Juan Carlos Sanz
-Netanyahu se enfrenta a uno de sus principales aliados populistas de Europa del Este.
Altos cargos del Gobierno polaco, el sábado en un acto en el antiguo campo de exterminio de Auschwitz.STANISLAW ROZPEDZIK EFE
En plena conmemoración del Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto, la clase política israelí ha lanzado una advertencia unánime a Polonia. La Cámara baja del Parlamento aprobó el viernes en Varsovia una reforma legal para sancionar con hasta tres años de cárcel a quienes utilicen la expresión “campos de exterminio polacos”. “No toleramos que se distorsione la verdad, ni el revisionismo histórico, ni la negación del Holocausto”, clamó el primer ministro Benjamín Netanyahu este domingo, poco antes de que el encargado de negocios de la Embajada de Polonia fuese convocado ante el Ministerio de Exteriores para expresarle la preocupación israelí por la nueva legislación. Tres millones de los seis millones de judíos aniquilados por los nazis en la “solución final” fueron asesinados en campos de concentración ubicados en la Polonia ocupada por los nazis, como Auschwitz, Treblinka o Sobibor.
La reforma legal aún tiene que ser ratificada por el Senado y promulgada por la Presidencia polaca. Pero el Estado de Israel ha puesto en marcha toda su maquinaria de influencia política y diplomática para rechazar, en palabras de Netanyahu, “cualquier intento de reescribir la historia”. Solo cinco parlamentarios se opusieron a su aprobación en el Semj (Cámara baja) frente a los 279 que votaron a favor y los 130 que se abstuvieron.
Los responsables Yad Vashem, el centro y museo del Holocausto en Jerusalén, se han opuesto también a una legislación que consideran “tendente a empañar verdades históricas sobre la ayuda que los alemanes recibieron de la población polaca en el Holocausto”. Al menos 200.000 judíos fueron entregados a los nazis por las autoridades, según estimaciones de los historiadores.
El actual Gobierno de Varsovia, sostenido por una coalición conservadora y nacionalista, ha emprendido una campaña educativa y de divulgación para adjudicar en exclusiva la responsabilidad del exterminio al Tercer Reich y ensalzar al mismo tiempo “el heroísmo de los polacos que salvaron la vida de miles de judíos”, como proclamó Jaroslaw Kaczynski, líder del gubernamental Partido Ley y Justicia y ex primer ministro bajo el mandato presidencial de su hermano gemelo Lech.
Yad Vashem reconoce que “la expresión ‘campos de exterminio polacos’ es una tergiversación histórica”. El principal centro israelí sobre la Shoah advierte, no obstante, de que “las restricciones a las declaraciones de académicos y otros investigadores sobre la complicidad directa o indirecta del pueblo polaco con los crímenes cometidos en su tierra durante el Holocausto suponen una distorsión grave”.
La iniciativa legal que prevé castigar a quien acuse a la nación o el Estado polacos por su implicación en los crímenes nazis será aplicable tanto a nacionales como a extranjeros. El primer ministro, Mateus Morawiecki, ha argumentado a través de Twitter que la leyenda Arbeit Macht Frei (El trabajo hace libre)” que presidía la entrada a los campos de exterminio estaba escrita en alemán y no en polaco. “La reforma trata de prevenir una difamación intencionada de Polonia (…) al atribuir a la nación polaca los crímenes nazis”, recalcaba un comunicado del Ministerio de Exteriores citado por Efe.
En ausencia del embajador, al número dos de la legación en Tel Aviv, Piotr Kozlowski, le fue comunicada por responsables diplomáticos israelíes la “oposición del Estado hebreo al contenido de la norma”. También le fue subrayada la “sorprendente y desafortunada coincidencia de su aprobación ante el Día Internacional en Memoria del Holocausto”.
La disputa se produce en un momento en el que las relaciones bilaterales se encuentran en el nivel más alto de su historia. El Gobierno de Varsovia se abstuvo en la votación en Naciones Unidas en contra del reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel anunciado en diciembre por Estados Unidos. Netanyahu fue invitado también a la cumbre de 2017 del llamado Grupo de Visegrado (Polonia, República Checa, Hungría y Eslovaquia), cuyos miembros suelen mostrarse favorables a las tesis del Estado judío en el seno de la UE.
Tropiezos con dirigentes antisemitas
El buen entendimiento de Netanyahu con los países del Este de Europa ya ha sufrido, sin embargo, anteriores tropiezos, generalmente a causa del cariz populista de sus gobiernos y a la deriva antisemita de algunos de sus dirigentes. La semana pasada, una iglesia de Budapest suspendió la misa que iba a oficiarse en honor del almirante Miklos Horthy, cuyo régimen colaboró con los nazis en la deportación de más de cientos de miles de judíos a los campos de exterminio, ante la presión de la comunidad judía internacional. El vicepresidente del Parlamento, Sandor Lezsak —miembro del partido del primer ministro Víktor Orban— había anunciado una intervención en la ceremonia religiosa.
La aprobación de la reforma legal en Varsovia ha hecho saltar chispas en las redes sociales en Israel. “La proyectada legislación no prender “blanquear” el pasado, sino proteger la verdad ante la calumnia históricamente indemostrable de la expresión ‘campos de la muerte polacos”, argumentaba un tuit de la Embajada den Tel Aviv.
“Soy hijo de un superviviente del Holocausto. Mi abuela fue asesinada en Polonia por alemanes y polacos”, replicó en el acto el líder centrista israelí Yair Lapid. “No necesito que ustedes me den lecciones sobre el Holocausto. Sufrimos sus consecuencias cada día en nuestra memoria colectiva”.
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