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En 1943, Peter Fleming, hermano de Ian -el creador de James Bond-, fichó a un prometedor agente secreto indio, a quien dio el nombre en clave de Silver. Su nuevo contratado era un maestro del engaño. Por Mihir Bose / Fotos: Getty Images y Mahir Bose
Trabajó simultáneamente para Gran Bretaña, Italia, Alemania, Rusia y Japón. Y embaucó a todos. Un libro revela la historia del único espía quíntuple de la Segunda Guerra Mundial.
Un hombre bajito y pulcramente afeitado llamó a la puerta trasera de la embajada de Italia en Kabul. Era el 22 de febrero del año 1941. El sujeto se identificó ante los vigilantes. era cocinero y Herr Thomas, director de la compañía alemana Siemens, le enviaba para ponerse a las órdenes del embajador.
La carrera del espía de Talwar (alias Silver) comienza cuando ayuda a huir de la India al líder nacionalista Subhas Bose, que luchaba para expulsar a los británicos. En la foto, Bose saluda a Hitler en 1942
Cuando le comunicaron la visita, el diplomático Pietro Quaroni torció el gesto. Afganistán era un país neutral. Y aunque nazis e italianos plantaban cara al Imperio británico en Europa, la Segunda Guerra Mundial quedaba muy lejos de esa parte del mundo.
«¿Y para qué le envía Herr Thomas?», bramó el embajador. El visitante, lejos de amedrentarse, respondió con voz firme: «Eso no lo sé. Tan solo me ha pedido que hable con usted». Algo en su tono le indicó al italiano que no estaba ante un afgano corriente. Telefoneó a Thomas y, al colgar, invitó con amabilidad al extraño a tomar asiento.
El embajador italiano en Kabul lo convirtió en espía en su intento de debilitar a los británicos en la India
El hombre dijo llamarse Rahmat Khan. En realidad, confesó, no era ni cocinero ni afgano, sino indio. Había llegado a Kabul acompañando al carismático revolucionario indio Subhas Bose, que luchaba para liberar a su país de la dominación británica. Los británicos consideraban a Bose un enemigo aún más peligroso que Mahatma Gandhi, pues creía posible acabar con el mandato colonial a través de la violencia. Con la ayuda de Khan, Bose había escapado de la India, donde estaba a punto de ser detenido por los británicos. La pareja llevaba casi un mes escondida en una posada de carretera, incapaz de conseguir ayuda de la Embajada rusa o alemana. Khan apelaba ahora a los italianos. Tras la conversación, Quaroni se las arregló para sacar a Bose de Afganistán y lo embarcó rumbo a Alemania; a Khan, en cambio, lo embarcó en una aventura que acabó por convertirlo en uno de los espías más caros y con mayores éxitos de la Segunda Guerra Mundial… Y en el único que llegó a ser agente quíntuple.
Bhagat Ram Talwar, conocido como Silver, en su época como espía durante la Segunda Guerra Mundial
Khan, cuyo nombre real era Bhagat Ram Talwar, espió para Italia, Alemania, Rusia, Japón y Reino Unido, aunque su verdadera lealtad la reservaba para su India natal y el partido comunista de aquel país.
Talwar era hijo de un terrateniente indio. Muy unido a su hermano mayor, su vida cambió cuando este fue ejecutado por los británicos acusado de dar muerte a un policía. Talwar se unió al partido comunista en su furibundo rechazo a la ocupación británica.
Primero, los italianos
El embajador Quaroni se dio cuenta rápidamente del gran papel que podía desempeñar la India en la guerra. Las potencias del Eje podían utilizar Afganistán, el patio trasero de la India, para finiquitar el control de los británicos sobre la joya de su corona imperial.
El embajador italiano asignó a Talwar una misión: viajar regularmente a la ciudad india de Peshawar. A la ida debía llevar explosivos para que los indios los usaran contra Gran Bretaña; a su regreso debía traer información.
Así empezó Talwar a espiar para los italianos. Sin embargo, pronto el trabajo dejó de cubrir sus ambiciones y exigió más dinero. Los italianos lo remitieron a sus aliados más adinerados. los alemanes de la Embajada de Kabul, en cuya caja fuerte guardaban el equivalente a 24 millones de euros actuales.
Después, los alemanes
Entre 1941 y 1945, Talwar hizo hasta 12 viajes desde Kabul para recopilar información en su país natal. Los alemanes le alquilaron un piso en la capital afgana. Hacia el final de la contienda, Talwar había sacado a sus jefes del Eje la friolera de tres millones de euros. Parte del dinero lo entregó al partido comunista de la India, siempre necesitado de fondos.
Talwar seguía siendo comunista, y su intención no era ayudar a los fascistas de Alemania o Italia. Así que pronto empezó a suministrarles información falsa, seguro de que no tendrían forma de comprobarla.
Para perfeccionar el engaño, recabó la ayuda de un escritor de ficción indio también comunista. Entre los dos se inventaron una organización llamada All-India National Revolutionary Commitee. Consiguieron insertar en los periódicos unas historias urdidas de forma tan hábil que los alemanes se creyeron que el ficticio grupo de Talwar estaba provocando dolores de cabeza a los británicos con sus acciones.
El éxito de la añagaza se explica porque Kabul, Italia y Alemania estaban tan desorganizados y erosionados por luchas internas de poder que descuidaron las labores de inteligencia.
Luego, los soviéticos
Talwar era un artista del doble juego. Cuando Hitler puso en marcha la invasión de la Unión Soviética, el 22 de junio de 1941, nuestro hombre se encontró con un dilema. Ahora que los nazis estaban devastando la patria del comunismo, ¿cómo podía seguir trabajando para ellos? El 15 de septiembre de 1941 se dirigió a la Embajada rusa en Kabul.
Los responsables soviéticos de inteligencia lo interrogaron intensamente, pero acabaron bebiendo con él, convencidos de que era un verdadero comunista que nunca traicionaría a la URSS. A los rusos les entusiasmaba la perspectiva de contar con un agente en quien los alemanes confiaban. No solo eso.
Más tarde, los ingleses
Unos meses después, Talwar se convirtió en agente compartido por Rusia y por Gran Bretaña, el único espía que los rusos convinieron en compartir. A partir de abril de 1943 su interlocutor en los servicios secretos británicos fue Peter Fleming, el maestro de espías y hermano de Ian Fleming “creador de James Bond”.
El reclutador de agentes dobles Peter Fleming fue el contacto de Silver en la inteligencia británica. Educado en Eton y en Oxford, el carisma de Fleming era tal que los generales británicos se levantaban cuando entraba
Fleming estuvo al cargo de numerosos agentes dobles y otorgó a Talwar un apodo que hizo fortuna: Silver, por el que desde entonces sería conocido.
Colaboró con los nazis hasta que invadieron la URSS. Él era comunista. Y decidió cambiar de bando
Silver contaba con un transmisor que le habían dado los alemanes para que recogiese información secreta de los británicos en la India. Fleming hizo que instalaran el aparato en los jardines del palacio del virrey en Nueva Delhi. A partir del otoño de 1943 los británicos, fingiendo desconocer que eran grabados, empezaron a enviar a Berlín datos ficticios sobre cuestiones militares.
Fleming no siempre las tenía todas consigo en lo tocante a Silver. Un día de agosto de 1943, Silver estaba con Fleming en Delhi cuando el indio se tropezó con uno de sus contactos afganos. Temeroso de que el doble juego se hubiera descubierto, Fleming suplicó a Silver que se abstuviera de ir a Kabul. Pero a Silver le entró el pundonor profesional, hizo caso omiso y se marchó a Afganistán. Fleming no supo nada de él durante varias semanas.
Y un buen día reapareció. Según le explicó a Fleming, en Kabul se encontró con el afgano, a quien invitó a comer en su apartamento. Silver le sirvió un estofado al curri en el que había insertado unos bigotes de tigre, cuyas puntas aceradas pueden causar hemorragia interna. Fue lo último que el afgano comió en su vida. Y así acabó el problema. Fleming lo creyó.
Al final, los japoneses
En el curso de aquel viaje a Afganistán, el indio dio un paso más. convenció a los alemanes para que le presentaran a Inouye, el agregado militar japonés en Kabul.
Los nipones en ese momento estaban ultimando sus planes de invasión de la India y pensaron que Silver representaba una estupenda fuente de datos sobre el verdadero poderío militar británico. Pero sucedió lo contrario: Silver se las arregló para que los japoneses le dieran detalles sobre los espías que estaban enviando a la India, a quienes Fleming no tardó en convertir en agentes dobles.
Y la falsa memoria
Tras el fin de la guerra, Silver desapareció de la circulación de forma misteriosa. La India fue declarada independiente en 1947 y de Silver no se supo nada durante las tres décadas posteriores.
Silver, en el centro, con el agente alemán Dietrich Witzel, su contacto en Kabul (a la derecha) y de quien logró enormes cantidades de dinero. La foto está tomada en Calcuta en 1973
Hasta que en los años setenta, cuando los seguidores de Bose -que había muerto en 1945- honraban a este como uno de los grandes héroes de la independencia india, Silver reapareció para contar su última mentira. Escribió unas memorias sobre su papel en la consecución de la libertad nacional, en las que aseguraba que solo había espiado para las potencias del Eje, manteniéndose fiel a Bose en todo momento. Una vez más coló. Silver murió en 1983 a los 75 años. Y tan solo ahora se ha dado a conocer la verdadera historia del único espía quíntuple de la Segunda Guerra Mundial.
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