lunes, 5 de diciembre de 2016

«Zara ha pasado de copiar, a servir de inspiración a los diseñadores». 4º ESO-Economía

ABC GALICIA
Patricia Abet

El catedrático José María Paz aborda el pasado, el presente y el futuro de la moda en un nuevo libro que rastrea las conexiones entre este ámbito y la literatura.

Chema Paz durante la presentación del libro en Santiago - FERRÍN

Marc Jacobs apuntó en una ocasión que «la ropa no significa nada hasta que alguien vive en ella». Más allá de engrosar esos recurrentes listados de frases célebres, la cita invita a una reflexión, la de pensar —o repensar— la moda. Ése es el punto de partida del libro que el catedrático José María Paz acaba de presentar. Su título «La moda, el octavo arte», es toda una declaración de intenciones. Porque para este amante de la literatura, existe un argumento definitivo que eleva el diseño de prendas a este olimpo. «Hoy en día no hay museo del mundo que no dedique parte de sus exposiciones a la moda. Una de las últimas, la de Gyvenchi en el Thyssen y sus trajes dialogando con el cuadro en el que estaban inspirados». Sobre esta certeza, la de la alta costura como un canal artístico más, Paz traza en su manual una «historia intelectual de la moda» trufada de conexiones con la literatura.

«Los libros sobre moda no usan como fuente la literatura y es impresionante lo que autores como Zola —que dedicó uno de sus libros a la historia de unos grandes almacenes— sabían. En la novelística del siglo XIX ya aparece la figura de la fashion victim y La de Bringas es el mejor ejemplo. Escritores como Galdós sabían mucho de esto porque, en su caso, siempre vivió rodeado de mujeres», explica Paz a propósito de estas conexiones. En la literatura contemporánea son literatos como Oscar Wilde los que toman el relevo. En el caso del autor del Retrato de Dorian Gray, una revista londinense de moda femenina fue la que le dio sustento en sus primeros años.Pero más allá de las implicaciones con la esfera literaria, Paz analiza en su obra el presente y el futuro de una industria que lleva colgado el sambenito de superficial y que, sin embargo, ya está siendo estudiada en las universidades. «El mensaje que yo pretendo lanzar es que la moda no es tan frívola ni tan efímera como se piensa. Tiene muchos valores culturales y artísticos, por eso me opongo a las definiciones que han hecho los críticos marxistas. Grandes diseñadores como Galiano o Lacroix han buscado referencias en culturas antiguas, por ejemplo», reflexiona el escritor. El nuevo libro de Paz también contempla otra premisa a la que el tiempo ha sabido dar la razón, la de que «las modas pasan y la moda permanece».
Y sobre esta idea aborda el vertiginoso ritmo al que esta industria se mueve. «La respuesta a esta vorágine está en Internet. Este soporte comunicativo ha revolucionado los ritmos», explica. Preguntado sobre cuál será el futuro de la moda, Paz no duda de que pasará por la tecnificación. «Cada vez el vestuario va a estar más en conexión con Internet, vamos a llevar wifi encima y con elementos vinculados con la tecnología de la salud. Las marcas deportivas están ya en ello y el comercio de la moda está entrando con probadores virtuales y escaparates pantalla», sostiene.

El imperio Inditex

Conocedor en profundidad de las entretelas del imperio Inditex, Paz dedica parte de su libro a examinar el papel que el gigante pilotado por Amancio Ortega juega en esta empresa planetaria. «Ortega es uno de los mayores revolucionarios, y lo digo en sentido social. Un adolescente de una familia desfavorecida puede ir a la moda gracias a firmas como Pull&Bear por cinco euros. Acerca la última moda a todas las clases sociales». A propósito del fenómeno Inditex, «que creció al amparo de las copias de los trajes de las grandes pasarelas», el autor incide en que el proceso se ha revertido y ahora «mucho diseñadores ya se inspiran en lo que Zara vende». «Inditex cuenta con un equipo de diseñadores muy joven y en contacto con mucha población que marcan tendencias», afirma.
En íntima relación con esta revolución están las bloggers, figuras que ocupan el front row de los desfiles al lado de personajes de la talla de Anna Wintour. «Son las instagramers y otras especies, influencers que han aprovechado Internet para darse a conocer. Antes la gente iba a los hoteles de París para ver salir a la estrellas y copiar sus trajes. Ahora es Instagram la que marca el paso», sentencia Paz como punto (y seguido) de un manual que descorre la cortina para colarse entre bambalinas.

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