Juan Carlos Galindo
Con afán desmitificador y provocativo, María Elvira Roca Barea repasa en 'Seis relatos ejemplares, seis' figuras esenciales de la historia y reparte críticas y algunos elogios.
Juan Calvino.
Se desenvuelve con soltura en entrevistas que hace dos años ni imaginaba dar; expone, argumenta, provoca y fabrica titulares con rapidez. No pestañea cuando llama “enfermo mental” a Juan Calvino o dice que la revolución protestante de Lutero fue “un gran latrocinio organizado, de un nivel que no se volvió a ver hasta la Revolución Rusa”. La filóloga María Elvira Roca Barea (El Borge, Málaga, 1966) impactó en el panorama ensayístico en España con Imperiofobia y leyenda negra (Siruela) y regresa ahora con Seis relatos ejemplares, seis (Siruela), media docena de textos de ficción “no moralizante” con otros tantos personajes históricos como protagonistas. Un libro en el que Roca usa el material de sus investigaciones para reivindicar a unos pocos, atacar a muchos y derribar lo que considera errores y mitos.
“En el norte de Europa inventaron la propaganda. Por eso son tan buenos. Y aquí nos la hemos creído”, cuenta a EL PAÍS en una charla la semana pasada en un restaurante el centro de Madrid. Durante la conversación, Roca Barea no titubea ni cambia la voz cuando el tema sube de tono y se sorprende de que todavía no haya habido un gran ataque a su obra. Estas son sus reflexiones sobre Juan Calvino, Margaret y Reginald Pole, las tres princesas de Sajonia, el teólogo Thomas Müntzer, Enrique VIII y el objetivo predilecto de sus dardos, Martín Lutero.
Juan Calvino "el psicópata"
“Calvino, que nunca pudo distinguir lo literal de lo figurado, ni orientarse en el vergel de las metáforas, se ha tomado al pie de la letra el poder purificador del fuego”, dice un personaje de uno de los relatos. Pero Roca no se queda atrás. “La Ginebra del Consejo de los 200 es el Afganistán de los talibanes. La clase de cafre que era Calvino cuesta trabajo imaginarla. Que matara a Miguel Servet, por ejemplo, es lo de menos. Lo que le hizo antes de matarlo es lo que hay que tener en cuenta. Es el gusto en la destrucción del ser humano, la complacencia en la tortura, tenerlo durante meses en esa celda de confinamiento, sin agua ni para su aseo personal y obligar a ese hombre a atravesar Ginebra rebozado en su propia mierda, sobre la que tenía que dormir… ¡es muy heavy!".
Calvino se hartó de torturar a la gente. Lo grave es que se le hagan monumentos y que nadie se sienta avergonzado
"Y este tipo" continúa "tiene un monumento de cuatro metros en el parque de los Bastiones en Ginebra, pagado por el Ayuntamiento de la ciudad. Era un psicópata, un enfermo mental. Hay que estar mal de la cabeza para hacer lo que hizo, no solo a Servet. Se hartó de torturar a la gente. Lo grave es que se le hagan monumentos y que nadie se sienta avergonzado de él sino al revés, orgullosos de ese enfermo mental patológico".
Las tres princesas de Sajonia repudiadas
“El protestantismo, en un primer momento y hasta que se consiguió encarrilar legalmente la situación del divorcio, dejó a las mujeres a los puñeteros pies de los caballos y eso estaba previsto legalmente”, cuenta Roca para entrar en materia y referirse al relato de Ana de Sajonia, repudiada por Guillermo de Orange y calificada de adúltera y loca por los historiadores.
“Hasta que se articulan los divorcios el protestantismo deja a las mujeres en una situación en la que tu marido te dejaba en la puta calle, que es lo que le pasa a las tres princesas de Sajonia, una detrás de otra. Y que eso se haya vendido como un progreso, un avance a la modernidad es disparate padre, vamos. Y ahí un momento de tonteo con la poligamia. Claro que varias mujeres procreando iban a llevar la división a la casa de Sajonia y los señores territoriales del Sacro Imperio ya tenían una situación muy conflictiva entre ellos. El carajal o el problema saudí. No era una cuestión moral sino de organización”.
Margaret y Reginald Pole. Destino maldito
La historia de dos de los últimos Plantagenet les resultará familiar a los seguidores de Juego de Tronos.
- Primero, el contexto: “El siglo XV es un tiempo muy confuso porque los Tudor no consiguen afianzarse en el trono, hay unos bandazos tremendos y uno de los sistemas para sobrevivir era matar al enemigo”.
El protestantismo, en un primer momento y hasta que se consiguió encarrilar legalmente la situación del divorcio, dejó a las mujeres a los puñeteros pies de los caballos
- ¿Quiénes eran? “Los Plantagenet son los descendientes de Guillermo el Conquistador, que cuando llega de Francia instaura esta dinastía a la que pertenece Ricardo Corazón de León, Enrique II… Son los que fabrican el ciclo artúrico. Cuando aterrizan en Inglaterra son nuevos ricos y deciden fabricarse un pasado prestigioso, como todo el mundo. Y agarran esas leyendas, que eran cuatro hilos sueltos, y empiezan a pagar para que se fabriquen un relato y de ahí nace la literatura artúrica”.
- ¿Qué les pasó? “Los Tudor los machacan absolutamente porque durante el siglo XV hay par de momentos en los que están a punto de hacerse con el poder. Y los Tudor empiezan un trabajo implacable de ir cargándose Plantagenet aquí y allá hasta que no quede uno vivo”. Margaret Pole pasó años en la torre de Londres junto a otros familiares, confinada y aislada del mundo antes de ser ejecutada en un espectáculo público organizado por los Tudor. “Reginal Pole tuvo en su mano ser rey de Inglaterra y estuvo a un voto de ser Papa y no quiso convertirse en ninguna de las dos cosas. En primer lugar él no quería que su enfrentamiento con Enrique VIII era por ambición personal cuando él luchaba por la unidad de todos los cristianos por encima de todo. Por eso se hizo sacerdote. Y no quiso ser Papa porque su familia estaba encerrada en la torre de Londres y Carlos V no les ayuda”.
Enrique VIII
En uno de los relatos, se califica a Enrique VIII de “Engendro de sangre y grasa…” pero Roca nos aclara rápidamente que la frase es de Charles Dickens. Para él tiene artillería propia de sobra. “Creo que nunca se ha acabado de contar la cantidad de muertos que provocó . Yo creo que los Tudor tenían también un cable suelto. En serio. El padre de Enrique VIII y su hija mataron por supervivencia. La legitimidad de Isabel en el trono depende totalmente de que la nueva religión se consolide porque si no el matrimonio de sus padres sería ilegítimo y por eso asesina a sus rivales. Él mata porque quiere. Fíjate la cantidad de películas que se han hecho sobre él y en algunas nos es hasta simpático. Tengo una de Charles Laughton, del treinta y tantos en la que va matando mujeres con un gran sentido del humor”.
Thomas Münzter el "verdadero revolucionario"
Aquí Roca cambia el tono y pasa a una defensa cerrada y entusiasta del teólogo. “Era un teólogo muy superior a Lutero. Se enfrenta a la iglesia, al poder. Lo deja todo, no como Lutero, que siempre nadaba y guardaba la ropa. Él es el gran revolucionario. Alguien en quien se fijan Marx y Engels, quien en La guerra de los campesinos alemanes pone a Lutero a caer de un burro pero cita a Müntzer como gran influencia. Llega un momento en que se plantea: no vamos a robar a la iglesia de Roma para dárselo a los señores. Si hubiera querido, podría haber vivido muy bien en la Iglesia Católica o al servicio de cualquier príncipe protestante. No necesitaba ser el lacayo perfecto como Lutero. Su muerte fue tremenda, ejemplarizante. Después de su fracaso no se movió nadie en Alemania en dos siglos”.
Yo creo que los Tudor tenían también un cable suelto. En serio. El padre de Enrique VIII y su hija mataron por supervivencia. Él mata porque quiere
Lutero el "lacayo"
Aunque no es uno de los personajes centrales del libro, el iniciador de la revolución protestante sobrevuela varios relatos y aparece varias veces en la conversación.”Lutero estaba dispuesto a fabricar el producto que le pidiera el príncipe de turno. No tenía ningún problema. Siempre que se le sube el pavo a Alemania se ensalza a Martín Lutero. ¿Cuándo se ha vuelto a emitir moneda y sellos con la imagen de Lutero? Después de la unificación. Desde los tiempos de los nazis no se había vuelto a reeditar la moneda de dos marcos con la imagen de Lutero. No entiendo esta ola de ensalzamiento a su figura. Al Papa Francisco le falta un tornillo. Que se haga mirar, vamos. Un tío como Lutero, que ha hecho los panfletos más agresivos, más groseros y le ensalzas".
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