viernes, 1 de diciembre de 2017

CORTE PENAL INTERNACIONAL DE LA HAYA .Un criminal de guerra bosniocroata muere tras ingerir veneno en un tribunal de La Haya. 4º ESO

EL PAÍS Internacional
Isabel Ferrer

Slobodan Praljak, el general que ordenó la destrucción del puente de Mostar, había recurrido una pena de 20 años por crímenes de guerra.


l exgeneral bosniocroata Slobodan Praljak, de 72 años, ha muerto este miércoles tras ingerir veneno durante la lectura de su última sentencia de apelación en el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) por crímenes de guerra. Prajlak, el mando militar que ordenó atacar el puente de Mostar, gritó que no era un criminal de guerra y a continuación bebió de un frasco ante la incredulidad de los presentes.
Condenado en 2013, en primera instancia, a 20 años de cárcel por crímenes de guerra perpetrados contra musulmanes bosnios, Praljak ha ingerido una sustancia desconocida cuando los jueces han confirmado de nuevo la pena. Junto a él, fueron condenados hace cuatro años otros cinco reos, todos políticos o militares bosniocroatas, castigados por haber formado una asociación criminal para crear una Gran Croacia practicando la limpieza étnica.
La lectura de la apelación discurría sin problemas cuando el exgeneral alzó la voz y bebió del frasco que sacó de un bolsillo. Su abogada fue la que alertó de que se trataba de veneno. La sesión ha sido suspendida en medio de gran confusión. Los letrados y secretarios presentes en la sala se han levantado y los traductores, aturdidos, han cerrado los micrófonos. Carmel Agius, presidente de la sala, ha ordenado que se corrieran las cortinas del banquillo de los acusados y la misteriosa bebida fuera llevada al laboratorio para su análisis. El tribunal, con sede en La Haya, ha llamado a una ambulancia. Se ha abierto una investigación para saber cómo llegó hasta sus manos el veneno. La Sala 1, el lugar de los hechos, ha sido precintada.
La televisión croata avanzó, al cabo de dos horas, que el general había muerto. La noticia la confirmó más tarde el primer ministro de ese país, Andrej Plenković, que ofreció sus condolencias a la familia y fue crítico con la sentencia por considerarla injusta. Más tarde, el propio tribunal informó del fallecimiento de Praljak, también escritor y director de cine y teatro. 
Los jueces han mantenido a su vez la pena de 25 años impuesta en 2013 al principal reo del grupo, Jadranko Prlic, ex primer ministro de la autoproclamada República de Herzeg-Bosnia (1991). Las penas han sido las mismas que ya tenían para Bruno Stojic, antiguo ministro de Defensa de la misma República (20 años); el exgeneral Milivoj Petkovic (20 años); Valentin Coric, comandante de la policía bosniocroata (16 años) y Berislav Pusic, a cargo del intercambio de prisioneros (10 años).
Praljak fue quien ordenó bombardear el puente otomano de la ciudad de Mostar, en la región de Herzegovina. Del siglo XVI, cruza el río Neretva y une las dos partes de la ciudad. En noviembre de 1993, voló por los aires, y en el primer juicio, se consideró que había causado “un daño enorme a la población musulmana”. Aunque se convirtió en un símbolo de la destrucción de la guerra, y era una de las piezas más conocidas de la arquitectura islámica en los Balcanes, en la apelación se ha aceptado la explicación del viejo militar. Dijo que era “un objetivo militar más”. El puente fue reconstruido con ayuda del Banco Mundial y la supervisión de la UNESCO. Volvió a inaugurarse en 2004.
Según la sentencia original, en los campos de internamiento para civiles musulmanes bosnios “acabaron mujeres, niños y ancianos sometidos a condiciones inhumanas, sin agua, comida o atención médica”. Dicho trato constituye un crimen de guerra que tal vez sea el más inesperado del conflicto de los Balcanes.
Los seis condenados encabezaron una campaña contra sus vecinos musulmanes bosnios entre 1993 y 1995, durante la guerra de Bosnia, a pesar de que bosniocroatas y musulmanes bosnios habían sido aliados. La República Croata de Herzeg-Bosnia fue proclamada en 1991, pero no logró el reconocimiento internacional. Disuelta en 1994, tras los acuerdos de paz de Dayton, firmados entre serbios, bosnios y croatas, se sumó después a la Federación de Bosnia-Herzegovina. Mientras estuvo activa, impuso lo que sus dirigentes denominaron cultura croata a base de controlar los medios de comunicación y los municipios.

DOKMANOVIC, EL CONDENADO QUE NO ESPERÓ A SABER SU SENTENCIA

En 1998, el serbocroata Slavko Dokmanovic murió a los 48 años sin conocer qué sentencia le habría impuesto el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) por participar en la masacre del hospital de Vukovar, ocurrido durante la guerra de Yugoslavia, en la que se asesinó a más de 200 pacientes en unas horas. La causa de la muerte fue el suicidio. En la tarde del domingo 28 de junio, Dokmanovic fue atendido por el médico de la cárcel. Cerca de la medianoche, el reo fue visto por última vez por uno de sus guardianes. Después, el interior de la celda se quedó a oscuras. Dokmanovic, al parecer, provocó un cortocircuito en el sistema eléctrico y, acto seguido, se ahorcó. Un rato más tarde, uno de los guardias encontró el cuerpo sin vida. Con el fallecimiento, también murió el caso por el que se le procesaba. La sentencia que debería haberse pronunciado tan solo una semana más tarde, jamás se hizo pública. "El caso está cerrado", dijo Christian Chartier, el portavoz del tribunal.
Otro de los acusados, en custodia del TPIY, que se quitó la vida en 2006 fue Milan Babic, el expresidente de la región secesionista serbia de Krajina. En esta ocasión, el reo, que había sido condenado a 13 años de prisión por crímenes contra la humanidad cometidos en los Balcanes entre 1991 y 1992, estaba citado para declarar contra uno de sus antiguos aliados, Milan Martic (exjefe militar rebelde serbio de Croacia). Babic, de 50 años, llevaba dos años cumpliendo condena fuera de territorio holandés. En el acta de acusación del fallecido, los fiscales del TPIY señalaron que emprendió “una campaña de limpieza étnica contra la población no serbia”. Babic, que colaboró con Slobodan Milosevic, llegó a testificar contra él años más tarde.

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