Luis Ventoso
Theresa May y Boris Johnson
La campaña del Leave, la primera ministra May y el ala más brexiter de su Gobierno han lanzado una serie de promesas que la realidad comienza ya a desmentir. Estas son las cinco mentiras más notables de los pro Brexit:
1.-La unidad de la nación no peligrará, de hecho se fortalecerá. Falso. El problema territorial es ya el más acusado del Reino Unido, tan grave como el propio Brexit. El Parlamento de Escocia pidió el martes a Westminster un referéndum de independencia. El Gobierno separatista del SNP lo ha impulsado con el pretexto de que en Escocia la Permanencia en la UE se impuso por 62%-38%, mientras que en el conjunto del Reino Unido ganó el Leave por 51,8%-48,1%. Nicola Strurgeon justifica su obsesión independentista diciendo que los escoceses «tienen derecho a elegir entre el Brexit duro tory o la independencia».
El Brexit también ha azuzado el problema territorial en Irlanda del Norte, donde la permanencia ganó por 56%-44%. El republicano Sinn Féin, que apoyó el Remain, ha crecido en las elecciones de comienzos de este mes y está a solo un escaño del unionista y brexiter DUP. Irlanda del Norte se encuentra sin Gobierno, sumida en una grave crisis política, y el Número 10 ha reconocido que en los Acuerdos de Paz de Viernes Santo de 1998 existe una cláusula que autoriza un referéndum para la unión de Irlanda del Norte con la República de Irlanda si las encuestas detectan apetito por esa consulta.
Conclusión: el Brexit sí amenaza la integridad del Reino Unido.
2.-«Cada semana enviamos a la UE 350 millones de libras que se pueden destinar al NHS [la sanidad pública]». Fue un eslogan famosísimo en la campaña del referéndum de la UE, porque iba impreso en la carrocería del bus rojo con que Boris Johnson recorrió todo el país como paladín del Leave. Hasta los propios brexiters han reconocido que fue una hipérbole. Johnson se equivocó en la cifra, porque no tuvo en cuenta los rembolsos de la UE hacia el Reino Unido. También hizo un trasvase automático de partidas económicas que en la realidad no opera así.
Conclusión: el lema más famoso de la triunfal campaña del Leave Boris Johnson era mentira.
3.-«La inmigración bajará de inmediato tras hacernos con el control de nuestras fronteras». El debate de la inmigración, muchas veces con tintes xenófobos; el nacionalismo inglés más desatado y el rechazo de la Inglaterra rezagada al cosmopolitismo de Londres fueron las tres claves de la victoria del Brexit. La campaña del Leave primó la reclamación de acabar con la llegada masiva de inmigrantes, 300.000 al año según las últimas cifras netas, cuando Cameron había prometido en la campaña de las generales de 2015 que no pasarían de cien mil anuales.
Pero hoy ya no está tan claro que el Brexit sirva para frenar de inmediato el elevado volumen de inmigrantes. Significativamente, el lunes, en el espacio de audiencia masiva de la BBC «Question Time», el ministro para Salida de la UE, el eurófobo David Davis, reconoció abiertamente que la inmigración no va a caer, que incluso puede seguir subiendo algunos años, y que se seguirá necesitando que lleguen comunitarios para cubrir algunos puestos de trabajo. La aportación de los europeos continentales es medular en la agricultura, la sanidad, la hostelería y los servicios sociales.
Conclusión: en contra de lo dicho, el propio Gobierno ya admite que no habrá una caída acusada de las cifras de inmigrantes tras el Brexit.
4.-Los malos pronósticos para la economía por parte de los partidarios del Remain son el «Proyecto miedo». No pasará nada, el Reino Unido se convertirá en un gran líder global del libre comercio. Hoy es evidente que la campaña del Remain, el Gobierno de Cameron y los grandes bancos y organismos económicos internacionales dramatizaron las consecuencias del Brexit. Sus vaticinios han marrado de manera clamorosa. Por ejemplo, se llegó a hablar de un desplome inmediato del FTSE 100, el índice de Londres, y al final ha llegado a alcanzar máximos tras el Brexit. Además el paro está en el 4,8%, el mínimo en once años, con solo 1,6 millones de desempleados.
Sin embargo es falso decir que el Brexit ha reforzado económicamente al Reino Unido y que no ha pasado nada. La divisa se ha desplomado (la libra está un 17% por debajo de su valor de antes del Brexit). La inflación sube, lo que castiga especialmente a los menos pudientes. Las tan queridas vacaciones en la Europa sureña, sobre todo en España, se han encarecido mucho. Ha comenzado también el éxodo de grandes ejecutivos de la City. El banco estadounidense Goldman Sachs ha iniciado el traslado a París y Fráncfort de «centenares de empleados». El suizo UBS, el británico HSBC, y los estadounidenses J.P. Morgan, Citigroup, Morgan Stanley y Bank of America han anunciado traslados similares. La City de Londres es el pulmón económico del país, con 450.000 empleos directos. Supone el 3% del PIB nacional, sin contar el movimiento auxiliar que genera. El Brexit amenaza también a la menguante industria fabril británica, sobre todo a las plantas de coches, que ven con preocupación que puedan imponerse aranceles a sus vehículos.
Por últimos, tras la revolución thatcheriana el modelo económico británico se basó en atraer capital foráneo de todo el planeta, ofreciendo seguridad jurídica, estabilidad y fiscalidad llevadera. El Brexit ha creado incertidumbre sobre el país y el capital global es asustadizo. El mercado inmobiliario de gran lujo en Londres ya se ha estancado.
Conclusión: Los vaticinios agoreros de la campaña del Remain resultaron falsos y exagerados, la economía no se ha despeñado, pero el Leave también falseó la realidad al anunciar más bonaza económica. El Brexit ya está creando problemas.
5.-«Ningún acuerdo es mejor que un mal acuerdo». Controvertida frase de Theresa May, que tras hacer campaña por la permanencia se ha reconvertido al Brexit duro y se declara dispuesta en el peor de los casos a dejar la UE dando un portazo, sin acuerdo alguno, incorporando al país al gravoso régimen arancelario de un país más de la OMC. La frase es falsa, porque abandonar sin ningún tipo de vínculo la mayor zona comercial abierta del mundo, de 500 millones de personas, será muy dañino para la economía británica. Además de renunciar al mercado único, May quiere salir también de la unión aduanera, lo trabará los productos británicos con controles fronterizos.
La propia May se contradice cuando recalca que buscará un acuerdo comercial con la UE «lo más profundo posible» para establecer «una nueva forma de sociedad». Su ministro de Economía, Philip Hammond también se ha mostrado hoy convencido de que se alcanzará un buen acuerdo con la UE. Michel Barnier, el jefe negociador en nombre de los 27, ha advertido esta misma semana que una ruptura sin acuerdo alguno sería enormemente lesiva para ambas partes.
Los brexiters del Partido Conservador y UKIP, May y los ministros del Leave repiten cada día que con el Brexit el Reino Unido se convertirá ahora en una «Gran Bretaña global», líder del comercio planetario. La paradoja es que el supuesto líder del comercio abierto inicia su singladura rompiendo con sus socios comerciales de hace 43 años. La realidad es que a día de hoy el 44% de las exportaciones británicas van al resto de la UE, mientras que para los 27 el Reino Unido solo les supone el 10% de las suyas. El Reino Unido exporta más a la minúscula Irlanda que a la gigantesca China.
Conclusión: Un divorcio sin acuerdo comercial alguno con la UE castigaría mucho al Reino Unido, que vende más a Bélgica (11,2 millones de habitantes) que a la India, su antigua colonia (1.252 millones).
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