S.V. Dáte
Los servicios de inteligencia señalaron que Putin no solo había interferido en las elecciones, sino que colaboró de forma activa para que ganara Trump.
SPUTNIK PHOTO AGENCY/REUTERSDonald Trump y Vladimir Putin dándose la mano en la cumbre de la APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico) en Vietnam, el pasado 10 de noviembre.
Rusia ayuda al candidato republicano a ganar las elecciones presidenciales de Estados Unidos. El equipo del candidato conoce esas intenciones y trata de coordinar esfuerzos. El candidato republicano gana las elecciones y, al enterarse de que el FBI está investigando todo este lío, despide al responsable de la investigación para intentar sofocar el fuego.
Es un escenario tremendamente poco plausible y parece sacado de una superproducción de Hollywood, pero es la realidad en la que se encuentra Estados Unidos en el tramo final del primer año de Trump como presidente: con un abogado especial del Departamento de Justicia trabajando a todo gas con dos acusaciones y una admisión de culpabilidad bajo el brazo.
Rick Wilson, un asesor republicano que fue de los primeros en sospechar de la relación entre Trump y Moscú en las elecciones primarias de su partido, declaró lo siguiente: "Los vínculos y pruebas que siguen surgiendo son numerosas. Cuando era joven y participaba en la Guerra Fría, hace mucho tiempo, teníamos unas sospechas sanas con respecto a Rusia".
Ty Cobb, abogado contratado por la Casa Blanca para llevar el caso contra el fiscal Robert Mueller, rechazó toda acusación de colusión y afirmó en declaraciones a la edición estadounidense del HuffPost que espera poner fin a la investigación contra Trump en las próximas semanas: "Creo que podremos enterrar el tema a principios de año".
Trump, por su parte, sigue desacreditando la investigación, tildándola de "falsa" y de "derroche de recursos". En varios tuits publicados el 29 de octubre, Trump lamentaba que Robert Mueller estuviera "investigando una supuesta 'colusión' que ni siquiera existe". Asimismo estaba convencido de que "los demócratas están utilizando esta terrible (y perjudicial para el país) caza de brujas para hacer una política vil a su favor".
No hay ninguna ley que prohíba la colusión, pero sí hay leyes que controlan los delitos de conspiración, el blanqueo de dinero y la aceptación de ayuda de una potencia extranjera para ganar las elecciones.Rick Wilson
Sin embargo, los hechos que han salido a la luz a lo largo del año no indican lo mismo:
- El 6 de enero de 2017, los servicios de inteligencia estadounidenses emitieron una versión desclasificada de sus análisis que señalaba que Vladimir Putin no solo había interferido en las elecciones, sino que había colaborado de forma activa para que ganara Trump. Entre las herramientas empleadas por Rusia están el robo de correos electrónicos de la principal oponente de Trump, Hillary Clinton, y su publicación a través de WikiLeaks, afín a Rusia.
- George Papadopoulos, ex asesor de política exterior en la campaña presidencial de Trump, detalló en varios documentos adjuntos a su declaración de culpabilidad cómo los rusos, en abril de 2016, se pusieron en contacto con ellos para ofrecerles correos electrónicos de la campaña de Hillary Clinton que perjudicarían a la demócrata. Los correos electrónicos intercambiados entre Donald Trump Jr. y un antiguo socio comercial demuestran que el hijo del presidente quería ver esa supuesta información incriminatoriaantes de reunirse con ellos en la Torre Trump. Trump Jr. intercambió después mensajes con Julian Assange, fundador de WikiLeaks, sobre cómo podría sacar partido su padre de la correspondencia robada al presidente de campaña de Clinton, John Podesta. El 12 de octubre de 2016, después de que Julian Assange sugiriera que había que difundir la nueva tanda de correos electrónicos robados, fue el propio Donald Trump quien publicó 15 minutos después un tuit elogiando a WikiLeaks.
- El 9 de mayo de 2017, después de tres meses protestando por la investigación que estaba llevando a cabo el FBI en relación con su vínculo con Rusia, Trump despidió a James Comey, director de la agencia. El argumento aducido al principio fue que a Comey se le había ido de las manos una investigación sobre el uso que había hecho Clinton de un servidor de correo privado cuando era Secretaria de Estado. No obstante, al día siguiente Trump supuestamente le dijo al Ministro de Asuntos Exteriores ruso y al embajador estadounidense, durante una reunión en el Despacho Oval, que había despedido a Comey para detener la investigación. El 11 de mayo también se refirió en una entrevista concedida a NBC News a la investigación sobre Rusia como uno de los motivos del despido. A raíz de ello, el fiscal Mueller fue designado para hacerse cargo de la investigación.
Pese a todo, Ty Cobb negó que los vínculos entre la campaña de Trump y los funcionarios rusos pudieran considerarse colusión, y comentó que al despido de James Comey le estaban dando demasiada importancia:
"La prensa ha convertido el despido de Comey en la piedra angular de esta investigación. Donald Trump estaba en su pleno derecho de despedirle, y cuando lo hizo fue por unos motivos muy justificados".
Sin embargo, la colusión en sí misma no es el problema, asegura Rick Wilson: "No hay ninguna ley que prohíba la colusión, pero ¿sabéis una cosa? Sí que hay un buen puñado de leyes que controlan los delitos de conspiración, el blanqueo de dinero y la aceptación de ayuda de vital importancia en campaña por parte de una potencia extranjera para ganar las elecciones".
Las negaciones de Trump sobre el tema de Rusia comenzaron el 27 de julio de 2016, en la misma rueda de prensa en la que invitó a los rusos a piratear los ordenadores de Hillary Clinton para encontrar los miles de correos electrónicos que había borrado:
"Os lo diré ahora mismo: cero. No tengo ninguna relación con Rusia", dijo Trump.
En los meses siguientes, Trump siguió negando cualquier tipo de contacto con Rusia. Tras la declaración del 7 de octubre de 2016 realizada por el Departamento de Seguridad Nacional, en la que se aseguraba que Rusia estaba interfiriendo en las elecciones, Trump puso en duda la veracidad del análisis.
El 19 de octubre de 2016, en el debate presidencial, cuando Hillary Clinton dijo que Rusia prefería que ganara Trump para ser la marioneta de Putin, Trump arguyó que era imposible saber quién había llevado a cabo cualquier actividad pirata vinculada con las elecciones. "No tienes ni idea. Nuestro país no tiene ni idea", dijo durante el debate, tras echar la culpa varias veces a China, a "un tío de 180 kilos tumbado en la cama" o cualquier persona de Nueva Jersey.
Las negaciones de Trump sobre el tema de Rusia comenzaron el 27 de julio de 2016, en la misma rueda de prensa en la que invitó a los rusos a piratear los ordenadores de Hillary Clinton.
Trump admitió por primera vez que los rusos eran los responsables del pirateo en una rueda de prensa el 11 de enero de 2017, cinco días después de la publicación de la versión desclasificada de los análisis de los servicios de inteligencia estadounidenses, pero desde entonces no ha dejado de decir que la historia sobre lo de Rusia es un "timo" y un intento de los demócratas de echar la culpa a otros de su gran derrota.
Más recientemente, Trump y la Secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, han atacado la credibilidad de un dosier realizado por el exespía Christopher Steele, antiguo miembro del servicio secreto británico. En ese dosier de 35 páginas, que ha pasado a conocerse como "el dosier Trump", se incluye una larga lista de los contactos que hubo entre la campaña de Trump y los funcionarios rusos, así como afirmaciones de que los servicios de inteligencia de Rusia contaban con material para chantajear a Trump, que habían obtenido en un encuentro entre Trump y varias prostitutas en un hotel de Moscú en 2013. El dosier Trump fue encargado por un donante republicano, pero cuando Trump ganó las primarias de su partido, fueron los demócratas quienes asumieron el coste del encargo.
Tanto Trump como Sarah Sanders han argumentado que el hecho de que los demócratas hayan financiado el dosier lo convierte en poco fiable, y han ido más allá al afirmar que son los demócratas quienes han cometido colusión con Rusia porque Steele estaba en contacto con fuentes rusas.
"Es muy triste lo que han hecho con un dosier falso. Es una vergüenza. Es realmente... Es una pena. Es una triste muestra de la política que hay en este país", declaró Trump el 25 de octubre.
Rick Tyler, consultor político que trabajaba para el senador republicano Ted Cruz durante las primarias presidenciales, aseguró que, conforme fueran surgiendo más detalles (reuniones verificadas entre los miembros de campaña de Trump y los funcionarios rusos, por ejemplo), más veracidad podrían concederle al dosier.
"El dosier empieza a parecer más auténtico que fraudulento", opinó Rick Tyler.
Trump expresó su enfado cuando el Congreso aprobó un proyecto de ley para imponer nuevas sanciones a Rusia y ha reiterado que quiere mantener las buenas relaciones con Putin.
Entrevistado en un nuevo libro sobre la interferencia de Rusia en las elecciones, Christopher Steele consideró que entre el 70% y el 90% de la inteligencia cruda (sin procesar) de su dosier es precisa. Ese nuevo libro también indica que, cuando Steele le entregó sus resultados a un agente del FBI en Roma, la investigación sobre la campaña de Trump ya estaba en marcha gracias a unos mensajes entre los miembros de campaña de Trump y Rusia que habían sido interceptados por los servicios de inteligencia británicos.
Según Rick Tyler, el problema no es si la ayuda recibida desde Rusia fue decisiva para inclinar la balanza de las elecciones hacia Trump, que ganó gracias a un estrecho margen de 80.000 votos repartidos entre tres estados clave (Wisconsin, Michigan y Pensilvania):
"Los rusos influyeron, claramente. ¿Marcó la diferencia en la votación? Eso ya no lo sé".
Aún más importante para Rick Tyler es saber qué información tiene Putin sobre el presidente, si es el caso:
"¿Está comprometido? Todos los estadounidenses tenemos derecho a saberlo".
En una rueda de prensa de enero, Trump afirmó que no existe ningún material comprometedor de su visita a Moscú en 2013. También aseguró que no tiene ninguna relación comercial secreta con Rusia:
"No tengo acuerdos con Rusia. No tengo ningún proyecto que vaya a llevarse a cabo con Rusia, nos hemos mantenido al margen. No tengo ninguna deuda con Rusia", zanjó.
Trump no aparecerá en las papeletas el año que viene, pero los republicanos del Congreso, los que eran plenamente conscientes de los ciberataques rusos y no hicieron nada, esos sí que estarán.
Pero sus críticos, tanto republicanos como demócratas, señalan con suspicacia el trato suave que tiene Trump con Putin en comparación con las duras palabras que suele dedicarles a determinados aliados tradicionales de Estados Unidos, quizás una señal de que teme a Putin por algún motivo.
Trump expresó su enfado cuando el Congreso aprobó un proyecto de ley para imponer nuevas sanciones a Rusia por su interferencia en las elecciones y ha reiterado que quiere mantener las buenas relaciones con Putin. En su reciente visita a Asia, el presidente se reunió con el líder ruso y afirmó que había vuelto a presionarle para averiguar si había interferido en las elecciones.
"Me dijo que no se había entrometido. Le volví a preguntar. No conviene preguntar más de la cuenta, pero le volví a preguntar y me aseguró tajantemente que no había interferido en nuestras elecciones. No ha hecho lo que se cuenta que hizo. Yo le creo. De verdad me creo que, si me dice algo, lo dice en serio. Y dijo 'No lo he hecho'. Creo que se siente ofendido cuando le preguntan por ello, sinceramente", declaró Trump a los periodistas de Air Force One.
Los rusos, por su parte, negaron que el tema de las elecciones hubiera surgido en la reunión.
Los demócratas, mientras, confían en que la investigación sobre Rusia sirva de recordatorio a los votantes de las elecciones al Congreso de que muchos republicanos aún siguen apoyando a Trump. La organización American Bridge, afín a los demócratas y dedicada a vigilar la veracidad de las comunicaciones de los políticos republicanos, llegó a crear una página web con una URL rusa para dejar claro ese punto.
Harrell Kirstein, exportavoz de Hillary Clinton y actual director de comunicaciones de la comisión de American Bridge "Trump War Room" (la "sala de guerra" para destituir a Trump), resumió la situación del siguiente modo: "Trump no aparecerá en las papeletas el año que viene, pero los republicanos del Congreso, los mismos que eran plenamente conscientes de los ciberataques rusos el año pasado y no hicieron nada, esos sí que estarán".
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