Amancio Ortega
Sandra Ortega
Juan Roig
Tres personas en España acumulan lo mismo que el 30% más pobre de la población del país, es decir, tienen lo mismo que 14,2 millones de habitantes. Se trata del fundador de Inditex, Amancio Ortega; su hija, Sandra Ortega Mera, y el presidente y principal accionista de Mercadona, Juan Roig, que en conjunto poseen la misma riqueza que todos los habitantes de Cataluña y la Comunidad de Madrid juntos.
Así lo pone de manifiesto el 'Informe sobre la desigualdad en España 2016' de Oxfam Intermón hecho público este lunes en Madrid, que advierte del aumento de la inequidad durante la crisis.
Según este trabajo, el 10% de los españoles más ricos poseían el 56,2% de la riqueza total del país en 2016 (es decir, 4,2 millones de personas en España acumulaban lo mismo que más de 42,6 millones).
El informe también señala que en el último año, a pesar de las enormes carencias que aún persisten en la economía nacional, 7.000 nuevas personas han pasado a engrosar la lista de millonarios (unas 20 al día).
En ese mismo período, el 30% más pobre de la población vio reducida su riqueza en más de un tercio, al caer sus rentas un 33,41%. Sin embargo, las ya mencionadas tres personas más ricas vieron mejorar su economía levemente (3%).
"Esta realidad pone de manifiesto la creciente vulnerabilidad de un tercio de la población española y la importancia de los mecanismos de redistribución para evitar que queden fuera del sistema", indica Oxfam.
El trabajo recuerda asimismo que el 25% de la población española se halla en situación de pobreza y que el 10% más vulnerable vio incrementar sus deudas durante el último año.
El informe advierte además que aunque España formalmente de la crisis en 2014, "cuando el PIB volvió a registrar tasas de crecimiento positivas", el conjunto de la ciudadanía "vive hoy peor que hace 12 años, lejos de los 26.067 euros per capita registrados en 2007".
"Las desigualdades se ahondan y retratan un país que avanza a dos velocidades, conformando una sociedad cada vez más polarizada. La concentración de la riqueza se consolida mientras se intensifica la caída de ingresos en los niveles más bajos", señala Oxfam.
Segundo país más desigual de la UE
Desde el inicio de la crisis, la desigualdad de renta en España ha crecido 20 veces más que el promedio europeo, lo que convierte al país en el segundo más desigual de la UE, solo por detrás de Chipre.
Mientras que en 2013 el 10% más pobre de los españoles concentraban el 1,9% de la renta nacional, en 2015 su participación en la economía había caído un 10,5%, hasta representar solo el 1,7%.
Las personas incluidas entre el 10% y el 1% de población con mayor nivel de renta vieron crecer su peso en la economía nacional un 1,2% y un 2,3%, respectivamente. Por eso, Oxfam concluye que la desigualdad en España no es el resultado de la crisis económica, aunque a lo largo de este período se haya acentuado. De hecho, sostiene que la recuperación de los dos últimos años no ha servido para reducirla, sino que continúa aumentando como resultado de una economía que promueve una distribución injusta de las rentas y las oportunidades.
La razón, según los autores, se debe a que en España entran en juego dos dinámicas que se retroalimentan para fomentar la inequidad: un sistema impositivo regresivo centrado sobre todo en las rentas del trabajo y una redistribución de recursos ineficaz.
Tanto en el periodo de crecimiento como en la crisis, la economía española primó los beneficios y las rentas de capital frente a las rentas salariales y el empleo.
Además, la factura de la crisis sobre los salarios ha sido muy diferente, pues los sueldos más bajos son los que más se han reducido. El 10% peor pagado de los trabajadores vieron caer su retribución un 28% entre 2008 y 2014, mientras que los que percibían un sueldo medio perdieron un 8%. El 10% que más gana apenas vio variar su retribución, prosigue el estudio, para señalar que un 13% de trabajadores están en riesgo de pobreza.
Oxfam critica además que el modelo tributario se asienta en figuras impositivas esencialmente regresivas, que casi obvian las rentas de capital, por lo que apenas contribuye a frenar la acumulación de la riqueza y tiene muy poco que redistribuir. A ello hay que añadir la caída en la recaudación, que conllevó un recorte de los servicios públicos.
"Si las políticas sociales no fueron capaces de acabar con la pobreza estructural cuando no había estrecheces económicas, ahora, con los recortes, muchas personas han quedado fuera del sistema. Es la doble trampa de la desigualdad, que castiga sobre todo a las personas más vulnerables", concluye.
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