Claudi Pérez
El BCE advierte que los tipos de interés no subirán hasta 2019 y sugiere una retirada gradual de las compras de bonos, pero el euro sigue al alza y supera los 1,25 dólares.
La economía europea va como un tiro: crece al mayor ritmo en 12 años. Pero la inflación no termina de recuperarse. Y el BCE advirtió ayer de una fuente de incertidumbre: el jefe del Eurobanco, Mario Draghi, alertó de los efectos negativos de la revalorización del euro, que achaca a las declaraciones de las altas esferas en Washington, y en particular al nuevo secretario del Tesoro de EE UU, Steven Mnuchin. Draghi hizo todavía para contener la sangría que supone la revalorización del euro: menos exportaciones, más dificultades para crecer y, sobre todo, condiciones financieras y monetarias más duras. Aseguró que no habrá subidas de tipos de interés al menos hasta 2019. Sugirió que el final de las compras de bonos (el QE, por sus siglas en inglés) será gradual. Y aun así el euro siguió subiendo y superó los 1,25 dólares por unidad por primera vez desde diciembre de 2014, con un aumento diario del 0,7% (excepcional para el mercado de tipo de cambio).
La dureza del mensaje de Draghi ha rozado el conflicto diplomático. El italiano ha citado el acuerdo de la última reunión del Comité Monetario y Financiero Internacional (IMFC, por sus siglas en inglés) en Washington, que el pasado octubre se comprometió contra las devaluaciones competitivas. Draghi, sin embargo, ha sugerido que las declaraciones de Mnuchin (hoy mismo ha dicho en Davos que un dólar débil facilita la corrección de los desequilibrios estadounidenses) van en contra del espíritu del citado acuerdo. Pero contener la subida del euro (que, en realidad, es una bajada del dólar) se antoja difícil: la moneda única se ha revalorizado tras esas palabras, que perseguían exactamente lo contrario. "El uso del lenguaje", ha remarcado hasta en tres ocasiones, "no es lo que habíamos acordado", y la apreciación del euro se convierte así en una fuente de incertidumbre, aunque los riesgos sobre la eurozona "están equilibrados".
Eso ha sido lo más destacado de la rueda de prensa en un momento de impasse en el BCE. El Eurobanco ve riesgos al alza (esto es, sorpresas positivas) en Europa, y riesgos a la baja (es decir, amenazas) relacionados con tensiones globales. Draghi ha asegurado que ve "muy pocas opciones" de subir los tipos de interés a lo largo de este año, y ha señalizado las primeras subidas una vez se acaben las compras de activos, más allá de septiembre de 2019. Y en cuanto a ese programa de compras, ha mantenido todas las opciones abiertas: los halcones del consejo vienen diciendo desde hace semanas que la recuperación europea es cada vez más sólida, y por tanto las muletas del BCE ya no son necesarias. Pero Draghi es más precavido. Y ha explicado que aún no se ha discutido si habrá un final abrupto del QE en septiembre del año próximo, una nueva extensión del programa (si las condiciones empeoran) o una retirada gradual. Por el tono de sus palabras, la más probable es la última opción. "Pero ese debate aún no ha empezado", ha enfatizado.
Por lo demás, esperar y ver. El Banco Central Europeo ha dejado intactos los tipos de interés en la eurozona, aún en sus mínimos históricos."Los tipos de interés aplicables a las operaciones principales de financiación, la facilidad marginal de crédito y la facilidad de depósito se mantienen sin variación en el 0,00%, el 0,25% y el -0,40% respectivamente", ha señalado en un comunicado. Además, ha señalado que no tiene intención de que eso cambie a largo plazo. "El Consejo de Gobierno espera que los tipos de interés oficiales del BCE se mantengan en los niveles actuales durante un período prolongado que superará con creces el horizonte de sus compras netas de activos", explica.
"En relación con las medidas de política monetaria no convencionales, el Consejo de Gobierno confirma que prevé que las compras netas de activos, al nuevo ritmo de 30.000 millones de euros mensuales, continúen hasta el final de septiembre de 2018 o hasta una fecha posterior si fuera necesario", ha señalado el Eurobanco. Y ha añadido que, "en todo caso", el calendario será así "hasta que el Consejo de Gobierno observe un ajuste sostenido de la senda de inflación que sea compatible con su objetivo de inflación. Si las perspectivas fueran menos favorables, o si las condiciones financieras fueran incompatibles con el progreso del ajuste sostenido de la senda de inflación, el Consejo de Gobierno está preparado para ampliar el volumen y/o la duración del programa de compras de activos".
En la reunión de diciembre, Draghi negó que fuera a retirar en el corto plazo los estímulos económicos, con tipos de interés en mínimos históricos y un programa de compra de activos valorado en 60.000 millones de euros mensuales (en octubre se decidió que se rebajaría en enero a 30.000 millones y se alargó su vigencia hasta septiembre). La novedad, ahora, se centra en los altos niveles del euro frente al dólar. El euro fuerte, al cabo, refleja la sólida recuperación de la eurozona. Pero encarece las exportaciones. Tensiona las condiciones financieras y monetarias. Y no ayuda a que la inflación vuelva a acercarse al deseado "cerca, pero por debajo del 2% a largo plazo", el mandato que incumple Draghi desde hace mucho, mucho tiempo.
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