viernes, 25 de marzo de 2016

Una de las niñas-bomba detenidas en Camerún dice ser una de las secuestradas de la escuela de Chibok. Terrorismo islámico. 4º ESO.

Una de las niñas secuestradas, en el vídeo grabado por Boko Haram en el bosque de Sambissa.

  • Nigeria trata de confirmar la identidad de la niña, que ha confesado a los militares cameruneses ser una de las secuestradas en 2014.
  • Las niñas perdidas de Nigeria.

Una de las dos niñas suicidas detenidas por fuerzas locales de autodefensa camerunesas en el norte del país este viernes dice ser una de las 219 niñas secuestradas en la escuela de Chibok en 2014 según fuentes militares y locales.
Las dos niñas llevaban explosivos y pensaban detonarlos cuando fueron detenidas por los milicianos en la localidad de Limani, cercana a la frontera nigeriana y objetivo habitual de los terroristas de Boko Haram.
Las niñas fueron entregadas al ejército camerunés, que forma parte de un conglomerado de fuerzas que luchan contra este grupo perteneciente al autodenominado Estado Islámico, según informa Anne Mireille Nzouankeu a la agencia Reuters.
Camerún intenta en estos momentos confirmar la identidad de la menor con las autoridades nigerianas. Si fuera una de las secuestradas, sería la primera pista tangibledel paradero de al menos una de ellas. Desde que se consumó el secuestro y se publicó un vídeo con su imagen, han corrido varios rumores sobre su destino, que incluía la venta como esclavas o la muerte en una ejecución masiva.
Paralelamente, el ejército de Nigeria anunció este jueves la liberación de 800 personas secuestradas por Boko Haram que vivían encerradas en zonas controladas por los yihadistas, sin que se sepa si alguna de ellas guarda relación con ese secuestro, ya que se producen este tipo de acciones a diario. Ayer retuvieron a otras 19 mujeres y niñas en otra aldea del norte del país.
Hace casi dos años, la elección de Chibok no fue casual. Se trata de una localidad mayoritariamente cristiana en medio del territorio sin ley de Boko Haram. Además, atacando un colegio mal defendido conseguían un objetivo simbólico contra el que luchan: la educación, una especie de criptonita para todo movimiento radical que se precie.
Los yihadistas tenían planeado el ataque y lo ejecutaron con celeridad: saquearon todo aquello de valor que hubiera en las aulas, reunieron a las niñas en el patio y quemaron el edificio mientras disparaban sus armas al aire. Llenaron los camiones con las niñas, de entre 16 y 18 años, y el resto fueron obligadas a continuar a pie hasta la frontera del bosque de Sambissa, una zona forestal del tamaño de Andalucía a 150 kilómetros de la escuela usando pequeños campamentos de tránsito, como la cárcel de Ngoshe, donde desde el principio fueron adoctrinadas en su 'sharia' retorcida y preparadas para el matrimonio forzoso.
A Sambissa no llega el Estado. Es una región sin ley. En ese trayecto nocturno lograron escapar algunas de las 270 menores raptadas. Otras lo harían días después. En total, 41 consiguieron regresar a sus casas. Su testimonio habla de "violaciones, trabajos forzados y esclavitud sexual" en los campamentos de la secta de Abubakar Shekau, el sanguinario líder de la secta salafista.
El Gobierno nigeriano sufrió la misma parálisis que su ejército. Tardó dos semanas en reaccionar y admitir el ataque. Cuando llegó la ayuda internacional (China, Israel y EEUU mandaron drones y satélites para buscarlas) quizá ya era demasiado tarde. Goodluck Jonathan, el anterior presidente de Nigeria prometió varias veces su liberación, a sabiendas de que su ejército hace años que no domina esa zona, un pequeño califato a imagen y semejanza del grupo al que rinde pleitesía, el autoproclamado Estado Islámico.


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