sábado, 7 de abril de 2018

Rubens, el alma hecha pintura. 3º ESO

ABC Cultura
Natividad Pulido

- El Museo del Prado presenta al maestro como «inventor» de bocetos pintados: reúne 73 de los cerca de 500 que hizo.


«El prendimiento de Sansón», de Rubens, h.1609-1610 - ART INSTITUTE, CHICAGO



Miguel Ángel quemó sus dibujos preparatorios, según Vasari, «para que nadie viera las penalidades que había padecido y las pruebas a que había sometido a su inteligencia solo para alcanzar la perfección». Menos intenso y dramático que el divino Buonarroti, Rubens, otro de los galácticos de la Historia del Arte, no solo no los destruyó, sino que los apreciaba tanto que fue mucho más allá. Mientras el común de los pintores se conformaba con hacer rápidos esbozos y apuntes monocromos a pluma, lápiz o sanguina antes de ejecutar sus cuadros, Rubens «inventó» los bocetos pintados: en color, al óleo, en soporte más duradero que el papel, la mayoría sobre tabla. Nace una nueva forma de pintar. Auténticas joyas multiusos creadas como «catálogo» para mostrar a sus clientes o simplemente como herramienta de trabajo: una guía para sus ayudantes o para plasmar él mismo una idea. En realidad, hay que matizar lo de inventor, ya que algunos lo hicieron antes que él en la Italia del XVI: Polidoro da Caravaggio, Beccafumi, Barocci, Frans Floris, Tintoretto, Veronés..., pero fue Rubens quien lo sistematiza, erigiéndose en el pintor de bocetos más importante de la historia del arte europeo.

«El carro triunfal de Kallo», de Rubens (1638)
«El carro triunfal de Kallo», de Rubens (1638) - KONINKLIJK MUSEUM, AMBERES

Ya en 1980 se catalogaron 456 bocetos pintados de su mano. Un tercio de su producción pictórica: unas 1.500 obras. El Museo del Prado y el Boijmans Museum de Róterdam, dos de las instituciones con mayor número de bocetos pintados de Rubens del mundo, han organizado esta muestra, que reúne 73 de ellos, procedentes del Louvre, el Hermitage, el Met de Nueva York, la National Gallery de Londres... y, por supuesto, del Boijmans y el Prado (éste atesora una veintena). Patrocinada por laFundación AXA y con la colaboración del Gobierno de Flandes, la muestra viajará en septiembre al museo holandés. Alejandro Vergara, jefe de conservación de pintura flamenca del Prado, y Friso Lammertse, conservador de pintura antigua del Boijmans, ambos comisarios de la exposición, han llevado a cabo una exhaustiva investigación. «Rubens se deja el alma en ellos, tienen un duende, un quejío...», dice Vergara, que se pone flamenco al hablar de estos bocetos: «Son próximos, muy frescos, un prodigio de imaginación y creatividad. Menos terminados que los cuadros finales, suelen parecer inacabados. Más importante que lo que cuenta en ellos es cómo lo cuenta y lo que nos hacen sentir. Rubens nos invita a mirar de cerca».

«La expulsión de Adán y Eva del Paraíso», de Rubens (1620)
«La expulsión de Adán y Eva del Paraíso», de Rubens (1620)-Národní Galerie, Praga

Rapidez y variedad


«Prometeo», de Rubens, h. 1636
«Prometeo», de Rubens, h. 1636MUSEOD EL PRADO

Unos más acabados que otros, destacan por su variedad temática (de historia, mitológicos, naturalezas muertas, retratos), de tamaño (el más pequeño, «Alegoría de la Sagrada Sabiduría», mide 9 por 7 centímetros; el mayor, «San Gregorio con los santos Domitila, Mauro y Papiano», 147 por 120), la riqueza de vocabulario, su rápida pincelada... «Están hechos con rapidez –hay quien dice, quizá exageradamente, que pintó algunos en apenas media hora– y poca pintura, con una fina imprimación (en muchos se aprecia la madera del soporte). No siempre coinciden las dimensiones, proporciones y formas con las obras finales, advierten Vergara y Lammertse. La mayoría son composiciones con múltiples figuras. A veces Rubens elabora dos o tres bocetos para ofrecer distintas opciones a sus clientes. Incluso llega a hacer dos juegos para una misma serie.


En «El carro triunfal de Kallo» se aprecian las indicaciones, de mano del propio Rubens, que éste hace a los carpinteros para la construcción del carro. En «La glorificación de la Eucaristía»pinta dos tipos de columnas para un altar con el fin de que el cliente pueda elegir. Éstos le pedían quedarse con los bocetos, pero, a no ser que estuviese estipulado por contrato, el maestro se negaba a entregarlos. Cuentan los comisarios que, a su muerte en 1640, «en la colección de Rubens había seis bocetos al óleo de Tiziano, Veronés y Tintoretto. Fue uno de los primeros coleccionistas, si no el primero, de bocetos pintados».

«Filopómenes descubierto», de Rubens, h.1609-1610
«Filopómenes descubierto», de Rubens, h.1609-1610-MUSEO DEL LOUVRE, PARÍS

Series y obras maestras


«El Descendimiento», de Rubens, h.1611-1612
«El Descendimiento», de Rubens, h.1611-1612 - THE COURTAULD GALLERY, LONDRES

En la muestra cuelgan algunos de los primeros que hizo, como «La Circuncisión» (h. 1604-5) y «La Adoración de los Pastores» (1608), cinco obras para las pinturas del techo de la iglesia de los jesuitas de Amberes (le encargan 39 obras, los cuadros finales de Van Dyck fueron destruidos en un incendio), trabajos de sus series más célebres, como la de Aquiles (en la galería central del Prado se muestra un boceto del Fitzwilliam Museum de Cambridge junto a «Aquiles descubierto por Ulises y Diomedes») y la de la Eucaristía, encargada por la Infanta Isabel Clara Eugenia para las Descalzas Reales; los bocetos para la Torre de la Parada (Felipe IV le encargó a Rubens 60 escenas mitológicas para decorar este pabellón de caza a las afueras de Madrid)... Hay obras espléndidas, como «El Descendimiento» (Courtauld Gallery de Londres) o «La caza del león», de la National Gallery de Londres, en la que se midió con un trabajo de Leonardo hoy perdido. Como curiosidad, en «La expulsión de Adán y Eva del Paraíso», quien expulsa a Eva es un esqueleto, y lo hace de una forma peculiar: arrastrándola del pelo.

«Retrato de Clara Serena Rubens», de Rubens, h. 1616
«Retrato de Clara Serena Rubens», de Rubens, h. 1616 - Liechtenstein, The Princely Collections, Vaduz-Viena

No está presente el boceto del «San Agustín» de la iglesia de la Purísima de Salamanca. «Lo conocíamos, pero no nos convence. La pintura habrá que verla», puntualiza Vergara. Por primera vez se muestra el Manuscrito Bordes, que fue donado al Prado por Juan Bordes: copia manuscrita de un cuaderno perdido con textos y dibujos de Rubens. De las cuatro copias conservadas, es la más importante: se hizo directamente del original e incluye dos dibujos de Rubens. Admiramos su «Hércules Farnesio». A modo de epílogo, cierra la muestra un retrato de su hija Clara Serena. No es un boceto pintado, pero tiene una estética abocetada. «Ayuda a entender sus bocetos pintados. Pinta en él su amor por esa niña, no a la niña», explica Vergara.

«La caza del león», de Rubens, h. 615
«La caza del león», de Rubens, h. 615-NATIONAL GALLERY, LONDRES

Una mente prodigiosa

Esta exposición es un anticipo de las ocho nuevas salas de pintura flamenca y holandesa del XVII del Prado, que se inaugurarán el 25 de junio, junto con la nueva instalación del Tesoro del Delfín. Hasta entonces se exhibe solo un tercio de la colección de Rubens que atesora la pinacoteca. Su director, Miguel Falomir, advierte que «éste es el tipo de muestras que tiene que hacer el Prado. Siento envidia por no haberla comisariado. Es una aproximación a Rubens desde una faceta poco explorada: su proceso creativo, el artista frente a la idea. Dónde acaba la autoría, la producción del taller... Es un precedente de la Fábrica de Warhol. Marca un punto de no retorno en los estudios de Rubens». Preguntado sobre si los Presupuestos Generales del Estado permitirán comenzar las obras en el Salón de Reinos, Falomir comenta que «deben aún aprobarse. Y no está recogida en ellos la línea de crédito necesaria. No está garantizado que empiecen las obras a finales de año». Sobre la partida para el museo en dichos Presupuestos, advierte que «la subida es muy magra. No ha aumentado la asignación del Estado».
«Hombre cultísimo y apasionado, de enorme sensibilidad, superdotado, Rubens poseía una mente prodigiosa –comenta Alejandro Vergara–. Subió el volumen de la pintura. Tenía una energía asombrosa, fue un maestro de vida. Su pintura transmite emoción y pasión. Dota de alma aquello que pinta. La suya es una pintura trascendente, metafísica, con alma, más allá de lo visible».

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