viernes, 24 de febrero de 2017

Más de 50 muertos en un ataque del ISIS en plena batalla en su bastión de Al Bab. 4º ESO

EL  PAÍS INTERNACIONAL
Andrés Mourenza

Milicianos rebeldes con apoyo turco tratan de arrebatar a los yihadistas su mayor plaza en el noroeste.

Milicianos rebeldes en las afueras de la localidad de Al Bab.  REUTERS


Un miembro del Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés) ha atacado este viernes al volante de un vehículo cargado de explosivos que ha impactado contra un control militar del rebelde Ejército Libre Sirio (ELS), en la aldea de Susian (norte de Siria). Al menos 51 personas han muerto, según fuentes del Observatorio Sirio de Derechos Humanos citadas por la agencia France Presse. Si bien el Observatorio asegura que la mayoría de las víctimas mortales son miembros del ELS, los medios turcos publicaron que al menos 35 eran civiles. Unos cincuenta heridos –parte de ellos con pronóstico grave- fueron evacuados desde el lugar del incidente, situado a una decena de kilómetros al noroeste de la localidad de Al Bab, frente de batalla entre el ELS y el ISIS, hasta territorio turco, donde han sido atendidos en el Hospital Estatal de Kilis.
Los festejos de la liberación de Al Bab por parte de milicias del Ejército Libre Sirio (ELS) con apoyo de militares turcos han sido efímeros y demuestran que el control ejercido por estas fuerzas en el interior y el entorno de la localidad anteriormente en manos del ISIS dista de ser total. Si bien los yihadistas iniciaron el jueves la retirada de la ciudad, tras cuatro meses de asedio, con este nuevo golpe demuestran que en cualquier momento puede atacar la retaguardia de las filas de la Operación Escudo del Éufrates (compuesta por rebeldes sirios y las Fuerzas Armadas de Turquía). En respuesta al ataque de hoy, la artillería turca golpeó varios objetivos en el municipio de Tadef, al sur de Al Bab, que intenta arrebatar al ISIS.Por otro lado, en una de las entradas meridionales de Al Bab, dos soldados turcos murieron al detonar un artefacto explosivo improvisado al paso de su vehículo, según anunciaron las Fuerzas Armadas de Turquía en un comunicado. El primer ministro turco, Binali Yildirim, condenó el ataque a sus militares en Siria y envió condolencias a las familias de las víctimas.
Poco antes del atentado, el ministro de Defensa turco, Fikri Isik, afirmó que Al Bab está “prácticamente limpia del ISIS” y que “en cuanto terminen las labores de registro se dará por liberada”. Las labores de los militares turcos, armados con detectores de metal y explosivos, continúan casa por casa y, de hecho, esta semana un soldado turco murió y otros dos resultaron heridos mientras limpiaban una zona de Al Bab de minas y artefactos explosivos dejadas por el Estado Islámico. Las Fuerzas Armadas turcas han sufrido más de 70 bajas desde que iniciasen su incursión en Siria el pasado agosto con el objetivo de despejar su frontera de la presencia del ISIS y cerrar el paso a la expansión de las milicias kurdas en el norte de Siria.
El jefe del Estado Mayor del Ejército turco, Hulusi Akar, se desplazó este viernes a las localidades fronterizas de Gaziantep y Kilis para supervisar desde el centro de mando de Escudo del Éufrates la marcha de la campaña de Al Bab, en la que participan 2.000 rebeldes y 1.300 uniformados turcos, en su mayoría tanquistas y efectivos de variados cuerpos de operaciones especiales.
Del desarrollo de esta batalla dependerá en gran medida la marcha de los acontecimientos en el norte de Siria durante los próximos meses. El Gobierno de Ankara ha presentado a Washington varios planes para encargarse de la liberación de Raqa, la capital siria del ISIS, aunque de momento son las milicias kurdas aliadas de Estados Unidos quienes llevan ventaja pues en las últimas semanas han avanzado sobre ciudad en una maniobra de pinza. Según diversas fuentes, el Pentágono no confía en la capacidad de las fuerzas turco-sirias y, como la Administración Obama, prefiere optar por los kurdos. En cambio, la CIA es más favorable a utilizar al ELS que está compuesto fundamentalmente por árabes suníes, también mayoritarios entre los habitantes de Raqa. El presidente de EE UU, Donald Trump, deberá decidir por qué aliado se inclina.

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