Ángeles Espinosa
El Ministerio de Cultura e Información va a empezar a conceder licencias de forma inmediata y espera que los primeros multicines abran en marzo de 2018.
Mujeres saudíes en un festival de cortos celebrado el pasado octubre en Riad. FAYEZ NURELDINE AFP
Arabia Saudí ha autorizado este lunes la apertura de salas de cine, por primera vez en casi cuatro décadas. El Ministerio de Cultura e Información va a empezar a conceder licencias de forma inmediata y estima que los primeros multicines abran al público en marzo del año que viene. La medida, largamente esperada, se enmarca en el programa de reformaslanzado por el príncipe heredero, Mohamed Bin Salman (MBS), para modernizar el país. Se prevé que la proyección inaugural corra a cargo de Born a King (Nacido rey), la primera superproducción rodada en el Reino del Desierto y que está dirigida por el español Agustí Villaronga.
“Esto marca un antes y un después en el desarrollo de la economía cultural en el reino”, ha declarado el ministro de Cultura e Información, Awwad Alawwad. En el comunicado en el que se hace el anuncio, Alawwad avanza también que la Comisión General de Medios Audiovisuales ha empezado el proceso para facilitar los permisos necesarios. “Esperamos que los primeros cines abran en marzo de 2018, afirma el ministro, que preside dicha Comisión.
Es la primera vez que van a concederse licencias de apertura de salas de cine comerciales desde su prohibición a principios de los años ochenta del siglo pasado. En aquellas fechas, la monarquía saudí, alarmada por la revolución islámica de Irán y la revuelta de La Meca, buscó protegerse reforzando sus lazos con el estamento religioso wahabí, al que concedió enormes poderes en materia educativa y de control social. Ese pacto ha convertido a Arabia Saudí en uno de los países con normas más anacrónicas del mundo.
La ausencia de cines era sólo la punta del iceberg de un sistema social que había proscrito hasta ahora cualquier tipo de diversión en público. Sin embargo, la conjunción de bajos precios del petróleo y el cambio generacional que ha representado la llegada de MBS, verdadero poder detrás del trono de su padre, el rey Salmán, han dado un vuelco al reino. Necesitado de un nuevo modelo productivo, el príncipe ha comprendido que el cambio es imposible sin reformas sociales radicales. Junto con la decisión de permitir conducir a las mujeres, la medida anunciada hoy constituye uno de los pilares de ese proyecto.
De momento, los clérigos wahabíes han mantenido silencio ante el anuncio, algo que no sucediera cuando se celebraron los primeros espectáculos el año pasado y sus protestas obligaron a cancelar una actuación de Mike Epps. Poco después, el gran muftí, Abdelaziz al Sheikh, alertó a la familia real sobre los peligros del cine y los conciertos con un significativo “no abran la puerta al diablo”, que hizo temer por los planes de apertura cultural de MBS. Las objeciones públicas a las reformas han disminuido desde la oleada de detenciones de intelectuales, periodistas y clérigos críticos el pasado septiembre.
De todas formas, y para tranquilidad de los más conservadores, el Gobierno ya ha dicho que las películas van a ser censuradas para asegurarse de que “respetan los valores y principios prevalentes, y que no contradicen la ley islámica [Sharía] y los valores morales del reino”. Aunque se desconocen los detalles de esa censura, si los países vecinos, de apariencia más liberal, sirven de medida, no se verán ni besos ni escotes pronunciados, ni por supuesto desnudos, así como tampoco películas de contenido político o críticas con la religión. Los tacos también son una línea roja, aunque no así la violencia.
“La apertura de cines actuará como catalizador para el crecimiento económico y la diversificación; al desarrollar el sector cultural en general, crearemos nuevos empleos y oportunidades de formación, además de enriquecer las opciones de entretenimiento en el reino”, ha asegurado Alawwad.
Era un secreto a voces. Desde el lanzamiento de la Vision 2030, el ambicioso marco de reformas de MBS, los saudíes sabían que no era cuestión de si, sino de cuándo. Durante la reciente visita de esta corresponsal a Riad, los interlocutores señalaban que en varios nuevos centros comerciales en construcción incluían en sus planos espacio para los multicines. De igual modo, daban por hecho que la película que tendría el honor de inaugurar ese cambio histórico será Born a King,que por esas fechas estaba terminando de rodarse en el complejo palaciego de Al Atheriyah, a las afueras de la capital saudí.
Con un presupuesto de 20 millones de dólares, la producción hispano-británica Born a King cuenta la misión diplomática que Abdulaziz Ibn Saud, el primer monarca saudí, encomendó al entonces menor de sus hijos, Faisal, en 1919. Con apenas 13 años le envió a Londres para convencer a los ingleses de que apoyaran el reino que intentaba fundar en Arabia. Fue una aventura sin precedentes en un país que no sólo carece de tradición cinematográfica, sino hasta ahora cerrado al turismo.
“Hemos tenido que inventar todo porque no había infraestructuras”, señalaba Villaronga en un descanso del rodaje. Cuando decía todo era literalmente todo, empezando por la propia empresa de servicios que les dio apoyo, Nebras Film, montada por un constructor que ha visto una oportunidad de negocio en un sector que hasta ahora no existía en Arabia Saudí.
De hecho, hecho los dos únicos largometrajes saudíes filmados en el Reino del Desierto y con actores saudíes son Wadjda (La Bicicleta Verde), de 2012, y Barakah Yoqabil Barakak, de 2016. En un país donde el 70 % de la población tiene menos de 30 años, sólo quienes superan los cincuenta recuerdan las salas de cine que hubo en Riad y Yeddah hasta la década de los setenta del siglo pasado. Esa carencia ha hecho que los saudíes aficionados al séptimo arte peregrinen a Dubái o Manama, como en la época del franquismo hacían los españoles con Biarritz o Perpiñán para ver los filmes prohibidos por la censura.
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