lunes, 31 de julio de 2017

25 AÑOS DE LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE BARCELONA. Ellas, de la nada a la excelencia en 25 años.

EL PAÍS 25º ANIVERSARIO DE LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE BARCELONA
Robert Álvarez

Barcelona cambió el depauperado deporte femenino, que ahora brilla en la élite mundial gracias a Mireia Belmonte, Ruth Beitia, Carolina Marín, Laia Sanz, Garbiñe Muguruza, el baloncesto o el waterpolo.







“Aquí no se concibe que la mujer se dedique al deporte”. Lo afirmaba en 1984 Marta Figueras, la única española que rompía con la tradición y hacía del deporte su vida gracias al golf. Solo una de cada 100 españolas practicaba deporte. Entre ellas, la esquiadora Blanca Fernández Ochoa, que aquel mismo año en Sarajevo obtuvo el mejor resultado femenino español en unos Juegos, el sexto puesto en el eslalon gigante. Los éxitos eran modestos y esporádicos como correspondía a una casi absoluta falta de educación física y cultura deportiva en el ámbito femenino. Hasta 1964 no se les permitió competir en el Campeonato de España de atletismo. Hasta 1968 no hubo ninguna española en una final olímpica. La primera fue Mari Paz Corominas en México, séptima en los 200 metros espalda. Y hasta 1976 no se produjo la primera participación de una atleta en unos Juegos. Fue Carmen Valero, en los de Montreal. Los tabús se suavizaron pero permanecían en los años setenta. “En España, entonces, una mujer con chándal de atletismo era una marimacho”, explica la saltadora de altura Sagrario Aguado.
Entre el ippon de Miriam Blasco en la final de yudo de Barcelona, hoy hace 25 años, al último toque de oro en la pared de la piscina de Budapest de Mireia Belmonte, el pasado jueves, se concentra la erupción del deporte femenino español. Es evidente el antes y el después desde la cita del 92. El día que Blasco tumbó a la británica Fairbrohter en la final de yudo y se convirtió en la primera española que ganaba un metal olímpico, se trazó la divisoria. Ninguna había subido al podio en unos Juegos de verano. De las 22 medallas que ganó España en Barcelona, ocho fueron en categoría femenina. Desde entonces suman 49 y en las dos últimas citas han superado las obtenidas por los hombres: 11 de las 17 en Londres 2012 y 9 de las 17 en Río de Janeiro, cuatro de ellas de oro (Ruth Beitia en atletismo, Mireia Belmonte en natación, Carolina Marín en bádminton y Maialen Chorraut en piragüismo).
Aquel mismo año 1992 hubo otros indicios del despegue que se estaba incubando en varias disciplinas. Blanca Fernández Ochoa se salió con la suya y logró la primera medalla olímpica de una española, la de bronce, en Albertville. El eco mediático no acompañó el primer triunfo de un equipo español en una gran competición europea pero, también en el 92, venció el Dorna Godella de baloncesto.

Un jefe patético

Carmen Valero, bicampeona del mundial de cross en 1976 y 1977 y primera atleta olímpica española, refiere la miseria del deporte femenino en aquellos tiempos: “Había muchas diferencias entre los chicos y las chicas. En Barcelona 92 ya cambió un poco la mirada. Pero el cambio se ha ido ganando paso a paso. Lo hemos tenido que pelear mucho. Julio Bravo, el jefe de equipo cuando corrí el Mundial del 76, fue patético. La víspera nos dijo: ‘A vosotras no tengo nada que deciros. Sois unas culonas y unas pechugonas. Lo que hagáis, ya estará bien’. Cuando gané le dije: ‘Con que culonas y pechugonas… ¿Ahora qué?’ ¿Cómo podía funcionar el deporte con gentuza así?”.
Theresa Zabell, oro en vela con Patricia Guerra en Barcelona 92 y con Begoña Vía Dufresne en Atlanta 96, describe: “Baste decir que, cuando yo empecé a navegar, no había vestuarios femeninos. La lucha de las mujeres la he vivido muy en primera persona, como deportista y como dirigente deportiva. Yo quería ir a los campeonatos y no había presupuesto. Al no estar incluido en el programa de los Juegos, no había dinero para la vela femenina. Yo era campeona de España en la clase Europa e iba a los Mundiales porque me apoyaba mi club, mi ayuntamiento… y no la federación. Lo digo para que seamos conscientes de lo que hemos avanzado”.
Las licencias femeninas se han multiplicado. De las 300.000 de poco antes de 2000 se ha pasado a más de 700.000, aunque el porcentaje respecto a las masculinas es solo del 21%. A partir de los noventa surgieron campeonas que obtuvieron éxitos que parecían inalcanzables como Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez, Joane Somarriba, Isabel Fernández, Miriam Blasco, Marta Domínguez, Theresa Zabell, Sheila Herrero, Gemma Mengual, Amaya Valdemoro, María Vasco, Carolina Ruiz, Ruth Beitia, Laia Sanz, Ona Carbonell, Carolina Marín, Marina Alabau, Lidia Valentín, Alba Torrens, Anna Cruz, Gisela Pulido, Garbiñe Muguruza
En deportes de equipo, tras el éxito iniciático del hockey hierba en 1992, se ha consolidado la excelencia del baloncesto, plata en el Mundial de 2014 —solo superado por el Dream Team— y oro en los Europeos de 2013 y 2017. En waterpolo, se ha pasado de la nada al oro en el Mundial de 2013 y en el Europeo de 2014 y la plata en los Juegos de 2012 y en el Mundial recién finalizado en Budapest. El equipo de gimnasia rítmica logró la plata en Río, el de balonmano, el bronce en el Mundial de 2011 y en los Juegos de 2012. Y en 2017, está en plena expansión el fútbol femenino. En 2016 se registraron 44.123 licencias federativas, más del doble que en 2012.Queda un largo trecho y asignaturas pendientes, como fortalecer las ligas y que haya más directivas y más entrenadoras de primer nivel. Pero el salto ha sido gigantesco.

La isla que pertenece seis meses a España y seis meses a Francia.

EL PAÍS  Diario de España
Lorenzo Calonge

Vista de la Isla de los Faisanes, desde Francia. 
Entre Irún y Hendaya, sobre el río Bidasoa que separa a estas dos poblaciones fronterizas de España y Francia, respectivamente, se encuentra un territorio con un estatus muy peculiar y poco habitual en el mundo. Es la Isla de los Faisanes, el condominio más pequeño que se conoce. Sus 5.000 metros cuadrados pertenecen seis meses a España y otros seis meses a Francia desde hace más de un siglo. Este martes, precisamente, pasa mediante un sencillo trámite administrativo a manos galas, que se hace cargo de ella hasta finales de enero.
El islote no está habitado ni es visitable. La rutina, la normalidad y hasta el aburrimiento mandan en un lugar poco normal. Los curiosos lo contemplan desde ambas orillas, a apenas 50 metros; las embarcaciones y los piragüistas pasan de largo; y dentro solo acceden habitualmente los miembros de las Comandancias Navales de San Sebastián y de Bayona, responsables de su jurisdicción en cada turno. "Requiere pocas atenciones", afirma el comandante Rafael Prieto, encargado hasta junio de su administración. "La gente es muy respetuosa, no se cuela nadie, a pesar de que a veces la marea está tan baja que se puede pasar casi andando. Nosotros entramos cada cinco días para hacer reconocimientos visuales", añade el militar, que desmiente el bulo de que durante el periodo español exista el título de virrey de la Isla de los Faisanes.
En sus 215 metros de largo y 38 de ancho con forma ovalada, solo hay una treintena de chopos, algo de maleza, hierba corta, piedras y un monolito que recuerda su momento cumbre en la historia: aquí se firmó el 7 de noviembre de 1659 el Tratado de Paz de los Pirineos, que puso fin a un conflicto iniciado durante la Guerra de los Treinta Años. En virtud de una de las cláusulas, la corte española entregó a la francesa en este islote fluvial a la infanta María Teresa de Austria, hija de Felipe IV, para contraer matrimonio con Luis XIV, el Rey Sol. A lo largo de los siglos son varias las infantas casaderas y los prisioneros que ambos países se han entregado mutuamente en este lugar.
Cartel informativo frente a la isla.ampliar foto
Cartel informativo frente a la isla. J. H.
Para la rúbrica se levantó una construcción temporal que dio lugar a una batalla de imagen y poder por ver qué delegación introducía más lujo y ostentación en su parte, lo que retrasó el momento de la firma. Entre los presentes se encontraban el conde de D’Artagnan, origen del legendario personaje literario de Alejandro Dumas, y el pintor Diego Velázquez, encargado de la logística del rey y cuya muerte, solo un mes y medio después de su regreso a Madrid, se vincula con lo extenuante de esta expedición. “Fueron dos meses y medio de un trabajo muy intenso, y él ya tenía 61 años, una edad avanzada para la época”, explica Javier Portús, jefe de conservación de Pintura Española hasta 1700 del Museo del Prado. “Tenía que adelantarse al monarca en cada etapa para preparar su aposento. Hacía el camino de noche y trabajaba de día. No hay certeza absoluta, pero los historiadores sí asocian su muerte con el desgaste de este viaje”.
La fórmula del condominio, acordada a mediados del siglo XIX, se trató de una cesión a Francia
La fórmula del condominio, a mediados del siglo XIX, se trató, en realidad, de una cesión a Francia, ya que, hasta entonces, el río Bidasoa y el islote pertenecían a España. “En el Tratado de los Pirineos, Luis XIV reclamó parte del río, pero Felipe IV se negó en rotundo”, explica Joan Capdevila, doctor en Geografía por la Universidad de Barcelona y autor de La delimitación de la frontera hispanofrancesa. “Sin embargo, 200 años después, en el Tratado de Bayona de 1856, consiguió su objetivo y se hizo con la mitad del Bidasoa. Entonces también se acordó el condominio sobre la Isla de los Faisanes, aunque el reparto de seis meses para cada uno no llegó hasta medio siglo después, en un intento de acabar con las disputas entre los pescadores de ambos países y con el contrabando en la zona”.
Hace ya mucho tiempo que el lugar es un remanso de paz. De las últimas veces que se vio perturbado fue en 1974, cuando varios miembros de ETA, que trataban de cruzar la frontera, fueron sorprendidos cerca de la Isla de los Faisanes por la Guardia Civil. La operación se saldó con un agente y un terrorista muertos, y con la detención de una jovencísima Yoyes, 12 años antes de ser asesinada por sus excompañeros de la banda.
El mayor peligro al que ha hecho frente ha sido su posible desaparición por la erosión del río
Quizás el mayor peligro al que ha hecho frente ha sido su posible desaparición. Cuando se fijó el condominio, la isla había adelgazado a más de la mitad de sus dimensiones en los dos últimos siglos por culpa de la erosión del río. Apenas medía 80 metros de largo por cinco de ancho. Así que España y Francia pactaron hacer trabajos de refuerzo que dieron sus frutos. Hoy tiene 215x38m. De la jardinería y limpieza se ocupa el personal de los ayuntamientos de Irún y Hendaya, que entra una vez por semestre para que todo siga presentable.

Lo que no hay en la Isla de los Faisanes son faisanes, como lamentó el escritor francés Victor Hugo en su visita de 1843. "Lo más una vaca y tres patos, sin duda comparsas alquilados para hacer el papel de faisanes para los visitantes", escribió. Según unas versiones, el nombre original era "Isla de los Paussans"; según otras, "Isla de los Faisants". Sea cual sea, la denominación actual es una adaptación al castellano que nada tiene que ver con la realidad. Aquí no hay faisanes.


“La genética es importante, pero si se cuidan los factores de riesgo cardiovascular, baja la mortalidad”

EL PAÍS CIENCIA
Jessica Mouzo Quintáns

El cardiólogo defiende la educación en hábitos de vida saludables para combatir las enfermedades cardiovasculares.


El doctor Valentín Fuster, en el auditorio que lleva su nombre en el municipio barcelonés de Cardona

Hezbolá le aplica la lección siria a Al Qaeda. 4º ESO

EL PAÍS INTERNACIONAL
Natalia Sacha

La milicia libanesa chií expulsa a los yihadistas en una ofensiva que ha reavivado las fisuras internas entre los dos principales bloques políticos del país.


Alcanzar la última posición militar de Hezbolá (el partido-milicia chií que forma parte del Gobierno libanés y cuyas fuerzas combaten junto a las tropas de El Asad en Siria) entraña tres horas a bordo de un todoterreno desde la última carretera asfaltada de la localidad libanesa de Younine. A bordo de coches buggy, sus milicianos escoltan al convoy de medio centenar de periodistas, locales y extranjeros, invitados a presenciar in situ la victoria contra Al Nusra [antigua filial de Al Qaeda en Siria]. A 500 metros de la última bandera amarilla estampada con el emblema de la milicia acampan cerca de 250 yihadistas de Al Qaeda. A dos kilómetros se yergue la frontera siria, por donde los milicianos libaneses y los yihadistas han intercambiado este domingo los cuerpos de sus combatientes muertos. Tres días de tregua han logrado silenciar el rugido de la artillería después de que el pasado 21 de julio Hezbolá lanzara una ofensiva para expulsar a los radicales de Líbano.

Un miliciano de Hezbolá planta las banderas libanesa y de la milicia tras expulsar a Al Nusra de los arreales de la localidad libanesa de Arsal