españoles preparan junto a tropas francesas la misión del día a Abiyán, en Costa de Marfil. Están cargando la bodega del avión. «Serán cuatro horas y media de ida y de vuelta en el día».
Momentos antes, estos militares hicieron un inciso en la faena para hacerse una «foto de familia» y atender las palabras que María Dolores de Cospedal les dirigió en esta segunda y última jornada de la ministra de Defensa en África tras visitar Malí el martes.
«Gracias por dar la cara por España, y defender con esta misión la democracia, la libertad y los derechos humanos en la zona», agradeció la ministra Cospedal en su discurso en la base de Dakar. Luego compartió café, mazapanes toledanos (invitación personal de la ministra) y alguna delicatessen senegalesa con todos los miembros del destacamento.
El jefe de Estado Mayor de la Defensa, almirante Fernando García Sánchez; el comandante del Mando de Operaciones, Teodoro López Calderón, y el embajador español en Senegal, Alberto Virella, también estuvieron charlando con las tropas, cuyo jefe de unidad, el teniente coronel César Lardíes, entregó un presente a la ministra (el emblema del destacamento tallado en madera). El comandante Carlos Pérez Amador, segundo jefe del destacamento, nos prepara sobre una mesa un mapa: «De Dakar a Yamena hay una distancia como de Cádiz a Moscú», compara para que los periodistas nos hagamos una idea de la inmensidad de la misión.
En esta zona de África la guerra contra el yihadismo también tiene lugar. Francia lo sabe bien desde finales de 2012 cuando desplegó a sus paracaidistas para evitar la caída de Bamako, capital de Malí, en manos de grupos yihadistas tras hacerse estos con el norte del país. Sólo la determinación del presidente François Hollande evitó el desplome de un Estado clave para mantener cierta estabilidad frente a las rutas de la inmigración ilegal, el narcotráfico y el yihadismo.
Como la duna móvil
Tras unos meses de operación militar, Francia lanzó después la operación «Serval», cuyo nombre ahora es «Barkhane», término que hace referencia a la duna móvil del desierto sahariano, tan cambiante como la amenaza yihadista en el continente. Por el norte (Malí, Níger y sur de Libia) grupos como Ansar Dine, el Muyao o la propia Al Qaida del Magreb Islámico (AQMI) amenazan estos países. Por el sur, cada vez más presionado por el Ejército de Nigeria, Boko Haram amenaza con expandir su influencia hacia países norteños como Chad, Níger o Camerún.
Una hipotética alianza terrorista de estos grupos en algún Estado fallido sería fatal para la seguridad del Mediterráneo. Como tener un Somalia a las puertas de Europa. Francia lo sabe, y por ello desplegó 4.000 efectivos en este zona caliente. También pide ayuda a países de la UE. Por ahora, la respuesta española consiste en la misión de entrenamiento en Malí (EUTM Malí) y la de transporte aéreo, el destacamento Marfil. Por ahora.
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