Ángeles Espinosa
El monarca asegura ante el Consejo Consultivo que su Gobierno va actuar con "determinación y justicia".
El rey Salmán de Arabia Saudí ha defendido este miércoles el empeño de su Gobierno en combatir la corrupción “con justicia y determinación”, en un claro respaldo a la purga lanzada contra príncipes y empresarios por su hijo y heredero, Mohamed Bin Salmán, el mes pasado. El discurso del monarca, que abría el segundo periodo de sesiones del Consejo Consultivo (Shura) y ha sido televisado, se ha centrado en las reformas económicas, justo cuando el país afronta una nueva subida de los precios de la energía.
“Vamos a impulsar y animar al sector privado para que aumente su contribución al desarrollo”, ha declarado el rey.
Desde su llegada al trono en 2015, y de la mano del príncipe Mohamed, el segundo exportador de petróleo del mundo se ha embarcado en un ambicioso programa de diversificación económica con el objetivo de encontrar fuentes alternativas de ingresos. Aunque inversores y empresarios comparten esa meta, algunas voces han criticado el ritmo y las formas de los cambios.
El Consejo de Ministros del martes, reunido bajo la presidencia del rey, aprobó las nuevas tarifas eléctricas que entraran en vigor el 1 de enero de 2018, y autorizó “la corrección gradual de los precios de algunos productos energéticos”. De acuerdo con la agencia Bloomberg, la subida de la gasolina en el país va a alcanzar el 80% en enero. Aun así, quedará por debajo de los precios internacionales. En un intento de suavizar los efectos, la equiparación inicialmente prevista para 2020 se ha retrasado ahora hasta 2023-2025. El Gobierno también ha puesto en marcha la llamada cuenta ciudadana, un sistema de ayudas para compensar a las familias con menores recursos.
Salmán ha defendido el plan, conocido como Vision 2030, pero ha dicho que la corrupción es una de las principales amenazas al desarrollo económico. De ahí, la necesidad de combatirla para que el “país pueda disfrutar de la prosperidad a la que todos los ciudadanos aspiran”. La detención a principios de noviembre de dos centenares de miembros de la élite económica y política del reino, incluidos príncipes y magnates, sembró preocupación por su posible efecto en la economía en un momento en que se quieren atraer inversiones.
Observadores extranjeros han mostrado inquietud por los peculiares procedimientos del sistema saudí y la aparente falta de protección judicial de los detenidos, algunos de los cuales fueron encerrados en un lujoso hotel de Riad, la capital. El fiscal general dijo la semana pasada que la mayoría había aceptado los arreglos económicos propuestos para evitar ser procesados; los demás podrían permanecer privados de libertad durante meses.
“Gracias a Dios, [los corruptos] son pocos”, ha dicho el rey, quien ha subrayado que la reestructuración emprendida “no contradice los valores islámicos”. Las reformas económicas han ido acompañadas desde el principio por cambios sociales, como el levantamiento de la prohibición a que las mujeres conduzcan o la autorización de cines y conciertos, susceptibles de encontrar rechazo en los sectores más conservadores.
El monarca también aprovechó su intervención ante la Shura (una cámara de designación real sin poder legislativo) para condenar la decisión del presidente de EE UU, Donald Trump, de reconocer Jerusalén como capital de Israel. Fuentes diplomáticas saudíes opinan que esa medida “dinamita el proceso de paz”.
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