Pablo Pardo
El director estrena este viernes 'Los archivos del Pentágono', una película urgente sobre periodismo, feminismo y poder que responde a la era Trump con su espejo nixoniano
Steven Spielberg es más bajo de lo que parece en foto o en televisión, habla con acento judío neoyorkino -y se le escapan expresiones en yidis-, y lleva una bufanda anudada con coquetería alrededor del cuello, a pesar de que donde está nevando es fuera, no en la habitación desprovista de muebles del Hotel Mandarin en la que recibe a EL MUNDO.
Para ser una de las personas que más ha marcado Hollywood -y, por extensión, la cultura del mundo-, Spielberg es sorprendentemente amable. Le gusta explayarse y hablar de su última película, The Post, titulada en España 'Los archivos del Pentágono'. El filme ha recibido unas críticas radiantes en Estados Unidos, aunque el periodista es mal pensado y piensa que eso tal vez se deba a que The Post trata del Washington Post, y en ella los informadores somos los héroes, de principio a fin. La película trata sobre el incidente de los papeles del Pentágono, en 1971, cuando el Gobierno de Richard Nixon trató, sin éxito, de prohibir la publicación de un monumental análisis realizado por el think tank RAND Organization sobre la Guerra de Vietnam.
El estudio había sido un encargo del Gobierno, pero reflejaba que la guerra había sido un fracaso desde el principio, y que Washington lo sabía, también, desde el principio. Claro que siempre había algo que impedía parar el conflicto: unas elecciones, una lucha burocrática, alcanzar una mejor posición negociadora con la URSS, en otros escenarios... Así, casi a base de ir dejando para mañana el problema, murieron 59.000 estadounidenses y cuatro millones de vietnamitas, laosianos, camboyanos y chinos. La inercia puede ser una criminal a gran escala.
Spielberg se explaya con los paralelismos que él ve entre aquella época y ésta. Pero también le da un toque personal. La película gira en torno a una mujer fuerte, Kay Graham, representada por Meryl Streep, la dueña del Washington Post, que tuvo el valor de enfrentarse a la Casa Blanca al mismo tiempo que sacaba a bolsa la empresa que había heredado después de que su marido, Phil Graham, se suicidarade un tiro en la cabeza. Era 1971 y las mujeres no dirigían empresas, no iban a Wall Street y no se enfrentaban a presidentes (en 2018, con contadas excepciones, tampoco).
- P. ¿De qué trata exactamente The Post? ¿De Graham, del poder, del periodismo?
- R. La película gira alrededor de la idea del liderazgo. Y esta película trata del liderazgo de una mujer, Catherine Graham, que era la líder de facto del Washington Post, y que, sin embargo, no lograba que le hicieran caso los hombres del consejo de administración de la empresa dueña del periódico, de la que ella era propietaria. Y ¿por qué no le hacían caso? Precisamente, por ser una mujer. The Post trata del liderazgo de una mujer, totalmente ignorada en un mundo de hombres, y eso fue, de hecho, lo primero que me atrajo del guion, más que la relevancia de la historia en el momento actual. Pero si no hubiera sido por la urgencia, digamos política, probablemente hubiera esperado más a hacerla.
- P. Volviendo a Graham. Usted siempre ha dicho que su modelo vital es su madre, y tradicionalmente ha dejado la gestión de sus proyectos y empresas en manos de mujeres. ¿De personas como Graham?
- R. Mis modelos en la vida son mis padres, pero más mi madre que mi padre, porque viví con ella más años [los padres de Spielberg se divorciaron cuando él tenía 19 años y su madre se fue con el mejor amigo de su padre]. Me influyó mucho porque era muy fuerte. Y por eso también, cuando fundé empresas -Amblin, DreamWorks, TreeWorks 3.0- puse a mujeres al frente. Trabajo mejor en ese entorno, y es fácil para mí contar una historia acerca de Graham, porque su heroísmo y su dedicación al negocio de la prensa, y su amor a su país y a la verdad son todos los valores que mi madre me inspiró.
- P. En EEUU y en su industria, el cine, se están derrumbando muchas figuras casi míticas, con la revelación de lo que parece una cultura del abuso sexual.
- R. Hollywood está en el epicentro de lo que es un punto de inflexión para las mujeres. Nunca he visto un cambio como éste. Creo que nuestros hijos mirarán a 2017 como el año en el que todo cambió en materia de acoso sexual, los años en los que el silencio se acabó y miles de voces se hicieron oír. Pero eso no es sólo un problema de Hollywood. Pasa en fábricas, en granjas, en deportes, en televisiones: en todas partes. Con mujeres estadounidenses y con inmigrantes.
- P. ¿Le ha sorprendido la catarata de revelaciones de acoso sexual en Hollywood?
- R. Debería haberme sorprendido, pero no. Todos lo hemos estado viendo con el rabillo del ojo durante muchísimos años.
- P. Pero usted admite que, si The Post sólo hubiera tratado de una mujer en un mundo de hombres, usted habría tardado más en hacerla. De hecho, esta película es una sorpresa para todos. Usted es muy meticuloso, y no se lanza a proyectos sobre la marcha, como éste.
- R. ¡También ha sido una sorpresa para mí! Todo empezó a finales de febrero. Estaba liado con la posproducción, con los efectos especiales de Ready player one, que se estrena el próximo 30 de marzo, y lo último que quería era hacer otra película en 2017. Y entonces, Stacy Snyder, que dirige 20th Century Fox, y antes fue mi socia y la jefa de mi empresa, me mandó el guion de The Post. Yo le dije que no me lo mandara. Pero no me hizo caso y, cuando lo recibí, me dije a mí mismo: «No voy a abrirlo, para escapar de la tentación».
- P. ¿Por qué?
- R. Porque tenía miedo de que me gustara demasiado y me distrajera de Ready player one y de mi siguiente proyecto, El secuestro de Edgardo Mortara [un filme sobre Edgardo Mortara, un niño judío que fue raptado y llevado al Vaticano, donde el Papa Pío IX se negó a entregarlo a sus padres].
- P. Y, pese a tan firme propósito, cayó en la tentación de la fruta prohibida.
- R. Así es; empecé a leerlo. Cuando iba por la mitad, se me empezó a acelerar el pulso. Antes de que acabara el guion me estaba preguntando: «¿Cómo voy a ser capaz de hacer dos películas en un año?». Llamé a mi equipo, les dije que volvieran de Italia, donde estaban buscando localizaciones para El secuestro de Edgardo Mortara, y los puse a trabajar en The Post.
- P. ¿Ha sido algo nuevo lanzarse a hacer una película así, casi improvisándola?
- R. Nunca me había pasado. Nunca me había lanzado a un proyecto con tanta prisa como a éste, ni había trabajado tan duro en mi vida. Pero tampoco nunca había tenido este sentido de urgencia, de propósito. Ya ve, 71 años y uno se sorprende a sí mismo.
- P. Es su primera película sobre una cuestión abiertamente política desde Munich, en 2005. En Munich usted también usaba un paralelismo histórico: la caza por asesinos del Mosad de terroristas palestinos en Europa, igual que ahora lo hace entre Nixon y Trump. ¿Es más fácil hablar de algo actual usando un referente histórico?
- R. El cine siempre se basa en referentes en la Historia y en la realidad. Incluso Tiburón... bueno, en el mar hay tiburones. Pero The Post es la primera película que hago en mucho tiempo en la que la relevancia de lo que hablo es prácticamente sorprendente.
- P. The Post también trata sobre la libertad de expresión.
- R. Porque la libertad de expresión en Estados Unidos está al borde del abismo en 2018. La prensa está teniendo que tratar de convencer a la opinión pública de que lo que publica es verdad, de que no es fake news [noticias falsas, una de las expresiones favoritas de Donald Trump]. Nunca he visto esta cortina de humo de desinformación y expresiones que han alcanzado casi la categoría de iconos de la cultura, como "hechos alternativos" [la expresión acuñada por la Casa Blanca el 22 de enero pasado para definir la libertad del presidente de EEUU para creer en los hechos reales o en otros alternativos]. Así que la historia de Nixon yendo a la Justicia para prohibir el derecho de la prensa a publicar noticias, es decir, literalmente a prohibir la libertad de prensa, tenía profundas similitudes con lo que está pasando ahora.
- P. Usted ha dicho que ésta es la época de mayor división que EEUU ha vivido desde la Guerra de Secesión. Ésa es una afirmación muy fuerte.
- R. Pongámoslo de esta forma: desde la perspectiva de una persona que ama la Historia, ésta es la mayor división de mi país que he visto en mis 71 años de vida. Nunca he visto tanto vitriolo en EEUU. Y ese vitriolo lo permea todo. No es posible hablar de coches clásicos -una cosa que me gusta mucho- con una persona que tenga una ideología diferente. De niño me inculcaron que hay que escuchar más que hablar. Eso nos falta ahora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario