- Una revisión ha concluido que hubo una gran salida de África hace 60.000 años y otras menores que se remontan hasta los 130.000.
Los antropólogos llevan mucho tiempo sumergidos en un intenso debate. Algunos sostienen que el hombre dejó Africa hace 40.000 a 80.000 años, y que desde allí se extendió por el resto del mundo. Otros han argumentado que fueron varias oleadas de migraciones, hace incluso 130.000 años, las que le llevaron a conquistar la faz del planeta.
Un artículo publicado recientemente en Science y elaborado por científicos del Instituto Max Planck de Ciencia de la Historia Humana y de la Universidad de Hawái en Manoa (Estados Unidos), se ha inclinado por la segunda explicación: gracias a la revisión de los avances en las técnicas de lectura del ADN y la identificación de fósiles, llevadas a cabo por muchas investigaciones en la última década, estos científicos han concluido que el hombre dejó África en varias ocasiones y hace más tiempo que 60.000 años. Además, han concluido que se reprodujo con otras especies de homininos, como los neandertales y los denisovanos. Ambas cosas complican aún más la historia evolutiva de la especie humana y abren nuevos interrogantes.
Una gran salida y un reguero constante
El debate sobre cómo se dispersó el hombre por el globo tiene su origen en una aparente contradicción. En los últimos años, los fósiles de humanos modernos hallados en Asia y Oceanía han resultado ser más antiguos, con edades de entre 70.000 y 120.000 años, que el momento de salida de los humanos de África, situado en un tiempo en torno a los 60.000 años. Sin embargo, otros estudios han concluido que todas las poblaciones no africanas de humanos modernos proceden de una única población ancestral africana, presente en el continente hace 60.000 años. ¿Cómo pueden ser ciertas las dos cosas?
La explicación está en que estas conclusiones indican que hubo pequeñas y múltiples salidas desde África desde hace unos 120.000 años, pero que también hubo una migración muy importante hace 60.000.
«Las salidas iniciales desde África hace más de 60.000 años probablemente fueron de pequeños grupos de forrajeadores; al menos algunas de estas salidas iniciales dejaron algunas trazas genéticas en las poblaciones humanas modernas», ha dicho en un comunicado Michael Petraglia, coautor del estudio e investigador en el Instituto Max Planck de Ciencia de la Historia Humana. «Pero una salida mayor y más tardía ocurrió probablemente hace unos 60.000 años».
Hijos con neandertales
Aparte del interrogante de si el humano moderno salió una o más veces de África, otro de los temas que más interés ha despertado siempre en la Antropología es saber si estos migrantes tuvieron descendencia con antiguos homininos, como neandertales y denisovanos, o no.
Los análisis genéticos más recientes han mostrado que definitivamente sí que lo hicieron. Los humanos modernos tuvieron descendencia con neandertales, denisovanos y otros grupos aún no identificados. Tanto es así, que las estimaciones apuntan a que los humanos actuales no africanos tienen entre un uno y un cuatro por cinto de herencia neandertal. Los melanesios, por su parte, tienen por término medio un cinco por ciento de herencia denisovana. Todo esto apunta a que neandertales, denisovanos y otros homininos coexistieron en Asia durante un tiempo prolongado, y que la historia real de sus intereacciones es compleja.
Además, esta revisión publicada en Science también ha concluido que la dispersión cultural también fue más compleja de lo pensado anteriormente: «Lo que vemos en el registro es que la dispersión de los comportamientos de humanos modernos no tuvo lugar en un sencillo proceso de evolución del oeste al este (junto con los movimientos de población)», ha dicho Christopher Bae, primer autor e investigador en la Universidad de Hawái en Manoa. «En lugar de eso, hay que considerar las variaciones ecológicas junto a los cambios en el comportamiento entre las diferentes poblaciones de homininos presentes en Asia a finales del Pleistoceno».
En definitiva todas estas conclusiones muestran que los movimientos de población y los cambios fueron mucho más complejos de lo pensado hasta ahora y que aún hay muchas preguntas por resolver. Estos argumentos facilitan encontrar una explicación a cómo se mezclaron los genes humanos con los de sus parientes cercanos, entender si, efectivamente, los aborígenes australianos se separaron de los africanos antes que los pobladores de Eurasia y por qué la variabilidad genética de los humanos no fue igual en todas las regiones. Todo esto tiene mucha importancia para comprender la evolución humana.
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