Miquel Alberola
Alcalá de Henares rinde homenaje al historiador, que editó las obras completas y escribió la biografía del político.
El actor y director de teatro José Luis Gómez, en el acto de homenaje a Santos Juliá en Alcalá de Henares. KIKE PARA
Santos Juliá empezó a leer a Manuel Azaña a mediados de los sesenta por recomendación del historiador republicano Ramón Carande. Para los nacidos en el año 1940, como Juliá, “Azaña era el epítome de la maldad”, según confesó. Pero esas lecturas forjaron un vínculo muy potente con el político, que nació en Alcalá de Henares el 10 de enero de 1880 y murió en Montauban (Francia) el 3 de noviembre de 1940, hace ocho décadas. Con los años, el historiador, fallecido el pasado 23 de octubre a los 79 años, sería el responsable de editar las obras completas de Azaña y escribió Vida y tiempo de Manuel Azaña (Taurus, 2008), una biografía considerada canónica sobre el que fuera el primer jefe de Gobierno republicano (1931-1933) y presidente de la República entre 1936 y 1939. Coincidiendo con el aniversario del nacimiento de Azaña, el Ayuntamiento de Alcalá de Henares rindió ayer homenaje a Juliá en un acto en el que participaron los historiadores José Álvarez Junco, Javier Moreno Luzón y José María Ridao y que moderó Javier Rioyo.
Doctor en Ciencias Políticas y Sociología y catedrático de Historia Social, Juliá, además de Azaña, investigó a fondo el cisma del PSOE en 1934, el experimento democrático de la Segunda República, el franquismo, la Transición o la historia de Madrid. El historiador Álvarez Junco lo ha definido en alguna ocasión como “lo contrario a un intelectual mediático, del tertuliano locuaz, que para llamar la atención se radicaliza hoy hacia la derecha y mañana hacia la izquierda”. Su posición fue siempre "la defensa de la complejidad en la explicación del pasado". Ayer destacó la coherencia de su obra, la metodología, la objetividad y la pasión (contenida por la racionalización). “Nos ha cambiado nuestra manera de ver el siglo XX español”, consignó.
El historiador Santos Juliá. GORKA LEJARCEGI
Álvarez Junco puso el foco sobre los lazos que unían a Juliá con Azaña y lo que consideró el eje de coherencia de su obra: “Los dos creían en la necesidad de un Estado para organizar y resolver los problemas de un país. Reformar el Estado para tener instituciones creíbles”. El historiador, que evocó su amistad y sus viajes juntos, definió a Juliá como “muy representativo de la nueva historia que surgió a partir de los años setenta”. Una historia “no nacionalista ni esencialista”. Señaló que fue quien arrebató a los hispanistas el monopolio de las síntesis de la historia española.
Por su parte, Moreno Luzón, cuya tesis doctoral fue dirigida por Juliá, destacó que el historiador “comprendió a Azaña como nadie”. También lo calificó como uno de los grandes historiadores y el más importante que ha tenido España sobre el siglo XX. Recordó que ayudó a Juliá en el trabajo de recopilación, ordenación e interpretación en siete volúmenes de las obras completas de Azaña. Cómo repasó su obra desde la historia social a la historia intelectual y plasmó interpretaciones originales sobre la historia de España. Asimismo, destacó su empeño en romper el “estereotipo del fracaso” de España. “Desmintió que la sociedad española estuviera paralizada en el primer tercio del siglo XX. Refutó la idea de que todo eran fracasos en la historia de España”. Su oficio de historiador, defendió, estuvo marcado por tres características: pasión, independencia y honestidad intelectual. “Era alguien al que había que escuchar. Su obra no solo es buena sino que nos hace mejores”, concluyó.
Para Ridao, es difícil distinguir la figura de Santos de la de Azaña. En ese sentido celebró que ayer se les conmemorara juntos. El camino que Juliá ha trazado hacia Azaña, enfatizó Ridao, ha ampliado la visibilidad sobre la reciente historia española, “con profundas raíces que nos llegan hasta hoy”. Su aportación, destacó, ha revelado a un Azaña pragmático: “No había idealismo en el republicanismo de Azaña sino pragmatismo. Era republicano porque la Monarquía fracasa en la defensa de las libertades”. Ridao incidió en que el historiador desveló “el Azaña que nos demuestra que la política es el Estado”. El Azaña que conecta con la tradición liberal y la tolerancia: “El que no piensa en la nación sino el Estado”. En esa línea, atribuyó a Juliá haber mostrado la visión de la historia que tiene Azaña, emparentada con el Flaubert que se sorprendía de que se hablara de Francia antes de que Francia existiera. Ridao invitó a no analizar a Azaña como un icono sino como una trayectoria.
El acto, celebrado en el salón de actos del Consistorio con más público que espacio, comenzó con la lectura de un texto de Juliá sobre Azaña por parte del actor y director de teatro José Luis Gómez. Entre los asistentes se encontraban familiares de Azaña y Juliá. El homenaje fue clausurado con la intervención de la chelista Marina Barba, que interpretó la pieza Ofrenda (Seis piezas a la memoria de Manuel Azaña), del compositor Luis de Pablo.
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