Grego Casanova
Este producto de higiene provoca el 75% de los atascos en el sistema de saneamiento del área de Barcelona y causa sobrecostes de más de 650.000 euros anuales.
Una cuchara bivalva levanta de una arqueta residuos formados por toallitas higiénicas. CRISTOBAL CASTRO EL PAÍS
En la depuradora de El Prat de Llobregat, la segunda más grande de las siete del área metropolitana, una cuchara bivalva con capacidad para 1.000 litros levanta de una arqueta de desbaste una masa de harapos negros formada mayoritariamente por toallitas higiénicas. Enfrente, dos operarios reparan una de las rejas predesgaste, el primer filtro en la depuradora, averiado tres días antes por la acumulación de este producto de higiene. Según los cálculos del Área Metropolitana de Barcelona (AMB), este producto causa cada año un sobrecoste de más de 650.000 euros y se ha convertido en uno de los principales problemas en los sistemas de depuración de todo el mundo.
Además del agua turbia y alguna que otra lata o tapón de plástico, en los distintos fosos que van cribando el agua en la planta de El Prat una pasta oscura formada por toallitas ocupa todos los espacios. Cual planta enredadera, la mole de toallitas se extiende por cada recoveco de la depuradora, formando fétidas estalactitas. “Hace tres semanas se retiró todo el desecho de estas arquetas, se quedó completamente limpio y ahora ya tendremos unos 50 centímetros de toallitas”, explica el subjefe de planta, Cristian Mesa, mientras señala una de las escaleras de seguridad que bajan a la arqueta cubierta de esta pasta negra.
La intensificación del uso de las toallitas como elemento de higiene habitual entre la población adulta se ha convertido en el mayor enemigo de los sistemas sanitarios. A diferencia del papel higiénico, solo el 36% de las toallitas se destruye en el agua, según un estudio de OCU, y acaba recorriendo todo el sistema de depuración.
SOBRECOSTES EN EUROPA DE 1.000 MILLONES
Arrojar las toallitas húmedas al váter supone un sobrecoste de entre 500 y 1.000 millones de euros en los países europeos, según las estimaciones de la federación europea de asociaciones de servicios de agua EurEau.
AEAS (Asociación Española de Abastecimiento de Aguas y Saneamiento) calcula pérdidas para España cercanas a los 200 millones de euros anuales, lo que supone un aumento total de los costes de gestión del ciclo integral del agua de entre un 4 y un 6%.
En otras ciudades españolas como Valencia, durante los últimos años se han invertido más de 8 millones de euros para sacar 5.000 toneladas de un tapón que llegó a medir 3,5 kilómetros y del que todavía falta por extraer otras 2.000 toneladas.
Criba tras criba, la masa avanza, con el riesgo de que se amontone en alguno de los dispositivos y bloquee el funcionamiento de las máquinas. Una de las averías recurrentes se producen en los tamices giratorios, que separan objetos de distinto tamaño, cuando se acumula la masa de toallitas. Una avería conocida como “rolling back”, y que los trabajadores de la depuradora llaman coloquialmente “kebab”, por el ovillo que pueden crear cuando la masa de toallitas se enreda en los dispositivos.
En el área metropolitana de Barcelona se generan cada año unas 3.500 toneladas al año de residuo no aprovechable; en torno a un 60% son toallitas. Según explica el responsable de saneamiento de AMB, Àlex Prada, el 75% de los atascos son causados por las toallitas. Los principales incidentes se producen con episodios de lluvia y los elementos más afectados son las estaciones de bombeo. Durante el año 2018, se activaron 38 jornadas extraordinarias, en las que una pareja de operarios debe desplazarse hasta la estación de bombeo, desmontarla, limpiarla y volverla a montar. En 2014, se realizó un estudio que cifraba en 300.000 euros el sobrecoste para el área metropolitana generado por estos incidentes.
Además del riesgo para el alcantarillado, el residuo generado por las toallitas no puede ser aprovechado y tras pasar por la depuradora debe ser enviado al vertedero para su destrucción. Un tratamiento como residuo que alcanza los 350.000 euros, más de la mitad de los sobrecostes generados por las toallitas.
“Lo que no tiene mucho sentido es sacar del agua algo que no debería estar presente en ella. Estamos trabajando para concienciar a la ciudadanía para que no lo tire al agua”, explica Prada. La Generalitat puso en marcha en junio la campaña “Estem creant un monstre” (“Estamos creando un monstruo”), en la que participa AMB para sensibilizar a la población de las consecuencias de tirar las toallitas por el váter.
El hecho de arrojar las toallitas al inodoro alimenta a este “monstruo” de las cloacas y se corre el riesgo de que se conviertan en los conocidos fatberg, acumulaciones de residuos que se compactan y que en 2017 llegaron a formar un tapón de 130 toneladas de peso que se extendió por 250 metros por el alcantarillado de Londres.
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