sábado, 29 de febrero de 2020

VILLANOS DE LA HISTORIA. Beria, el asesino más eficiente de Stalin. 4º ESO

EL MUNDO PAPEL
Ismael Marinero

Fue hijo de campesinos, meritorio estudiante de Arquitectura y un eficiente policía de provincias. Pero llegó a Moscú y se convirtió en una bestia de la insidia y el mal.


KEYSTONE FRANCE


"CREA EL CAOS Y TRAE EL COMUNISMO"

  • Nombre completo: Lavrenti Pavlovich Beria (1899-1953)
  • Carrera: oficial de la checa en Georgia, director del NKVD, ministro del Interior y vicepresidente del Gobierno. 
  • Obra: Feminicidios, purgas, inventor del gulag, matanza de Katyn.T

  • Tenía el aspecto de un hombre sin atributos, con sus gafas redondas, su temprana calvicie y su rostro severo, pese a la tímida sonrisa que a veces se adivinaba en la comisura de sus labios. Detrás de su apariencia anodina, el camarada Beria escondía a un auténtico monstruo, un tipo que ejerció de lugarteniente de Stalin con la efectividad de un reloj suizo y el sadismo de un siniestro sociópata.
    Hijo de campesinos, el joven Beria se afilió al Partido Comunista y logró diplomarse como arquitecto en el Instituto Politécnico de Bakú. Poco después empezó a ejercer de espía para los bolcheviques y, tras el triunfo definitivo del bando de Lenin en la guerra civil, fue nombrado jefe policial de Georgia, donde se encargó de suprimir con mano dura cualquier conato de revuelta o disensión.
    Su creciente influencia lo llevó a escalar posiciones en el partido hasta ser nombrado director de la NKVD, variante histórica de lo que hasta hace poco conocíamos como KGB y que ahora es el FSB. Unas simples siglas cuya sola mención provoca escalofríos. Desde su nuevo puesto, Beria administró con letal pragmatismo las largas listas de asesinatos que Stalin utilizó para deshacerse de sus enemigos políticos, una posición idónea para complacer la creciente paranoia de Koba, nombre con el que se refería al dictador su círculo más cercano. En un encuentro con Winston Churchill en plena Segunda Guerra Mundial, Stalin llegó a presentar a su infalible perro de presa como "nuestro Himmler". 
    Además de encargarse de las purgas («irse a tomar un café con Beria» era el eufemismo que utilizaba el Ejército Rojo cuando algún mando era detenido y ejecutado), fue el arquitecto de la expansión de la red de más de 500 campos de trabajos forzados distribuidos por toda la URSS, los temibles gulags. En palabras de Anton Antonov-Ovseyenko, historiador y prisionero de uno de ellos durante 13 años, «los gulags existían antes de Beria, pero fue él quien industrializó el sistema gulag».
    En el sangriento currículum de Beria se encuentra la conocida como masacre de Katyn, el asesinato en masa de los prisioneros de guerra polacos que tuvo lugar en 1940. Un memorándum de su puño y letra enviado a Stalin sugería que aquellos soldados eran una amenaza para el nuevo régimen soviético en Polonia y debían ser ejecutados. 22.000 hombres fueron fusilados y enterrados en las fosas comunes del bosque de Katyn, próximo a la ciudad de Smolensk.
    Fue el responsable de la muerte de 20.000 polacos en la que fue conocida como Matanza de Katyn

    El trabajo diario de Beria era el espionaje y el homicidio, pero su pasatiempo favorito era la violación. Durante años, los historiadores desconfiaban de la veracidad de su supuesto historial de crímenes sexuales, pero la apertura de los archivos de sus interrogatorios resolvió cualquier duda al respecto. Como relata Simon Sebag Montefiore en La corte del zar rojo (Crítica), Beria se entregó a «una vida sexual draculiana [...]. A menudo es imposible diferenciar entre las mujeres a las que sedujo, las que acudieron a él para defender a sus seres queridos y aquellas a las que simplemente secuestró y violó». En 2003, la embajada de Túnez en Moscú, situada en la antigua mansión de Beria, informó de que las obras de construcción de la bodega habían sacado a la luz multitud de huesos humanos, algunos enterrados, otros ocultos entre los muros del edificio. 
    Según dos de sus guardaespaldas del NKVD, a Beria le gustaba salir en limusina para señalar a mujeres jóvenes que eran detenidas y escoltadas hasta su casa moscovita, donde les ofrecía todo tipo de lujosos manjares. Después de cenar, Berialas llevaba a su oficina insonorizada, cerraba la puerta con llave y las violaba. 
    Antes de salir de la casa de los horrores, los guardaespaldas debían entregar a cada víctima un ramo de flores. Si lo aceptaban, se convertían en protegidas del régimen. Si lo rechazaban, eran arrestadas y, en algunos casos, asesinadas.
    Llevaba a las mujeres seleccionadas a una sala insonorizada donde las violaba
    Beria fue el brazo derecho de Stalin desde 1938 hasta 1953, pero en los postreros días del dictador temía ser señalado como próximo enemigo del pueblo por sus intenciones aperturistas. Cuando el líder supremo se derrumbó en el dormitorio de su dacha tras sufrir una hemorragia cerebral, Beria fue el primero en descubrirlo. Las siguientes horas y días, como muestra Armando Iannucci en la negrísima comedia La muerte de Stalin, fueron lo más parecido a un sketch de los Monty Python. Beria parecía haber ganado la batalla gracias a su posición al frente del NKVD, pero Nikita Jrushchov logró finalmente hacerse con el poder con la colaboración de los demás miembros del Politburó. En plena reunión para decidir los próximos pasos de la URSS, ordenaron la detención de Beria tras acusarle de traición y de comportamiento anti-soviético, cargos por los que fue ejecutado en diciembre de 1953. 
    En la película, un genial Steve Buscemi en la piel de Jrushchov dice mientras prenden fuego al cadáver de Beria: «Te enterraré en la Historia, ¿me oyes, gordo cabrón?». 
    Y eso hizo. Después de ser nombrado Secretario General del partido, borró por completo a su antiguo compañero de la historiografía soviética, hasta que la desclasificación de documentos a principios de los años 90 empezó a revelar las escasas luces y las muchas sombras de la perversa trayectoria del camarada Beria.

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