miércoles, 11 de diciembre de 2019

Una mujer sobrevive seis horas en parada cardiaca por una hipotermia. Actualidad

EL PAÍS SOCIEDAD
Javier Iñíguez/Oriol Güell

La paciente se perdió en el Pirineo de Girona y fue trasladada al Hospital Vall d’Hebron. Es el episodio más prolongado de este tipo sin secuelas relevantes registrado en España.


La paciente, Audrey Mash, en el hospital Vall d'Hebron.


Audrey Mash, de 34 años, tiene nacionalidad británica, pero se ha ganado un hueco en los anales de la medicina española. Esta profesora de inglés, residente en Barcelona, es la persona que más tiempo ha estado —más de seis horas— en parada cardiaca por una hipotermia severa y ha logrado restablecerse sin secuelas relevantes, gracias a la coordinación entre los equipos de rescate y los facultativos del Hospital Vall d’Hebron (Barcelona). “Es un caso excepcional en el mundo; la parada cardiaca más larga documentada en España”, afirmó ayer Eduard Argudo, del Servicio de Medicina Intensiva del centro sanitario.

“No recuerdo nada de aquel fin de semana”, admitió Mash en el Vall d’Hebron. Acompañada de su marido, Rohan Schoeman, la mujer abandonó el refugio Coma de Vaca, en el Pirineo de Girona, a las 7.15 del 3 de noviembre con el objetivo de hacer cumbre en el Torreneules, de 2.713 metros de altitud. Poco después, un repentino cambio de tiempo desorientó a la pareja. Mash empezó a sufrir los azotes del intenso viento y frío hasta quedar inconsciente poco después de la una de la tarde.
Schoeman logró hacer llegar gracias a su teléfono móvil suficientes pistas —llamadas telefónicas y fotografías recibidas por amigos de la pareja— para que los Bomberos de la Generalitat llegaran a las 15.40 al lugar donde estaba la pareja.
Más de seis horas de parada cardiaca
3 de noviembre
18.00
21.00
16.00
19.00
15.00
13.00
14.00
20.00
22.00
17.00
Horas en parada cardiaca confirmada
1
2
3
4
5
6
El corazón
aún late
Corazón
parado
18º
20,2º
30º
temperatura
corporal
Al llegar a 30º
se realiza la desfibrilación
y el corazón vuelve a latir.
Sobre las 13.00, Audrey Mash comienza a hablar de forma inconexa y poco después deja de moverse.
A las 15.30, los equipos de rescate la localizan a ella y a su pareja. A las 15.40 no se encuentra ningún signo vital.
A las 17.44, llega el helicóptero al hospital. Comienza la ECMO (oxigenación con membrana extracorpórea) para oxigenar y calentar la sangre.
Qué es una ECMO
La oxigenación con membrana extracorpórea es un sistema que consiste en extraer la sangre para oxigenarla y calentarla y devolverla al sistema circulatorio del paciente.
Se suministra heparina para que la sangre no se coagule.
Cánula de
drenaje venoso
Se extrae la sangre de una arteria.
Bombeo
Se introduce oxígeno y se extrae CO2
Membrana
oxigenadora
Se introduce la sangre oxigenada
y calentada en la paciente.
Corazón de
la paciente
Se calienta
la sangre
Mezclador
de oxígeno
Termocambiador
Fuente: Hospital Vall d’Hebron
EL PAÍS
La mujer, que en ese momento tenía una temperatura corporal de 18 grados, fue trasladada en helicóptero del Servicio de Emergencias Médicas (SEM) al Vall d’Hebron, adonde llegó a las 17.44. Al aterrizar, su corazón no latía, pulmones y riñones no funcionaban y su organismo no mostraba signo alguno de seguir con vida. Los facultativos, sin embargo, le aplicaron un tratamiento de oxigenación con membrana extracorpórea (ECMO), máquina que suple la función del corazón y los pulmones. El dispositivo también fue elevando la temperatura de su cuerpo hasta que, al llegar a los 30 grados, una pequeña descarga eléctrica mediante un desfibrilador hizo que su corazón empezara a latir de nuevo a las 21.46.
“Una víctima hipotérmica no debe ser dada por muerta hasta que su cuerpo no ha sido calentado”, afirma Manuel Luis Avellanas Chavala parafraseando una conocida cita médica. Este facultativo fue coordinador de la Unidad de Congelaciones y Patologías de Montaña del Hospital General San Jorge de Huesca hasta el pasado abril, cuando se jubiló, y ha logrado reanimar en esa provincia a varios montañeros con tres y cuatro horas de parada cardiaca. “El caso de esta mujer es relevante porque marca un nuevo récord en España, pero sobre todo porque revela una excelente coordinación entre equipos de rescate y hospital, que es lo que logra salvar vidas”, sostiene.
En un artículo publicado el pasado mes de enero en la revista Medicina Intensiva junto a otros facultativos de su hospital y el de Puigcerdà (Girona), Avellanas recopila los “casos publicados más extremos de hipotermia accidental y recuperación neurológica” del mundo. La parada cardiaca más larga se prolongó durante ocho horas y 40 minutos y el paciente logró “una recuperación completa excepto un mínimo déficit de memoria semántica que no afectó a su vida ordinaria”. La temperatura más baja documentada es de 13,7 grados en el caso de un excursionista que cayó a “un barranco de agua helada, sufrió un paro cardiaco de 45 minutos y logró una recuperación neurológica completa”. Fuentes médicas mencionan el caso, aún pendiente de publicar en una revista científica, de un ciudadano polaco cuya temperatura corporal descendió hasta los 12 grados.
Son milagros que se adentran en “los límites de la vida, que aún no conocemos”, explica Avellanas. “Eso es a lo que hemos llegado. Pueden surgir casos aún más extremos. De hecho, en hipotermias provocadas para intervenciones quirúrgicas de corazón, se han llegado a los 10 grados. Lo importante es que una persona en hipotermia severa, con una buena coordinación de los equipos médicos y de rescate, y el tratamiento adecuado, tiene muchas probabilidades de salir adelante sin secuelas”, añade.
En su estudio, Avellanas destaca “los avances sustanciales” logrados en este campo de la medicina: “La mortalidad hospitalaria”, cuando el paciente con hipotermia ha logrado ser llevado a un gran centro sanitario por los equipos de rescate, “ha pasado del 53,4% reconocida hasta 2001 a ser nula en 2012 con una serie publicada de 15 víctimas”.
El frío es a la vez amenaza y protector de vida en estos casos. “Por cada grado que baja el cuerpo de los 33 grados, la actividad cerebral se ralentiza un 6% y descienden la frecuencia cardiaca y las respiraciones. Cuando la temperatura baja de los 20 grados, ya no hay latidos ni respiración y el organismo entra en una especie de hibernación en la que no hay gasto ni consumo de oxígeno. Si la temperatura sigue bajando, la persona morirá, pero durante un periodo de tiempo que no conocemos con exactitud, las células no sufren daños. Si el cuerpo recibe los cuidados adecuados, la supervivencia sin secuelas neurológicas puede ser total”, añade.

“Línea del futuro”

“Este caso marca la línea del futuro: la coordinación entre equipos”, insistió Miquel López, jefe de la división especial de bomberos. “Estas fuerzas de coordinación tienen un impacto clave: sin ellas no hay profesional capaz de enfrentarse [solo] a casos como este”, añadió Antoni Encinas, gerente del SEM.
Durante su ingreso en el hospital, los médicos indujeron a la paciente una hipotermia leve durante 24 horas para proteger su cerebro. La principal preocupación de los doctores que estaban a cargo de Mash era que no sufriera secuelas al despertarse. La mujer no presenta hoy por hoy daños neurológicos, está prácticamente recuperada y hace vida normal, a excepción de la sensibilidad y el movimiento de sus manos, que continúan afectadas por el frío. “Las personas que han pasado por estos episodios pueden sufrir pérdidas de memoria o alteraciones en la coordinación de movimientos, pero en la mayoría de las ocasiones son leves y no suponen un obstáculo para su vida diaria”, añade Avellanas.
“No me di cuenta de que mi vida estaba en peligro hasta que me desperté aquí”, explicó ayer Mash, quien salió del hospital 11 días después por su propio pie. La británica ha asegurado que pasó los primeros días en el hospital “sin saber muy bien qué estaba pasando”. Desde que le dieron el alta, asegura, se ha informado sobre las consecuencias de una hipotermia. “Es increíble que haya sobrevivido. Estoy feliz”, exclamó en la rueda de prensa celebrada en el Vall d’Hebron.

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