Manuel V. Gómez
RESUMEN 2017
El año acaba con una subida de la afiliación que puede superar el medio millón, pero con una alta tasa de temporalidad y unos salarios que no despegan.
Un camarero sirve a unos clientes en un bar de Ronda. PACO PUENTES
Noviembre acabó con casi 20 millones de contratos firmados en los primeros 11 meses de 2017. El año se cerrará con unos 22 millones, un máximo histórico. Pocos datos explican mejor lo que sucede en el mercado laboral español en los últimos años: una recuperación laboral vigorosa, que va a encadenar un trienio creando en torno a medio millón de empleos o más, y, al mismo tiempo, una gran cantidad de trabajo temporal y a tiempo parcial no deseado con unos sueldos que no despegan. En definitiva, el año acaba con una importante mejora del empleo, como muestra la recaudación récord a la que va a llegar la Seguridad Social, y con la consolidación de la precariedad. Y sí, 2017 también finaliza con una tasa de paro que, aun habiendo bajado más de 10 puntos desde el máximo de la crisis, sigue encaramada (16,4%) entre las más altas de la Unión Europea y de los países desarrollados.
"En el momento en que se sale de la crisis entra dentro de lo normal. El crecimiento del empleo temporal es una característica", señala Josep Oliver, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma, rememorando el patrón de otras salidas de crisis. Esta vez el peso del empleo temporal, por su propia destrucción, cayó al 23% a comienzos de 2014, pero en verano ya iba por el 27,4%. "España perdió el 18% del empleo, ha recuperado 10 puntos, pero aún le queda. En lo sustantivo, seguimos absorbiendo el impacto de la crisis", continúa Oliver, que también admite que el vigor de la precariedad en la recuperación está durando mucho.
Además, ahora la temporalidad está cambiando. Los contratos de cortísima duración crecen. En 2017 los que duran cinco días o menos se acercan al 26%, según el Servicio Público de Empleo Estatal. Florentino Felgueroso, investigador de Fedea, reflexiona que este fenómeno puede estar relacionado con el desarrollo de las nuevas tecnologías que permiten "un ajuste más rápido" y la contratación vía móvil.
Añade Felgueroso que el acceso al empleo estable se complica. Es verdad que los contratos indefinidos crecen, aunque no lo suficiente para que la temporalidad baje, y el tiempo y el número de contratos que tienen que pasar los trabajadores eventuales (especialmente los jóvenes) para acceder a uno fijo no deja de crecer. El investigador lo ilustra con dos datos que ha expuesto en el blog Nada es gratis: el primero, que un temporal tiene que pasar 94 meses en esta condición para convertirse en indefinido en el periodo 2008-2016, frente a los 57 que debía esperar entre 2001 y 2007; y el otro es que solo una media del 36% de los 1,5 millones de contratos eventuales o más que se firman cada mes responde a nuevas contrataciones, el resto son renovaciones a trabajadores que siguen sin lograr el ansiado contrato indefinido.
A veces, llegar a esta meta no supone estabilidad. Como recuerda la profesora de Economía en la Universidad de Alcalá, Inmaculada Cebrián, solo el 40% de los indefinidos sobreviven más de dos años. No obstante, ella misma recuerda que este dato es de 2015 y que para saber si esta tendencia varía con la recuperación hay que esperar. Su impresión, "con datos brutos todavía", es que la mejora en la calidad del empleo es pequeña y que "España ha cambiado poco el patrón".
El punto en el que la precariedad sí parece remitir son las jornadas parciales. Fue la única variedad de trabajo asalariado que resistió los momentos duros, incluso creció. Ahora ha bajado algo, pero sigue con altas tasas de subempleo (quienes buscan trabajar más horas y no lo encuentran). La mejora laboral también ha reducido esta variable, aunque sigue siendo altísima: casi el 60% de trabajadores a tiempo parcial son subempleados.
Pero la alta temporalidad oscurece mucho la bajada del subempleo. Carlos Martín, director del gabinete económico de CC OO, subraya que en 2017 la tasa de eventuales ya supera la previa a la crisis entre los jóvenes y en las manufacturas, el comercio, los transportes y la hostelería. Precisamente, varias de estas actividades ganan afiliación por encima de la media en los últimos meses.
No encarecer el empleo
El Gobierno suele subrayar los datos que inciden en un aumento de los contratos fijos, pero su acción apunta a cambios que logren de una vez reducir el peso de la precariedad. Aunque pone un límite: no encarecer tanto el empleo como para que no se llegue a crear casi medio millón de puestos de trabajo al año. A la vuelta de vacaciones, continuarán las negociaciones para reducir a uno los modelos de contratación temporal y castigar con cotizaciones más altas a las empresas que abusen de ella. Y acaba de anunciar una subida del salario mínimo interprofesional del 4% en 2018. "Se trata de favorecer una recuperación integradora con más y mejores empleos, y eso significa también más y mejores salarios", apuntó la ministra Fátima Báñez al anunciar que en 2020 llegaría a 850 euros al mes.
"Es importante que se anticipen las subidas, que el Gobierno presione para que los empresarios entiendan que no pueden recuperar la competitividad perdida solo por el coste laboral y que hagan inversiones productivas", analiza Oliver. Este año España ha encadenado su quinto trimestre perdiendo competitividad frente a los socios comunitarios, pese a que los costes laborales unitarios seguían cayendo.
Para Martín, esa subida del suelo salarial llega tarde. Lamenta que pese al vigor de la recuperación, la salida de esta crisis está siendo menos rápida que en las dos anteriores e identifica la que, para él, es su causa "la demanda interna tiene menos peso", hay más protagonismo del sector exterior, y este es menos intensivo en mano de obra.
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