Sandro Pozzi
Este artículo se publicó el día 24 junio de 2007
Andrea Guerra, máximo ejecutivo de Luxottica. BLOOMBERG
Luxottica se adentra en el mundo deportivo, buscando un nuevo nicho donde hacer fortuna y reforzar su lucrativo negocio. Y con este propósito, la firma italiana de gafas de sol anunciaba esta semana la compra de la estadounidense Oakley, por la que desembolsará 2.100 millones de dólares. Es la marca preferida de deportistas de elite, como el ciclista Armstrong o la golfista Annika Sorenstam.
La casa italiana, con sede corporativa en Milán, y cuyo primer ejecutivo es Andrea Guerra, es propietaria de la marca Ray-Ban y tiene licencias para suministrar gafas de sol a firmas de ropa como Polo Ralph Lauren, Burberry, Donna Karan, Versace, Chanel o Bulgari. Con Oakley, según los analistas de Wall Street, la compañía se convierte en el número uno indiscutible del sector, hasta el punto de que dicen que "Luxottica es ahora intocable". La firma fundada por Leonardo Delvecchio tiene un capital bursátil cercano a los 9.000 millones de dólares.
Oakley, que controla las cadenas Bright Eyes y Sunglass Icon, registró el año pasado unas ventas por valor de 762 millones de dólares
La compañía también gestiona las tiendas de LensCrafters y Pearle Vision. En total, tiene 5.500 establecimientos por todo el mundo. Los números de la compañía hablan por sí solos. Sus cuentas llevan en beneficios siete trimestres consecutivos gracias a la demanda por estos artículos casi de lujo en países emergentes y su acierto al establecer acuerdos con las marcas de ropa.
La adquisición de Oakley se considera acertada por los expertos del sector, porque le permitirá cubrir un frente que tenía al descubierto y donde se están observando importantes movimientos. PPR, propietaria de Gucci, se acaba de lanzar a la compra de la alemana Puma, mientras que Prada está promocionando ya su propia marca deportiva. En este ambiente, la estadounidense estaba registrando ya un fuerte repunte en Wall Street, ante la posibilidad de que fuera objeto de compra. La prensa italiana ya anticipó semanas atrás que Luxottica estaría interesada en ella.
También contribuyó al entusiasmo de los inversores por Oakley que sus beneficios se hayan triplicado durante el primer trimestre gracias a un incremento del 31% en las ventas. La estadounidense, que controla las cadenas de ópticas Bright Eyes y Sunglass Icon, registró el año pasado unas ventas por valor de 762 millones de dólares. La compañía está patronada desde septiembre de 2005 por Scott Oliver, un antiguo ejecutivo de Nike.
La operación se espera esté completada para la segunda mitad de este año. El fundador de Oakley, Jim Jannard, que creó la marca en su garaje, en la primavera de 1975 y con 300 dólares en el bolsillo, será el gran beneficiado con la operación de venta. Tres décadas después, sus espejuelos son utilizados por deportistas profesionales de altura, desde el mundo del motor hasta jugadores de volley playa, triatletas y esquiadores.
"Oakley seguirá siendo Oakley, pero con mejores recursos y una plataforma que le permitirá desarrollar todo el potencial de la marca", dice Jannard, que ahora tiene 57 años de edad. Su visión será recompensada tres décadas después con un pago de 1.300 millones de dólares, lo que valen sus más de 44 millones de acciones, por las que Luxottica abonará ahora 29,30 dólares a la pieza, lo que supone una prima del 18%.
Mientras tanto, en Luxottica empieza a mirarse al próximo acuerdo, que podría llevar a la casa italiana a vender gafas de sol bajo la prestigiosa marca Tiffani sin dejar de lado la posibilidad de comprar nuevas marcas. Wall Street cree en sus gestores y sus promesas, y concluyen que con la compra de Oakley la compañía reforzará su posición en EE UU.
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