Nuño Domínguez
El telescopio espacial 'Hubble' detecta Icarus, un astro dos veces más cálido que el Sol que nació a 9.000 millones de años luz de la Tierra.
Imagen del cúmulo de galaxias MACS J1149
Un equipo internacional de astrónomos ha observado la estrella convencional más lejana que se haya observado nunca. El astro está tan lejos de la Tierra que hace volar por los aires los conceptos de tiempo y espacio que manejamos a diario los terrícolas.
El 29 de abril de 2016, el telescopio espacial Hubble descubrió un potente punto de luz que provenía de MACS J1149, un cúmulo de galaxias con una masa unas 1.000 veces mayor a la de la Vía Láctea, la galaxia en la que está nuestro planeta. En 2015 se demostró que la gravedad que ejerce este cúmulo actuó como una lente que amplificó la luz de una supernova que estaba justo detrás de él. Era un fenómeno conocido como cruz de Einstein, pues es la teoría de la relatividad la que predice que la masa curva el espacio y permite convertirlo en una especie de telescopio para observar otros astros más lejanos.
El nuevo destello de luz captado por el Hubble ha resultado ser el de una estrella más distante cuyo brillo se ha multiplicado más de 2.000 veces y que no podría haber sido descubierta sin este fenómeno astronómico, conocido como lente gravitacional.
La luz original de esa estrella se emitió hace 4.400 millones de años, cuando el universo tenía un tercio de su edad actual. Desde entonces, su luz ha viajado por el universo durante 9.000 millones de años hasta ser captada por el telescopio hace dos primaveras.
“La estrella más lejana descubierta hasta ahora está a 55 millones de años luz, mientras que la nueva estrella está 260 veces más lejos”, explica José María Diego, investigador del Instituto de Física de Cantabria y coautor de un estudio publicado hoy en Nature Astronomy sobre el nuevo astro, bautizado como Icarus. Los astrónomos estiman que se trataba de una estrella gigante muy luminosa y de color azul cuya temperatura en superficie era de unos 11.000 grados, el doble que el Sol.
Para llegar a Icarus en la actualidad habría que viajar a la velocidad de la luz durante 14.400 millones de años —más que la edad total del universo—debido a que su expansión se sigue acelerando desde su origen, explica Licia Verde, cosmóloga de la Universidad de Barcelona. "En el universo la distancia depende de cómo la definas y cuándo la midas. Una opción es hacerlo a día de hoy, con la edad actual del universo, con lo que obtendríamos un tiempo de vuelo a Icarus de 14.400 millones de años a la velocidad de la luz, y otro es hacerlo cuando se emitió la luz captada por Hubble, unos 4.400 millones de años después del Big Bang, en cuyo caso el tiempo de vuelo es de unos 9.000 millones de años a la misma velocidad", explica. Para cuando una nave espacial imaginaria llegase a Icarus, el astro ya no estaría allí. “Esta estrella explotó ya hace muchos millones de años, así que ya no existe en realidad. Lo más probable es que en su lugar haya un agujero negro”, resalta Diego.
El equipo también ha aprovechado la lente gravitacional para estudiar la presencia de materia oscura a grandes distancias. Este componente del universo conforma más del 85% de toda la materia que hay en el cosmos, pero por ahora se ignora de qué está hecha. Una teoría señala que la materia oscura estaría concentrada en agujeros negros primordiales que se formaron instantes después del Big Bang. Estos cuerpos tendrían una masa unas 30 veces mayor que el Sol, similar a la de los agujeros negros descubiertos gracias a las ondas gravitacionales, cuya existencia también predijo Einstein. El equipo de Diego ha estimado la cantidad de estos cuerpos que ejercen su fuerza de gravedad sobre la luz de Icarus. “Nuestras conclusiones indican que estos agujeros negros no bastan para explicar más que una mínima parte de toda la materia oscura existente”, resalta.
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