E. Bonet
Sin la intervención rusa, Bachar al Asad no podría haber recuperado el bastión rebelde.
La conquista de Alepo no ha sido sólo una «victoria» para el régimen del presidente Bachar al Asad, también lo ha sido para sus aliados rusos e iraníes. Para Teherán, la «liberación» de la segunda ciudad siria es vista desde un prisma sectario, es decir la supremacía chií frente a los insurrectos suníes y sus aliados: Arabia Saudí, Qatar y Turquía. Moscú, sin embargo, se jugaba el todo o nada en Alepo y su recompensa ha sido mayor. Rusia le ha arrebatado a EE UU el título de primer mediador de Oriente Medio. La próxima ronda de conversaciones de paz sobre Siria ha sido convocada por el presidente Vladimir Putin y participarán Irán y Turquía, pero ninguno de los estados del Golfo o las potencias occidentales. Esta nueva alianza sobre Siria entre Putin y Erdogan ha permitido a las fuerzas gubernamentales y a su aliado ruso concentrarse, únicamente, en ganar terreno en Alepo, mientras las tropas turcas han estado «limpiando de terroristas» del Estado Islámico el norte de Siria con su operación «Escudo del Éufrates».
«Sin duda, el avance terrestre de fuerzas progubernamentales en Alepo no habría sido posible sin la intervención de este verano de Turquía en el norte de Siria»; asegura a LA RAZÓN el coronel retirado Nizar Abdelkader. Según el analista militar, las fuerzas sirias eran insuficientes para poder llevar a cabo un asalto terrestre y recuperar las zonas urbanas bajo control de los rebeldes en Alepo.
Sin embargo, es poco probable que la victoria en Alepo para el régimen sirio y sus aliados rusos e iraníes vaya a terminar rápidamente con una complicada guerra que arrastra el país árabe desde casi seis años. Después de la ofensiva actual, los próximos pasos del régimen son inciertos. «Asad y sus socios rusos parecen ansiosos por establecer el control total de la provincia de Alepo y probablemente de Idlib antes de que Donald Trump asuma el cargo de presidente de EE UU», asegura el ex coronel libanés.
Las alarmas ya han empezado a sonar en la provincia de Idlib, donde las fuerzas aéreas rusas han llevado a cabo una intensa campaña de bombardeos desde el pasado 20 de octubre. Esta provincia del noroeste de Siria está en su mayoría controlada por grupos islamistas de línea dura, y sus aliados de Al Qaeda. «Los combatientes rebeldes sólo pueden optar entre sobrevivir durante unas semanas más en Idlib o morir en Alepo», dice tajante Abdelkader. «No está claro si el régimen lan zará un asalto terrestre o simplemente tratará de contener a los rebeldes allí por ahora», agrega.
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