L.L. Caro/P.Muñoz
«Kokito de Castillejos» se radicalizó en Ceuta y atrapó a su mujer con las redes sociales. Sus «hazañas» asesinas fueron el trampolín para que muchos jóvenes se decidieran a viajar a la zona de yihad.
Imagen con la que «Kokito« saltó a la fama - ABC
«Hay que matar a los incrédulos, ya sean de origen musulmán o de origen ateo». Quizá este sea el mejor resumen del pensamiento de Mohamed Hammaduch, alias «Kokito de Castillejos», o Abu Tasnim El Magrebí, como también se hacía llamar, entre otros nombres. Así se lo dijo, en una conversación a través de una red social, a José María Gil, experto en terrorismo yihadista del Observatorio de Seguridad Internacional, quien mantuvo largos contactos con este «monstruo», radicalizado en la barriada de El Príncipe de Ceuta y que murió a principios de noviembre de 2015 en Alepo, en un combate en el que también perdió la vida su compañero de «katiba» (comando) Mourad Kadi. Dejaron viudas a sus mujeres, Asia Ahmed y Fatima Akil Laghmich, y huérfanos a sus hijos de corta edad, con los que fueron detenidos el pasado miércoles por las autoridades turcas cuando pretendían regresar a Europa.
«Kokito» había nacido en julio de 1986 en Castillejos, junto a Ceuta, a cinco minutos en coche de la Ciudad Autónoma con la que a diario hay un trasiego enorme de personas. Estudió en el colegio «Abi Rabi Sabti», un centro al que asistieron algunos otros jóvenes que acabaron en las filas de Daesh.
Sin embargo, no fue en el liceo donde se radicalizó; al joven le gustaba frecuentar a algunos imanes muy radicales de Ceuta, que fueron quienes comenzaron a meterle en la cabeza sus ideas de muerte, y acabó por ser captado definitivamente nada menos que por Mustafá Maya Omaya, un viejo inválido, prácticamente ciego y que sin embargo ha sido uno de los mayores captadores de muyahidines para Estado Islámico hasta su detención por la Comisaría General de la Policía.
Camarero y dependiente
«Kokito» fue camarero y trabajó en una tienda de su ciudad natal antes de abandonar todo para viajar a Siria. Su salto a la fama se produjo al difundirse una fotografía (en la imagen) en la que se le ve en la parte trasera de un camión sujetando una cabeza decapitada y con otras cuatro a sus pies.
Cuando José María Gil le preguntó si él había hecho esa salvajada, lo admitió sin problema. Aunque añadió que solo se las había enviado a un amigo, pero no para que las publicara. Éste lo hizo y acabó siendo detenido.
Esa imagen de sanguinario que le rodeaba sirvió a muchos otros como estímulo para dar el salto al territorio de yihad. También cautivó a su mujer, Asia, quien entró en contacto con él después de que uno de sus hermanos, «el Esponja», muriera en combate.
Primero se casaron por poderes -su marido, como dote, le regaló un cinturón de explosivos-, y luego ella viajó a Siria a través de Marruecos para reunirse con él en el campamento de Al Atarib, formalizar la boda y acompañar a su pareja en su carrera de muerte. El hijo de ambos nació en la segunda quincena de marzo de 2014. Su vida ha estado marcada por el horror.
Cuando José María Gil le preguntó sobre el cinturón de explosivos el terrorista le explicó que se lo regaló a su mujer porque «es lo que me pidió». Y al ser interrogado sobre si era para una acción de martirio, afirmó: «Estamos listos para una acción así». Su sueño era volver a Marruecos o a España «para conquistarlos». Afortunadamente, murió antes. Su mujer sí hizo el camino de regreso, pero fue detenida.
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