EL PAÍS MUNDO GLOBAL
Pablo Ximénez de Sandoval
Los Ángeles se propone prohibir donaciones de constructoras a campañas políticas.
Una grúa durante una obra en el centro de Los Ángeles. Melanie Stetson Freeman GETTY IMAGES
La propuesta viene firmada por cinco concejales del Ayuntamiento de Los Ángeles y es la siguiente: prohibir las donaciones por parte de empresas de construcción durante el estudio por parte de la ciudad de sus propuestas de construcción. Tal es el grado de percepción de que los constructores tienen demasiada influencia en el planeamiento urbanístico de la ciudad que los políticos sienten la necesidad de quitarse de encima las sospechas.
No es casualidad que la propuesta aparezca dos meses antes de las primarias de las elecciones municipales en las que se presentan a la reelección el alcalde, el fiscal y ocho de los 15 concejales. Pero además sucede después de una serie de investigaciones periodísticas que ligaban grandes contribuciones de dinero a políticos locales por parte de empresarios con proyectos discutidos y que necesitaban permisos especiales.
Porque lo que está detrás de todo esto es la inquietud en Los Ángeles con los grandes proyectos urbanísticos que proliferan en una ciudad en pleno boom de construcción. Para algunos, la ciudad está perdiendo la personalidad rural y suburbial de sus barrios con la construcción de cada vez más mansiones y cada vez más bloques de apartamentos. La llamada Medida S, que se vota junto con las primarias de las elecciones el próximo 7 de marzo, está impulsada por grupos de ciudadanos y pretende imponer una moratoria en todos los proyectos urbanísticos de la ciudad que aumenten la densidad de población de un barrio o requieran enmiendas especiales al plan urbanístico. La medida es la reacción de estos ciudadanos ante las sospechas de que el Ayuntamiento es pan comido para los grandes promotores. Así es el radical sistema de democracia directa de California.
Con la propuesta de prohibir las donaciones, los concejales pretenden recobrar la confianza de los votantes. Los grupos que están detrás de la Medida S aplauden la iniciativa, pero al mismo tiempo consideran que es la prueba de fuego de que algo de razón tienen al poner el grito en el cielo.
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