Astrónomos de la Agencia Espacial Europea (ESA) revelan que el agujero negro supermasivo de la Galaxia experimentó una gran actividad.
Representación artística de la Vía Láctea durante una fase activa. Mark A. Garlick/CfA/ESA
La “materia oscura” de la Galaxia, aquella que no emite suficiente radiación electromagnética como para ser detectada por las herramientas de las que dispone la ciencia en la actualidad, pero cuya existencia se puede dar por hecha por sus efectos gravitacionales en la materia visible, tiene una capacidad de seducción incuestionable para los científicos y, esto es lo más sorprendente, para un público más amplio. Pero hay otro tipo de materia mucho menos conocida, la llamada materia “normal” o “bariónica”, compuesta por protones y neutrones, que ahora reclama también su protagonismo.
Ahora, un detallado seguimiento a este tipo de materia realizado por el observatorio XMM-Newton de la Agencia Espacial Europea (ESA) ha desvelado que existe una gran cantidad de materia bariónica por toda la Galaxia, muy superior a lo que la comunidad científica sospechaba.
Según informa la ESA, XMM-Newton la ha encontrado en forma de gas a un millón de grados, permeando tanto el disco de la Galaxia, donde se encuentra la mayoría de las estrellas, como en el halo que la rodea.
Y este halo es, destacan los astrónomos, de un tamaño descomunal. Mientras que el Sol se encuentra a tan solo 26.000 años luz del centro de la Galaxia, esta nube esférica se extiende hasta un mínimo de 200.000 – 650.000 años luz.
Fabrizio Nicastro, del Instituto Nacional de Astrofísica, Observatorio Astronómico de Roma, en Italia, y sus colegas llevan más de 15 años siguiéndole la pista a los bariones perdidos. Su último descubrimiento con XMM-Newton muestra que la Galaxia cuenta con bastante gas a un millón de grados como para contenerlos a todos, que no se había hallado hasta ahora porque no emite luz visible.
Ahora, sin embargo, ha sido posible detectarlo gracias al oxígeno de la nube, que absorbía rayos X a longitudes de onda muy específicas procedentes de la luz emitida por objetos celestes más distantes.
Este agujero negro supermasivo destruía estrellas y nubes de gas, devorando su contenido. Durante el proceso, la materia a punto de ser absorbida se calentaba y expulsaba grandes cantidades de energía, empujando el gas del halo y haciendo que la burbuja fuera ampliándose.
Al observar el Universo más lejano, los astrónomos ven que un pequeño porcentaje de las galaxias contienen un núcleo brillante, denominado ‘núcleo galáctico activo’. Ahora, gracias a este estudio, los astrónomos saben que, en algún momento, nuestra Vía Láctea tuvo uno.
Seis millones de años después, la onda expansiva generada por esta actividad ha recorrido 20.000 años luz, creando la burbuja vista ahora por XMM-Newton. Entre tanto, el agujero negro supermasivo se quedó sin materia de la que alimentarse, por lo que cesó su actividad, según explica la ESA en un comunicado.
“Creo que ahora las pruebas de que la Vía Láctea fue más activa en el pasado son claras”, explica Nicastro. Por su parte, Norbert Schartel, científico de la ESA para el proyecto XMM-Newton concluye: “Con este resultado hemos dado un gran paso hacia delante. Además, significa que la próxima generación de telescopios de rayos X, como la misión ATHENA de la ESA, tendrá mucho que estudiar desde su lanzamiento en 2028”.
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