viernes, 25 de marzo de 2016

Supervivientes del Holocausto, retratos de un renacimiento. 4º ESO

                        Artemis Alcalay, ante algunos de los retratos de su exposición. PATRICIA GALIANA

La fotógrafa griega Artemis Alcalay expone en el Instituto Cervantes de Atenas fotografías de algunos de los supervivientes griegos al Holocausto.

Eriketi, griega de la isla de Corfú, se sienta en el sofá de su casa, delante de una pared llena de fotografías y algunas imágenes religiosas. Sus brazos, cruzados, y en el izquierdo apenas pueden verse algunos números tatuados, la marca que le dejaron por ser judía. Vive con su marido, un cristiano ortodoxo, religión a la que se convirtió tras la Segunda Guerra Mundial.
"Una heroína, una más entre todos mis retratados", que consiguió escapar de un mortal destino: el campo de Auschwitz. Una vida que forma parte de los 47 supervivientes griegos judíos al Holocausto retratados con la cámara fotográfica de la artista Artemis Alcalay. Todos ellos, procedentes de ocho comunidades judías, fueron fotografiados con edades entre 86 y 105 años." Estas personas no son solo supervivientes sino personas de edad avanzada con todas las características de su edad", dice la artista.
Estas memorias y relatos presentados frente a la cámara, pertenecientes a la historia de la Segunda Guerra Mundial, tomaron forma tras cientos de clicks y grabaciones. "No paré hasta conseguir la imagen más digna y viva", explica Alcalay.
"Uno puede leer una foto, las miradas de los retratados. Estas fotografías son una fuente de información artística y científica".
La artista proviene de una familia griega judía de la que algunos miembros no regresaron de los campos de concentración. En cada uno de sus retratos había "ausencias extrañas" y siempre quiso retratarlo en su obra artística, resultado de varios años de interés e investigación en el extranjero y Grecia sobre acontecimientos en la historia de la Segunda Guerra Mundial: los supervivientes de las comunidades judías.

Supervivientes
La exposición, bajo el nombre: Judíos griegos sobrevivientes del Holocausto. Una narración plástica, ha tenido lugar en el Instituto Cervantes de Atenas donde la artista también llevó a cabo charlas y visitas guiadas. "Es un tema que tiene mucho que ver con la cultura y la historia de España, por eso decidí exponerlo aquí", comenta Alcalay.
Raúl Saporta muestra delante de la cámara el pasaporte de nacionalidad española, un pasaporte renovado tras sobrevivir al campo de concentración de Bergen-Belsen. Parte de los retratados son judíos sefarditas de la ciudad de Salónica y Atenas. Entre ellos, nueve personas se salvaron gracias a los esfuerzos de Sebastián Romero Radigales, cónsul de España en Atenas durante la época, quien salvó a más de 600 sefardíes. Radigales consiguió protegerlos, retrasar su expatriación y proporcionarles nuevos pasaportes hasta que fueron trasladados del campo de Bergen-Belsen a España, Casablanca y Palestina hasta elegir un destino donde finalmente se asentarían.
De la ciudad de Salónica, alrededor de 56.000 judíos fueron desplazados en 19 expediciones por ferrocarril, con un destino: Auschwitz. De ellos, regresaron alrededor de 1.950. El porcentaje de extermino fue del 96%, un porcentaje que no incluye a los centenares de judíos con pasaporte español, aquellos a los que Radigales salvó.
Alcalay, quien asegura que el arte no es solo un método de educación sino de curación, incluye en sus retratos una obra suya de la serie Una casa: una itinerancia. Un símbolo de familia, de amor entre sus componentes, de protección y memoria. La forma de una casa que, según cuenta la artista, es "todo lo que constituye la idea de un hogar y que retrata a la familia que perdieron y a la familia que tuvieron tras la guerra los supervivientes de Auschwitz". Los retratos de las vidas salvadas por Radigales, van acompañados de sus pasaportes, "sus pasaportes para la vida".
"Decimos que son víctimas, pero son héroes y heroínas. Fue algo muy emotivo, me encantó conocer sus vivencias, pasamos horas juntos, charlamos sobre sus familias y sus vidas antes y después de la guerra. La mayoría se casaron, crearon familias muy grandes y se trasladaron a otras comunidades. Ahora siento que son parte de mi familia", dice Alcalay.
Cada retrato, a color. Cada vida, una supervivencia. Cada historia, un renacer y cada relato, una memoria colectiva. "Las fotos las hice a color porque hablan de una vida, la vida que han logrado vivir. Se vistieron de manera colorida, todos eligieron colores, quería tener una imagen linda. No querían extraer el color de sus vidas".

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