Ángeles Gonzalo Alconada
-Pide tiempo para conseguir mejorar su ratio de capital que debe aumentar en 2018.
-Su objetivo es mantener la independencia, pero solo puede lograrla si el BCE le da más plazo.
La indigestión de activos inmobiliarios ha sido el gran problema de la salud deBanco Popular, pero ahora la solución ya no es solo o principalmente la venta de esta masa ladrillos y suelo. Su principal problema es el tiempo. Como decía el conejo blanco del cuento de Alicia en el País de las Maravillas: “Voy a llegar tarde…Llego tarde, llego tarde…Ya se me hizo tarde”. Solo el Banco Central Europeo (BCE) puede ampliar el horario de llegada de Popular. El banco también puede intentar correr mucho para llegar a la meta en el tiempo establecido, pero esta solución requiere medidas que cada vez dependen más de factores externos que de la propia entidad.
Fusión o ampliación de capital parecen así las opciones privadas de Popular si el BCE no alarga el plazo para recapitalizarse. Y en ello está la nueva cúpula de la entidad. Pero mientras que hasta hace unos días la opción de la ampliación parecía la más factible, sobre todo a raíz de las declaraciones de Emilio Saracho, presidente del banco, en la junta de accionistas de la entidad del pasado 11 de abril, ahora la fusión es la principal elección.
En enero de 2018 Popular deberá volver a subir su ratio de capital, como el resto de los bancos sistémicos Europeos. Es una exigencia del BCE. Ya le pasó a comienzos de este año, y le supuso de un día para otro (de finales de 2016 a principios de 2017) unos 1.000 millones de euros más de capital, según apuntan fuentes financieras. Las pérdidas de 3.600 millones de euros afloradas en 2016 consecuencia de las elevadas provisiones que realizó Popular para cubrir sus activos inmobiliarios han menguado este ratio de capital, que se sitúa ahora al ras de las exigencias mínimas.
En menos de ocho meses la historia se volverá a repetir. El BCE reclamará a Popular, como al resto de las entidades financieras del continente nuevos requisitos de capital y será entonces cuando el banco que preside Emilio Saracho tendrá que demostrar si ha conseguido mejorar sus ratios de capital, algo muy complicado en estos momentos, o por el contrario ha optado entre una fusión o pasar al limbo del BCE, o lo que es lo mismo a un estado en el que el supervisor europeo es su tutor y guía. Es algo así como un mecanismo de actuación temporal con el que se pretende exterminar el mal de la entidad.
Lo malo de este sistema es que “se sabe cuándo se entra, pero no cuándo se sale”, explica un experto financiero.
En el primer trimestre del año Popular ha vuelto a los números rojos, con unas pérdidas de 137 millones de euros, pero según explicó su nuevo consejero delegado, Ignacio Sánchez-Asiaín, si la entidad no tiene que realizar en el resto del ejercicio más provisiones extraordinarias el banco puede dar beneficios, ya que la parte típicamente bancaria aporta números negros.
En las próximas semanas la cúpula de Popular tiene previsto comunicar su plan de actuación, una vez que tenga todos los datos del banco totalmente contrastados. “Estamos analizando uno a uno los 40.000 activos”, anunció el viernes Sánchez-Asiaín, quien insistió en la necesidad de “restaurar la confianza” del mercado en Popular.
El impulso para vender los 37.000 millones de euros que tiene Popular en activos improductivos debería ser titánico, para lograr atajar en parte la causa de su mal. La venta de activos no core, como TotalBank, Wizink, o ya en menor medida su banca privada, es una solución que aportaría capital al banco, pero no lo suficiente. Además, según explicó Sánchez-Asiaín el viernes en la rueda de prensa de resultados, Popular no tiene intención de malvender sus activos, pese a la necesidad que pueda tener en liberar capital con estas operaciones.
Tanto es así que el banco no ha aceptado la oferta que ha realizado el grupo chileno BCI para la compra de su filial estadounidense TotalBank. BCI ya había realizado la due diligence. El objetivo es que el grupo chileno suba el precio o sino, parece que Popular está dispuesto a romper las negociaciones. “No quieren precios de derribo”, señala un consultor financiero.
La ampliación de capital, mientras, se da por aparcada sine die. Al parecer hay inversores institucionales que estarían interesados en entrar en el capital de Popular. Un ejemplo es el grupo chileno Luksic, una de las familias más ricas de Chile y de Latinoamérica, que el viernes anunció la compra del 3% del capital del banco.
El problema es que esta ampliación chocaría con los accionistas minoritarios y tradicionales del banco, que no solo no aprobarían la operación, sino que podrían demandar al banco ante la dilución de su posición en la entidad, que ha realizado tres ampliaciones por 5.400 millones de euros en tres años, y esta sería la cuarta. La CNMV, además, vigila especialmente estos movimientos, a lo que se suma que los objetivos aprobados en mayo para llevar a cabo la ampliación de 2.500 millones que realizó Ángel Ron, anterior presidente de Popular, no solo no se han cumplido, sino que todo ha ido a peor, y el mercado ya desconfía de este valor.
“No estamos sondeando a nadie porque no tenemos preparada ninguna ampliación de capital”, explicó el número dos de la institución. Aunque admitió que “muchos inversores se acercan a nosotros preguntando si el banco va a acometer una ampliación”. Estas declaraciones matizan y mucho lo que anunció en abril Saracho.
El banco solo podría realizar una ampliación destinada a inversores institucionales ante los problemas de falta de credibilidad de Popular, reconoció Asiaín. Una solución podría ser llevar a cabo una ampliación exprés solo para institucionales que no necesitase convocar junta de accionistas, pero con ella no se cubriría sus necesidades de capital ya que estaría limitada, y el banco se vería también abocado a una previsible avalancha de demandas.
De esta forma, la única solución factible es la fusión. Y en ello están, aunque sin abandonar a posibilidad de seguir en solitario, pero eso depende del BCE. De momento, la entidad no ha recibido ningún “acercamiento serio”, según explicó el consejero delegado. Pero matizó que las conversaciones entre unos bancos y otros son “continuas, y las ha habido y las habrá siempre, y añadió que “las conversaciones” se enmarcan en “conversaciones de almuerzo”.
Interesados por Popular, muchos. Conversaciones mantenidas en el pasado entre Popular y otras entidades, con casi todas.
“Si conocieras el tiempo tan bien como lo conozco yo, no hablarías de derrocharlo como una cosa. El tiempo es una persona”, dijo el Sombrerero en el País de las Maravillas. Y eso es lo que le falta al nuevo equipo de Popular, tiempo para poder mantener la independencia de la entidad.
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