EL PAÍS DEPORTES-BALONCESTO
Faustino Sáez
Pionero, iconoclasta y refundador del baloncesto en España, el club le ha nombrado hoy socio de honor.
Ferrándiz es llevado en hombros tras ganar la Copa de Europa de 1961. AS
La historia del Real Madrid de baloncesto comenzó a escribirse en letras de oro gracias a la iluminación de un banquero y a la audacia de un mecanógrafo. Cuando el legendario equipo de Di Stéfano, Puskas y Gento abdicó de su trono europeo, Santiago Bernabéu miró hacia la canasta para mantener la pujanza internacional del club. El banquero, Raimundo Saporta, fue el directivo que trazó el ambicioso plan. El mecanógrafo, Pedro Ferrándiz, fue el inopinado entrenador que revolucionó la enciclopedia de su deporte.
Plantilla del Real Madrid 1960-61. Fila de arriba (de izquierda a derecha): Pedro Ferrándiz, Antonio Díaz-Miguel, Emiliano Rodríguez, Joseph Sheaff, Travis Richard Montgomery, Lolo Sainz y Antonio Candelas. Fila de abajo (de izquierda a derecha): Carlos Sevillano, Pepe Laso, Parra, Josep Lluís Cortés y José Ramón Durand. ACB
Pionero, iconoclasta, mito y refundador del baloncesto en España, Ferrándiz, de 88 años, recibe hoy el homenaje del Real Madrid con el nombramiento como socio de honor del club al que puso en el mapa de la canasta con la conquista de 12 Ligas, 11 Copas y cuatro Copas de Europa en 13 temporadas (entre 1959 y 1975). En total, 27 de los 85 títulos de la sección. Un recorrido memorable del equipo que descubrió un nuevo deporte a todo un país desde el Frontón de Fiesta Alegre. De los fichajes de Wayne Hightower y Clifford Luyk a la llegada de Pablo Laso como jugador, entre la fortuna y la perspicacia, Ferrándiz se convirtió en la piedra filosofal de la vitrina madridista.
“Los inicios en Madrid fueron duros como la época que nos tocó vivir, con una posguerra espantosa. Llegué a finales de los 50 con 2.000 pesetas prestadas por el presidente de la Federación alicantina; que jamás le devolví, por cierto. Mi familia era muy pobre y había tenido que abandonar los estudios para ayudarles trabajando. Comencé de botones, luego estuve en una sastrería, de la que me tuve que marchar porque me cargué un traje, más tarde en una perfumería y por último de mecanógrafo. Ahí sí que triunfé. Me convertí en el mecanógrafo más rápido de la provincia”, cuenta Ferrándiz para contextualizar su azaroso aterrizaje en el mundo de la canasta a través de la última de sus profesiones sobrevenidas.
“Yo de joven quería ser futbolista, como todos, pero cuando vi el primer partido de baloncesto me enamoré. Era bajo y malillo y tuve poco recorrido, así que decidí hacerme entrenador. Me fichó el Frente de Juventudes y comenzamos a ganar torneos en todas las categorías. Pero al margen de esa dedicación, llegué a Madrid sin empleo. Visité al jefe de Deportes, Educación y Descanso que me empleó de nuevo de mecanógrafo, aunque acabé haciendo funciones de secretario. En ese tiempo fue cuando Saporta me reclutó para organizar los torneos sociales del Real Madrid. Cuando se marchó el entrenador de infantiles y juveniles, Saporta se acordó de mi etapa de entrenador y me encargó que me hiciera cargo de los equipos. El primer año nos proclamamos campeones de Castilla y empezaron a llegar los trofeos. Ahí comenzó todo”, explica repasando su victorioso periplo.
Una revolución
UNA CARRERA LEGENDARIA
Pedro Ferrándiz (Alicante, 1928) fue entrenador del Real Madrid durante 14 temporadas entre 1959 y 1975
Conquistó 12 Ligas11 Copas y 4 Copas de Europa. Dirigió al conjunto blanco en 492 partidos con un balance de 416 victorias (84,5%), siete empates y 69 derrotas. Era directivo de la sección cuando el Madrid logró su octava Copa de Europa en la final de 1995 en Zaragoza frente al Olympiacos.
En marzo de 2007 entró a formar parte del Naismith Memorial Basketball Hall of Fame, el Salón de la Fama del Baloncesto de Springfield.
En septiembre de 2009 fue elegido para formar parte del Salón de la Fama de la FIBA.
Lo suyo fue una revolución intuitiva, con más ingenio que academia. “Lo primero que hice fue variar la estructura y las posiciones. Fue algo revolucionario en el baloncesto de los 60. En aquella época, los sistemas consistían en dos defensas altos, dos aleros pequeños y un pívot. Con mi Madrid fuimos los primeros en jugar con un solo defensa, lo que luego se llamó el base, y después hice hincapié en los hombres altos y en el rebote para facilitar la salida al contraataque de los jugadores más bajos y veloces. Subió la anotación, creció el espectáculo y sorprendimos a todos. No fue una cosa analizada y documentada. Fue mi idea del baloncesto. La apliqué y triunfamos”. Entre sus récords, el haber llegado a encadenar 61 triunfos consecutivos en la Liga Nacional (interrumpidos por un empate ante el Barça) y el haber estado tres años y tres meses sin perder: 88 partidos en total. “Los del Estudiantes fueron los que me pusieron el mote de Pizarrín, pero yo la pizarra casi no la utilizaba porque de táctica apenas conocía nada… tenía unas fichitas que me servían para trazar algún movimiento, pero me sobraban esas cosas”, espeta sin remilgos para explicar títulos e invenciones que le encumbraron como un genio.
En el partido de ida de los octavos de final de la Copa de Europa de 1962 su picardía pasó a la historia con una maniobra inédita y maquiavélica: la autocanasta. “Nos empataron a falta de dos segundos. Quedaba la vuelta en Madrid y estábamos en clara inferioridad, la prórroga no nos convenía nada. Hightower se había lesionado y Sevillano y Morrison estaban eliminados. Pedí tiempo muerto y puse a Alocén, que tras el saque de banda anotó en nuestra canasta ante el estupor general”. La treta valió la pena. El Madrid venció por 21 puntos en la vuelta y llegó a la final, que perdió ante el Dinamo Tbilisi. La FIBA no recogía esa posibilidad en su reglamento y, a partir de entonces, castigó las autocanastas con una multa de 1.000 dólares y la exclusión de la competición.
En 1975, Ferrándiz dio el testigo en el banquillo a Lolo Sainz (22 títulos en 14 temporadas). Y en 1996, ya desde los despachos, fichó al Pablo Laso jugador que, años después y retomando la idea fundacional de Ferrándiz, ha vuelto a dominar Europa.
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